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Deportes 19 de abril de 2020

“En determinados momentos de mi vida me tocaron con una varita”

La historia de película de Mantovani, el marplatense que llegó a la elite del fútbol. Banfield, Kimberley y Cadetes. Del Argentino C a Atlético Madrid. Atravesó situaciones inverosímiles hasta que se convirtió en ídolo de Leganés. A los 30 años debutó en la Segunda y a los 32 pasó a jugar contra Messi y Ronaldo. El repaso de su carrera en una charla desde Las Palmas.

Por Juan Miguel Alvarez

Martín Mantovani baja las escaleras de los vestuarios del Camp Nou con el pecho inflado y la cinta apretada al brazo. Llega a la salida del túnel y espera unos segundos a Lionel Messi, con quien se saluda afectuosamente. El marplatense ingresa por primera vez a ese emblemático escenario a los 32 años, acompañado por uno de los mejores jugadores de la historia del fútbol.

Materializar otro gran sueño no lo corre de su eje: “Dicen que el empate acá sería buenísimo, pero podemos ganar. ¡Vamos a ganar ‘viejo’!”, arenga a los suyos aquel 19 de febrero de 2017 en el Barcelona-Leganés. El siempre aspira a lo máximo.

Mantovani llegó a la elite tras giros insospechados en su carrera. “Es como que en determinados momentos de mi vida me tocaron con una varita mágica”, desliza el futbolista de 35 años que actualmente milita en UD Las Palmas (Segunda División de España), durante una charla telefónica con LA CAPITAL. Aunque, más allá de esa frase de contenido supersticioso, tiene claro que en su éxito deportivo se explica por el esfuerzo, la convicción y la perseverancia.

En el recorrido atravesó varios momentos dolorosos y situaciones límite: fue rechazado por seis clubes de AFA, vivió sólo con 600 euros durante seis meses en España, durmió en una estación de tren en Bologna, rescindió un contrato en Rumania obligado por un “matón” de dos metros y el mundo se le vino abajo cuando fue estafado por un falso representante que le inventó una transferencia.

Su relación con el fútbol comenzó a 5 años en Banfield de esta ciudad. Luego terminó el proceso formativo y jugó cuatro temporadas en la Primera de la Liga Marplatense para Kimberley. El breve paso por Cadetes fue un trampolín saltar a Europa de la mano de Juan Esnáider.

Mantovani (Kimberley) lucha con Maxi Baldino (Cadetes) en la Liga Maarplatense.

Mantovani (Kimberley) lucha con Baldino (Cadetes) en la liga local.

Casi con 22 años, cuando estaba por terminar una carrera terciaria (Técnico en Control de Alimentos) y analizaba colgar los botines, pasó del Argentino C a Atlético Madrid sin escalas.

Luego de varios años de permanencia en la Segunda B (Tercera División de España) fichó para Leganés y su realidad otra vez cambió radicalmente: en las primeras tres temporadas logró dos ascensos. Con 30 años debutó en la Segunda División y con 32 llegó a una de ligas más importantes del mundo -quizá la mejor- para marcar a Messi, Ronaldo, Neymar, Luis Suárez, Griezmann y compañía. En su vida, lo imposible sólo tarda un poco más.

– Tu carrera profesional es extraña desde el principio. Llegaste a Atlético Madrid con 22 años, cuando sólo habías jugado Liga Marplatense y Argentino C…
– Fue increíble cuando Juan (Esnáider) me dijo que podía ir a probarme al Atlético. A esa edad en Mar del Plata a lo sumo esperás ir a un equipo del Argentino B. Hicimos la prueba con “el Paisa” (Damián Luengo) en mayo de 2006, en julio nos quedamos en la pretemporada en España y después él se tuvo que volver por un tema de papeles. Yo también necesitaba la doble ciudadanía.

– ¿No fue fácil conseguirla?
– No, me quedé allá seis meses sin jugar hasta que me la otorgaron. Tampoco cobraba porque no tenía contrato. Me daban sólo la comida y compartía departamento con dos compañeros. Esnáider me pagó el abogado para hacer las gestiones y con los 600 euros que me sobraron viví todo ese tiempo. Sólo iba a entrenar y al locutorio para hablar con mi familia, que se movió por todos lados para ayudarme desde Argentina.

– ¿Además tuviste un contratiempo en Bologna?
– Sí, era 29 de enero del año siguiente, ya cerraba el libro de pases y me salieron los papeles. Estaba en Bologna (sus ancestros eran italianos) y tenía que viajar a España a la mañana. Decidí tomarme el último colectivo de la noche anterior para ir con tiempo al aeropuerto. Me voy del hotel y me entero que hay paro general de transporte, por lo que tenía que esperar al primer micro de la mañana con el que llegaba muy justo. Caminé unas cuadras, encontré una estación de tren y me tiré a dormir. A las dos horas me despierto en medio de una pelea de indigentes, con gritos, gente borracha, así que me tapé con un cartón y salí silenciosamente. Estaba muy asustado.

– Después de los años en Atlético “C” y “B” tuviste una experiencia poco feliz en el FCM Târgu Mures de la Primera División de Rumania…
– Arreglé con ese club cerca del inicio de la competencia. El equipo pierde el primer partido y esa misma semana los dirigentes me dicen a mí y a unos españoles que no nos quieren más porque no tienen dinero para pagar los sueldos. Yo no quería rescindir, pero vinieron al hotel en el que estaba con un tipo que medía dos metros y me amenazaron para que lo hiciera. Me tuve que volver a España.

