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Cultura 6 de agosto de 2018

Malpaso: el traspié del magnate mexicano que quiso ser un gran editor

Por Daniel Bosque

Hace apenas dos años, la joven editorial Malpaso revolucionaba al mercado español comprando los derechos de Bob Dylan. Pero ahora esos sueños de grandeza se desvanecen entre la investigación por blanqueo a su propietario mexicano y serios problemas de liquidez.

Los apuros de esta editorial fundada en 2013 por el empresario de la construcción mexicano Bernardo Domínguez Cereceres salieron a la palestra a finales de junio, pero no sorprendieron en Barcelona, capital mundial de la edición en español y sede de Malpaso.

Desde hacía años el sector recelaba del desorbitado crecimiento del grupo: conseguían cotizados derechos de traducción, adquirían otros sellos, publicaban 200 títulos anuales y abrían una librería o incluso un restaurante que inauguraron con una fiesta con mariachis.

Pero el castillo de naipes empezó a desmoronarse el 26 de junio: Domínguez Cereceres fue detenido acusado de blanquear dinero para la familia de Jordi Pujol, expresidente regional de Cataluña (1980-2003) caído en desgracia por las sospechas de corrupción sobre él, su mujer y sus hijos.

Después del interrogatorio, quedó en libertad pero se le retiró el pasaporte.

En México, la abultada fortuna del propietario del vasto consorcio de la construcción DSC y cercano al expresidente Vicente Fox ya había despertado suspicacias tanto de la justicia como de la prensa del país.

“Bernardo Domínguez, las dudas de una fortuna”, se titulaba un largo artículo publicado en octubre por el periódico Milenio, que repasa capítulos oscuros de su trayectoria empresarial, salpicada ya con aventuras editoriales fracasadas.

“Malpaso paga ya”

Poco después de la detención, otra tormenta se abalanzó sobre la editorial: la etiqueta #MalpasoPagaYa se viralizó en redes sociales por las denuncias de impagos a escritores y traductores.

Desde la editorial reconocen estos problemas de liquidez que atribuyen a la demora de una inyección de capital de su propietario desde México: “Se está pagando pero no a un ritmo óptimo, muchos proveedores están cobrando pero otros no”, señaló un portavoz.

Según Carlos Fortea, presidente de la asociación de traductores ACE, sus afiliados empezaron a denunciar impagos a finales de 2016 “y la situación ha ido a peor”.

Entonces, la editorial acababa de adquirir los derechos de las letras y la obra literaria del cantautor Bob Dylan, justo después de que se le otorgara el Nobel de Literatura, en una operación valorada en 250.000 euros y que dejó atónito al sector.

Por esos mismos tiempos Malpaso absorbió hasta cinco pequeñas editoriales, aumentando su plantilla hasta la cincuentena de personas y pasando de publicar unos 40 títulos anuales a casi 200.

“Quienes conocemos el sector estábamos sorprendidos por la rápida expansión del grupo. Había mucha desconfianza porque no es un sector que se caracterice por sus ingentes beneficios”, dijo Fortea.

Una apuesta fallida

“Era todo un disparate”, afirma un extrabajador que prefiere permanecer en el anonimato.

En el departamento de marketing y prensa trabajaban una quincena de personas y la impresión de los libros, exquisitos, con su tapa dura, sus hojas tintadas y papel de alta calidad, era mucho más cara de lo habitual.

“No se reparaba en gastos pero estos no iban en consonancia, ni mucho menos, con los ingresos”, añade.

El efectivo procedía exclusivamente de Bernardo Domínguez Cereceres, “una persona con mucho dinero que quería ser un gran editor”.

Pero las remesas que llegaban desde México para mantener el negocio editorial empezaron a dilatarse a mediados de 2017, cuando la investigación sobre presunto blanqueo empezaba a cernirse sobre él, asegura el extrabajador.

“Apostamos por crecer a base de adquisiciones, lo que nos llevó a un crecimiento muy fuerte en muy poco tiempo”, explica el portavoz.

“La apuesta no salió suficientemente bien y las expectativas de ventas que teníamos no se cumplieron y nos encontramos con este desajuste”, añade.

Mientras llega la recapitalización esperada desde México, el grupo está tomando medidas para “adaptarse a la realidad del mercado”: la plantilla se redujo en más de la mitad, hasta la veintena de trabajadores, y volverán a publicar alrededor de cuarenta títulos al año.

“Las deudas se van a liquidar antes de fin de año y Malpaso va a continuar, pero como era al principio: más pequeña, más independiente y con menos títulos”.