CERRAR

La Capital - Logo

× El País El Mundo La Zona Cultura Tecnología Gastronomía Salud Interés General La Ciudad Deportes Arte y Espectáculos Policiales Cartelera Fotos de Familia Clasificados Fúnebres
Cultura 25 de julio de 2017

El taxista

por Luciana Balanesi

Les tengo absolutamente prohibido a mis hijas y a Ana, mi mujer y esposa, vestirse como las zorras que andan sueltas por todos lados. Esas que se muestran, esas que exhiben las piernas con esas polleras tan cortas y se suben a esos zapatos que ni las dejan caminar… Hace más de veinticinco años que estoy casado. Ana es mi mujer, estamos juntos desde su fiesta de quince. Yo fui, soy y seré por siempre su único hombre. Es la madre de mis hijas.

Y como es tan buen ejemplo, y está todo el día en casa, sé que mis hijas nunca van a ser como esas pibitas que se emborrachan y pierden el control o como las prostitutas, que son tantas, que están tan regaladas y te hacen lo que les pidas por dos mangos. A mí la calle no me va a agarrar dormido.

Estar tanto tiempo en la parada es tremendo. Son muchas las horas en que estás al pedo, pensando y mirando lo que pasa alrededor. Me copa el laburo porque, además de no estar encerrado me permite estar cerca de la gente, conocer las historias de quienes hablan y ver. Ver qué pasa, pasar cerca de las cosas que pasan. Y un poco inventar, porque cuando los pasajeros no te cuentan nada te inventás una historia. A veces sos parte de lo que ellos van a contar, porque en ocasiones suceden cosas con los pasajeros.

Hace unas pocas noches, por ejemplo, llevé a una pendeja, de la edad de mi hija mayor, recontra borracha o drogada. Tuve que bajarla en brazos y esperar a que vengan a abrirle la puerta. Estaba tan dada vuelta que podría haber hecho cualquier cosa con ella. Casi me la llevo a algún barrio alejado, a un descampado. Todavía estaba oscuro cuando le dejé en la casa. Seguro que ni se iba a acordar. En realidad me frenó el miedo de que me vomite todo el auto. Pero bueno. Estaba cansado. Tengo, sin que importe el final, una historia más para contar a los muchachos de la parada.

(*): [email protected]