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Arte y Espectáculos 17 de agosto de 2017

Belén Blanco: “el actor tiene la responsabilidad de decir incluso aquello que no se quiere escuchar”

Dirigida por Cristina Banegas, la actriz llega a Mar del Plata con el personaje central de la adaptación de la tragedia naturalista de August Strindberg. "Es un clásico, es de fines de 1800 pero tiene una vigencia absoluta" definió sobre el texto.

“Para mi el actor tiene la responsabilidad de decir incluso aquello que no se quiere escuchar. Uno no solo hace lo que le dicen que tiene que hacer, sino que puede elegir por donde quiere ir, qué tiene decir o qué cree que se tiene que decir. Hay que ser muy consciente en eso porque el teatro tiene mucho poder, es una herramienta muy poderosa” define la actriz Belén Blanco, quién en pocos días subirá a las tablas marplatenses en la piel de “La Señorita Julia”.

Justamente eso es para Blanco la adaptación de de Alberto Ure y José Tcherkaski de la tragedia naturalista de August Strindberg, “la posibilidad de decir cosas que me parece que está bien decir”.
Junto a Diego Echegoyen y Susana Brussa y dirigida por Cristina Banegas, llegará este sábado con una única función en la sala Piazzolla del Teatro Auditorium y, antes del espectáculo, habló con LA CAPITAL sobre “las diferentes capas de lectura” que ofrece la pieza.

“El personaje de Julia es muy hermoso en el sentido de que tiene muchas capas, te da posibilidad de trabajar en muchas cosas y siempre es inesperado. Está lleno de llaves, va abriendo y descubrís, interpretándolo, que le pasaban más cosas aún” indicó.

Al definirlo, sostuvo que “Julia no es una mujer que acate el lugar sumiso. Es la hija de un conde, no es sometida sino independiente, tiene seguridad sobre los hombres, pero la sociedad la termina llevando al lugar que para la sociedad tiene que tener la mujer, que es la sumisión y la muerte”.

Y al respecto valoró la posibilidad de hacerlo “no solo por mi sino porque me interesa hablar de este tema hoy”.
Haciendo referencia a otra de las capas de la obra, “la lucha entre clases”. “Por eso también es muy viegente el texto, porque todavía está tan marcado el tema de las clases. Estamos tan heridos socialmente. Dependiendo de donde nos ubicamos, somos más o menos heridos pero creo que es una socieedad muy fragmentada y esa lucha la discriminación la vivimos permanentemente. No se si es inherente al ser humamo pero nos hace muy involucionados en ese sentido”.

Escrita en 1888, “La Señorita Julia” ha desafiado al tiempo. Fue infinitamente adaptada para teatro, versionada para convertirse en ópera y en miniserie de televisión, años después de haber llegado a la pantalla grande. Curiosamente, la primera de las adaptaciones cinematográficas realizadas fue argentina. Se llamó El pecado de Julia y fue estrenada en 1947 con dirección de Mario Soffici y actuaciones de Amelia Bence y Alberto Closas.

La acción de la pieza comienza en pleno festejo de la Noche de San Juan, celebración que marca el inicio del verano, una de las más importantes de Suecia aún en la actualidad. La cocina es el lugar donde transcurre el encuentro entre Julia, hija de un conde, y Juan, el mayordomo de la casa y prometido de Cristina, la cocinera.

Envalentonada por la bebida y por el fragor del baile, Julia propicia un encuentro amoroso con Juan. A partir de allí se desata una serie de entredichos que progresivamente revelan la magnitud del conflicto que acaba de desatarse entre ellos: Julia pertenece a un rango social superior a Juan pero se encuentra en el lugar de la subordinación por su condición femenina. Su padre, en cambio, concentra tal poder en la casa que su presencia infunde respeto. Aunque de él sólo estén sus botas en un rincón esperando a ser lustradas.

La puesta cuenta con escenografía y vestuario de Magda Banach, música de Carmen Baliero, asesoramiento coreográfico a cargo de Virginia Leanza y la realización de vestuario de Camila Orsi.