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La Ciudad 17 de marzo de 2018

“El marplatense tiene que tomar conciencia de su sana identidad, abierta y con compromiso”

Monseñor Arancedo celebró sus 50 años como sacerdote en Mar del Plata, la primera diócesis que condujo como obispo. "Mar del Plata me enseñó a estar con la gente, a estar en la sociedad y a participar", dijo.

José María Arancedo decidió celebrar los 50 años de su ordenación sacerdotal en Mar del Plata, la primera diócesis que tuvo a su cargo y de la que fue su pastor entre 1991 y 2003. El aniversario del inicio de su tarea como religioso, prácticamente coincide con los 30 años trascurridos desde que Juan Pablo II lo designara como obispo. “Monseñor Gabriel Mestre -actual obispo de Mar del Plata- me propuso celebrar estos acontecimientos aquí y me pareció una idea excelente para reencontrarme con el clero y con la gente”, le dijo el religioso a LA CAPITAL.

Actual arzobispo de Santa Fe, Arancedo fue también durante dos períodos consecutivos presidente de la Conferencia Episcopal Argentina, sucediendo en ese cargo a Jorge Bergoglio, hoy el papa Francisco. “Mar del Plata me ha dejado una impronta que sin dudas ha influido en mi identidad y es algo que me enorgullece conservar”, dijo, recordando los 12 años durante los cuales dirigió la Diócesis local cumpliendo a veces un rol que iba más allá de lo meramente espiritual.

– ¿Qué huella dejó en usted como persona y como religioso su paso por Mar del Plata?

– Una huella muy significativa porque esta fue mi primera Diócesis, de la cual estuve a cargo en los ’90, en un momento del país para nada fácil. Aprendí mucho porque este fue el lugar en el cual hice por primera vez cosas que no había hecho antes. Por ejemplo fue el lugar donde concedí mi primera entrevista periodística. Mar del Plata me enseñó a estar con la gente, a estar en la sociedad y a participar. Fue un desafío difícil, que evoco con un muy grato sabor al recordar que siempre fui muy recibido y que me sentí muy cómodo.

– Como usted dice, aquellos fueron años de gran conflictividad social y económica. Y en ese contexto más de una vez desde distintos sectores recurrieron a usted para que mediara cuando cuando las circunstancias lo requerían…

– Es cierto que me tocó varias veces cumplir con algún papel. Recuerdo especialmente los conflictos relacionados con el puerto y con muchas otras actividades en las que había dificultades. Creo que muchas de esas cosas se fueron arreglando y en ese momento entendía que, más que mediar, debía aportar mis buenos oficios para unir el diálogo de personas y encontrar juntos la solución. Creo que ese es el camino que utilicé.

– ¿Cuáles fueron sus momentos más difíciles en esta Diócesis?, ¿tal vez la crisis de 2001?

– Efectivamente ese fue un momento muy difícil en el que se trató de hacer lo que se podía. También recuerdo el tema de la Embajada de Israel, que fue muy duro y me llevó a compartir mucha cercanía con la comunidad judía de Mar del Plata, recibiendo pedidos para que como obispo hablara en aquellos actos que estaban acompañados de un inmenso dolor. Traté de que en aquella época mi tarea pastoral estuviera marcada por la cercanía con la gente, con los barrios más humildes, intentando tener una llegada lo más amplia posible a través de los sacerdotes para que la Iglesia estuviera presente. Hoy Francisco habla de una Iglesia de salida y creo que en Mar del Plata, en aquellos tiempos, era algo que hacíamos para tener una Iglesia muy presente.

– Dice que Mar del Plata influyó en su identidad. ¿Cómo es la identidad de Mar del Plata?

– Es un pueblo muy receptivo, dispuesto al encuentro y a buscar soluciones a sus dificultades. Es una ciudad con veranos de mucho trabajo e inviernos con frío. Es una sociedad necesitada de trabajar siempre más en lo que hace a la solidaridad, de sentirnos parte de una misma casa y una de misma familia y yo he tratado de aportar algo para eso. Es además una ciudad con mucha riqueza en sus profesionales, en sus dirigentes y en la vida de sus instituciones. Al igual que todos los argentinos, Mar del Plata es una comunidad en la que siempre es necesario trabajar para que todos se sientan parte de una misma comunidad para crecer. Tratando siempre de ir por el camino del diálogo y no por la fuerza. Mar del Plata es una ciudad que tiene su identidad, que ha tenido a grandes personas en la Iglesia y que es una referencia. El marplatense tiene que tomar conciencia de su sana identidad, abierta y con compromiso.

– Al asumir nuevas y mayores responsabilidades, como la de haber presidido la CEA, ¿cuáles han sido los temas de la agenda nacional que más lo han desvelado?

– Uno de esos tema es el de la droga y espero que Dios quiera que se le dé la importancia que tiene. El tema de la pobreza, con lo que implica la marginalidad, de gente sin alternativas. Desde la Conferencia Episcopal siempre hemos bregado por trabajar mucho en la inclusión, ejerciendo una solidaridad inclusiva frente a la droga. Vemos que hoy vivimos en una sociedad en la que se han perdido referencias vinculantes con los valores. Se naturalizan muchas cosas, perdiendo de vista que lo que está mal está mal. No hay que acostumbrarse ni justificar, diciendo que aquello es peor que esto, perdiendo así las referencias más exigentes. Lamentablemente de ese modo entramos en una cierta compensación de errores que va quebrando la transmisión de una cultura común. La Iglesia argentina siempre trata de estar presente, no para bajar línea, sino para acompañar e iluminar desde su doctrina social porque es mucha la gente que busca en esa doctrina elementos que ayuden al bien de la comunidad.

