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La Ciudad 11 de junio de 2017

“El desafío es dejar de negociar con los chicos y que los adultos ocupen un lugar de referencia”

Para Gustavo Iaies hoy "cuesta reconstituir" un orden y "no porque los chicos estén discutiéndolo, sino porque a los adultos nos cuesta mucho plantearlo".

por Albertina Marquestau
@albermarquestau

Llegar hoy a un nuevo acuerdo entre la escuela y la familia es “una necesidad” asegura Gustavo Iaies para quien “la negociación” con los chicos “llegó a su fin” y los adultos “deben ocupar un lugar de referencia”.

Convencido que los mayores hoy no tienen autoridad, y que muchos de los males que se viven en la escuela son consecuencia de esto, el director de la Fundación Centro de Estudios en Políticas Públicas en Argentina aseveró: “En una escuela donde los adultos no son la autoridad, los chicos más violentos ocupan ese lugar”.

Referente de los equipos técnicos del Frente Renovador en materia educativa, Iaies es licenciado en Ciencias de la Educación (UBA) y obtuvo una Maestría en Política y Administración de la Educación (Universidad San Andrés). Además, trabajó como docente en instituciones educativas de nivel primario, secundario, terciario, universitario y fue director de escuela primaria. En 1999 asumió como subsecretario de Educación Básica del Ministerio de Educación de la Nación en Argentina y en 2001 ocupó también el cargo de secretario de educación básica.

En diálogo con LA CAPITAL, Iaies explicó por qué cree que a los adultos les cuesta poner límites siendo que los chicos lo reclaman.

– ¿En qué instancia está hoy la relación entre la familia y la escuela?

– Una de las cuestiones para pensar los problemas del sistema educativo hoy es que cuesta reconstituir un orden y no porque los chicos estén discutiéndolo, sino porque a los adultos nos cuesta mucho plantearlo. Y esto se traslada tanto a la escuela como a la casa. La sensación es que nosotros nos estamos peleando con nuestros papás y con un orden del cual supuestamente fuimos víctimas y no queremos reproducir, pero que no terminamos de construir otros. Hace un tiempo en una escuela una mamá me dijo: “Cuando estoy retando a mi hija se me viene la imagen de cuando mi mamá me retaba a mí y no puedo seguir”. Mi planteo fue: “Vos en algún momento tenés que abandonar la imagen de la hija retada y pasar a ser la adulta responsable, la que clarifica algún orden”. La verdad es que a los padres y a los maestros esto les está costando mucho. Yo recuerdo cuando a mediados de los ’80 era director de Primaria y empezamos con esto de corregirle o no la ortografía a los chicos, si están empezando a escribir para qué le voy a llenar el cuaderno de colorado, corrijo la caligrafía… el tema terminaba en que los chicos venían al escritorio a leernos porque era ilegible y hoy nos encontramos con generaciones de chicos con problemas de ortografía, de caligrafía y la pregunta es qué nos pasó. Muchos creen que los chicos se niegan a esto pero no creo que sea así. En esta cosa de que los adultos vamos todo el tiempo de ser lo que debemos ser, a ellos también les cuesta mucho pararse y ser lo que tienen que ser. En una escuela donde los adultos no son la autoridad, la autoridad son los pibes más violentos que siempre es peor que la de una maestra o una directora que dice esto sí y esto no. Y fenómenos como el bullying que están tan de moda tienen que ver con que en la escuela nadie puede decir claramente esto sí o no.

El pasado

– Esa idea de algunos adultos de no poner límites porque “lo sufrimos” de chicos, ¿se convirtió en que sean muy permisivos?