– ¿Qué nivel de responsabilidad le ha sumado a usted en su tarea como religioso y a toda la Iglesia argentina la figura de Francisco?
– Lo sustantivo es que la presencia de Francisco es un valor y una gracia de Dios. Cuando se discute que dijo esto o aquello, que le dio una camiseta a no sé quién, pienso que son cosas que están un poco al costado. Esas cosas no son lo importante. La de Francisco es una Iglesia de salida, que pone el acento en la equidad social, el respeto a las minorías y a todo lo que tiene una calidez humana y social. La de Francisco es una Iglesia al servicio de eso. Ahora van a verlo de todas partes y él a todos los saluda, católicos o no, y tiene gestos permanentes que tienen lecturas diversas. Pero insisto, están al costado de lo importante.

“El aborto no es un tema religioso, es un tema humano”

Tal y como lo había hecho semanas atrás a través de un documento, el arzobispo de Santa Fe, monseñor José María Arancedo, volvió a pronunciarse ayer sobre el aborto, subrayando que “la Iglesia tiene sobre este tema una postura clara y definida” ya que “defiende la vida de las dos personas”.

“Si partimos de que el embrión es vida humana, que ha comenzado y que tiene etapas, tiene definida su autonomía. A esa vida hay que cuidarla. Hay que hacer planificación, educación sexual y todo lo demás, pero guiados por un principio que tiene que ser inamovible: no puede quedar la vida dependiendo de una sola voluntad, de una sola decisión”, le dijo el religioso a LA CAPITAL.

“La vida es un límite para todos. Y en eso todos tenemos que ser respetuosos. La Iglesia en eso siempre va a ser muy clara, lo hemos sido en el documento que sacamos los obispos, diciéndole sí a la vida. Se lo hemos dicho a los cristianos, a todos ciudadanos y a los legisladores, adelantando que la Iglesia va a acompañar, dialogar y a dar razones y elementos de reflexión. Pero que no se minimice la cosa, porque tiene que estar clara la inteligencia para comprender qué es lo que existe, qué es lo que comienza a vivir en un embarazo. Eso ya marca un límite. La postura de la Iglesia es la de marcar su postura permanente”, afirmó.

El ex titular de la Conferencia Episcopal Argentina también rechazó las posturas de quienes pretenden desvalorizar la opinión de la Iglesia sobre este tema, argumentando que en el debate no deberían ser admitidas posturas religiosas.

“El aborto no es un tema religioso. Es un tema humano, científico, filosófico y político”, sostuvo, afirmando que “por lo tanto el político tiene que recorrer el camino científico y filosófico para llegar a hacer una ley justa”.
Arancedo remarcó que el aborto es “un tema humano y hay mucha gente no católica que está a favor de la vida.

Mucha gente que está en la ecología, que no es católica, está claramente a favor de la vida. Y así ocurre con muchas personas de otras religiones o no religiosas. Como decía el papa Benedicto, así como hay una ecología natural hay una ecología humana que debemos cuidar. El chico que ya ha sido concebido está en un contexto autónomo, pero no independiente. Depende de la madre. Pero es autónomo porque tiene su propia ley, su propio ADN”.

Misa A02

Una misa especial, 50 años después

Monseñor José Maria Arancedo presidió la misa de celebración por sus 30 años como obispo y 50 como sacerdote, celebrada ayer en la Catedral.
La ceremonia, oficiada también por “la Patria, especialmente por los 44 submarinistas del ARA San Juan, Virgen de Guadalupe y San Benito”, contó con la presencia del obispo local, monseñor Gabriel Mestre, varios sacerdotes de diversas parroquias marplatenses y de fieles.
Luego del ingreso por el pasillo central, precedido por los representantes del clero diocesano, el obispo local, Gabriel Mestre, fue el encargado de darle la bienvenida a todos y agradeció que Arancedo “haya elegido celebrar acá, en Mar del Plata, con nosotros” y recordó algunos de los hitos de Arancedo cuando estuvo en el lugar que él ocupa hoy.
Así, rememoró “el lema del servicio y la misión, la carpa misionera y la revitalización de los catequistas”, todas cuestiones motorizadas por Arancedo cuando era obispo de la Diócesis de Mar del Plata.
Luego de la lectura del evangelio según San Juan, la homilía estuvo a cargo de Arancedo, que habló de sus “certezas” y confesó que “el otro día, ante la pregunta de un sacerdote, contesté que volvería a ser sacerdote. No me veo fuera de este camino”.
Los empresarios Florencio Aldrey y Quique Cabrales, el escribano Rubén Crego y su esposa (presentaron las ofrendas) y otra importante cantidad de fieles fueron saludados por Arancedo en la que, seguramente, será una de las misas más recordadas de la grey católica en la ciudad.



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