– Exactamente. Y esa era una escuela y una sociedad en la que se bancaban mucho más las cosas que venían de arriba. Entonces si el Ministerio decía que todos tenían que usar cuaderno forrado de papel araña azul para la clase, todos lo hacían y nadie iba a plantear que le gustaba otro. Esta es una sociedad donde uno se banca mucho menos eso y discute mucho más. Es mucho más difícil sostener esas diversidad para la escuela y los padres. Si hoy uno mirara con un dron el funcionamiento de cada casa vería que hay negociación, entonces el desafío es cuándo dejamos de negociar y nos volvemos a parar en un lugar que para los chicos sea una referencia. Cuando la directora o maestra te dice que tenés que hacer algo y no hay más discusión, porque para los chicos no es mucho más bravo que vos seas más duro o blando, lo que es bravo es que vos te corras y abandones la situación.

Entonces, con adultos más duros o blandos, lo que ellos necesitan es que vos construyas algún orden y parámetros donde moverse. El desafío de la escuela hoy es cómo construir esos parámetros, cómo volver a ser en cierta medida contracultural porque la escuela de hace 20-30 años te decía cosas como: acá no se habla como en la cancha de fútbol, y nadie decía que en su casa era válido. Eso para los docentes es mucho más difícil, es cierto que es una sociedad donde en la que se sienten mucho más cuestionados, aún cuando son muy creíbles. Porque cuando uno mira las encuestas ve que los maestros y directoras son figuras muy creíbles, pero ellos se sienten muy cuestionados por los padres.

Sindicalistas

– El filósofo italiano Massimo Recalcati dice que los padres se han convertido en sindicalistas de sus hijos…

– En gran medida, creo que hay un desafío para la escuela que es hablar con los papás a principio de año antes del primer conflicto, porque efectivamente frente al problema te encontrás con sindicalistas de los chicos. Hace un tiempo me llamó una rectora de una escuela del norte de la Provincia que me cuenta que un chico de 4º año había llegado al establecimiento con el pelo teñido de violeta, entonces ella le dijo que se lo tenía que sacar. Al día siguiente volvió el chico acompañado por sus padres y el pelo seguía teñido, entonces el padre dijo que el chico se sentía discriminado. El joven, que es un pibe de esta generación genial de discutidores que hemos creado le dijo: Marilina se hizo los claritos, Lucía se oscureció el pelo y ustedes no le dijeron nada. La rectora quedó muy mal parada y no supo cómo salir de la situación. Entonces ella me pregunta: ¿es grave que los chicos vengan teñidos a la escuela? Mi respuesta fue: el tema pasa por si está autorizado o prohibido en algún acuerdo de convivencia de la escuela. En algún momento tenemos que definir las normas y hacerlas cumplir. Hay que ponerse un tiempo para discutirla, diciembre por ejemplo, pero no podemos estar todo el año discutiendo, las reglas deben estar claras desde el principio.

– ¿Transitamos hoy el tiempo en el que todo se cuestiona y es hora ya de pasar a definiciones?

– Sí, exactamente, y hagamos los adultos de adultos. Porque el problema es que a nosotros nos cuesta cumplir este lugar de bajar normas. Porque si nosotros bajamos normas nos podremos equivocar y hasta replantearlas, pero por lo menos fijamos algún parámetros desde dónde plantear esto es así. Hace un tiempo trabajando en Córdoba en un encuentro de preceptores había surgido un tema cuando una chica y un chico se besaron en el patio de la escuela. Al preguntarles qué pensaban, todos opinaban distinto. Entonces después de escucharlos les dije a los preceptores que si había un chico escuchándolos, lo que les preguntaría sería: ¿Le puedo dar un beso a mi novia o no? Y la verdad es que el mundo adulto no está en condiciones de decirle si o no, porque hay discusiones entre pares, con los padres, o porque nadie quiere ser el duro o por lo que sea. En ese mismo lugar una preceptora cuenta que una alumna le dice: Mañana me voy a acostar con dos chicos, ¿está bien o mal lo que voy hacer? Cuando le pregunté cuál había sido su respuesta me dijo: Ninguna. Entonces le digo, pero vos pensás que está bien o mal, es un desastre me respondió. Entonces le consulté por qué no se lo había dicho: Porque tengo miedo a las reacciones. La verdad es que la chica le preguntó al mundo adulto qué tenía que hacer y no le pudo contestar, entonces creo que los pibes están esperando definiciones de los adultos.