Jugó en Atlético Madrid "B" y "C"

Jugó en Atlético Madrid “B” y “C”

– Tomaste continuidad en Segunda B con Cultural Leonesa, Atlético Baleares y Real Oviedo. Pero tras eso surgió una nueva complicación con un representante que te pudo costar la carrera, ¿no?
– Se contactó conmigo un representante argentino que me propuso fichar por Nancy, de la Primera División de Francia, con un contrato cinco veces más alto al que tenía. Todo era perfecto hasta el día que tuvieron que reunirse los clubes para terminar de arreglar, el 22 de julio. Ese día no apareció nadie. Después me entero que no era un representante habilitado y que le había hecho lo mismo a otros jugadores. Encima en Oviedo me culparon a mí. En dos semanas bajé ocho kilos hasta que salió la oportunidad de Leganés.

– ¿Nunca pensaste en volver a Mar del Plata?
– No se me pasó jamás por la cabeza. Al contrario, seguía para adelante y de las cosas negativas siempre buscaba el lado positivo. Todo me sirvió para aprender.

– ¿La perseverancia te mantuvo en carrera por tu sueño?
– Sí, la vida se trata de ir saltando obstáculos. Cuando me pasó lo de Italia, en un país en el que no entendía el idioma, sin dinero, recuerdo estar sentado comiendo un sándwich llorando. Lo mismo cuando volvía en el avión desde Rumania. Pero frente a esas situaciones hay que tomar impulso y ser fuerte para poder sobreponerte.

– Primero te cruzaste con Esnáider y luego con Leganés. ¿Estuviste en los lugares justos en los momentos indicados?
– Tal cual. Es un poco de suerte, pero también hay que buscarla. Juan (Esnáider) me cambió la vida. El me hizo dar el primer paso, pero después mi carrera ya dependía de mí. Todo lo hice con mucho esfuerzo, por eso le doy mayor valor a lo que conseguí.

– A los 30 años diste el paso a Segunda y dos años después llegaste a una de las mejores ligas del mundo. ¿Fue el sueño del ‘pibe’ cumplido a una edad en la que ya no lo esperabas?
– Claro. A los 29 ya me costaba imaginarme que iba a jugar en Segunda División. De repente estoy en Primera con Leganés, tengo el reconocimiento de la gente y soy el capitán del equipo. Lo que me pasó fue algo único.

Su despedida de Leganés.

Su emotiva despedida de Leganés, donde es ídolo.

– ¿Cómo fue el cruce con Messi?
– Precioso. Ya el hecho de bajar las escaleras del Camp Nou como capitán, esperar a Messi y salir al campo; lo mismo en el Santiago Bernabéu con Sergio Ramos. Esperaba a una persona más cerrada, pero me encontré con un ser humano muy abierto y sencillo.

– ¿Conocía tu carrera?
– Yo pensaba que no iba a saber ni quién era. En un partido que no fui titular me saludó y me dijo ‘hola, que tal, qué mal que no jugás hoy’. Eso te sorprende porque demuestra que realmente se interesa por los demás. Estuve hablando diez minutos cuando terminó el partido y hasta nos sacamos una foto.

– ¿Qué fue lo que más cambió al momento de llegar a una liga tan competitiva?
– Yo viví los cambios dentro del mismo club. En Segunda B con Leganés entrenábamos donde jugábamos el fin de semana. Luego ya teníamos una ciudad deportiva. Después, pasé de enfrentar a jugadores de Segunda B a marcar a Neymar, Luis Suárez, Messi. Cambia todo: cantidad de público, repercusión, nivel económico. Hay que estar mejor entrenado, más capacitado. Todos los rivales tienen futbolistas de distintas selecciones del mundo.

– Enfrentaste a varios de los mejores jugadores, ¿cuál te complicó más?
– Más allá de Messi o Cristiano, que tiene un desmarque increíble, Neymar me pareció algo espectacular. También Gameiro, Maxi Gómez, Santi Mina o el propio Griezmann, que nos hizo cuatro goles. Jugar contra Koke fue especial, porque habíamos sido compañeros en Atlético “B”.

– ¿Disfrutaste más los ascensos o ganar y eliminar a Real Madrid en el Bernabéu por Copa del Rey?
-Dio la casualidad que mis hijos nacieron en los momentos más importantes. Nació Miranda y ascendimos a Segunda, nació Claudia y ascendimos a Primera y nació Fabio y sacamos a Real Madrid. En Leganés me preguntaban si iba a tener un cuarto hijo (risas). Los ascensos fueron especiales, sobre todo el de Segunda B a Segunda, porque era pasar a la división que hacía tiempo quería llegar y en un club que lo necesitaba. Después llegar a Primera fue cumplir un sueño y eliminar a Real Madrid en su cancha ya fue una “locura”.

Mantovani salta con Sergio Ramos.

Mantovani salta con Sergio Ramos.

– ¿Cómo recibís el cariño de los hinchas de Leganés, que te tratan como un ídolo? Hasta gritaron los dos goles que les marcaste jugando para Huelva. Algo insólito…
– Sí, eso no sé en qué lugar del mundo puede pasar. Saber que la gente te quiere te llena de orgullo. El reconocimiento es precioso.

– ¿Quién es el mejor central en la actualidad?
-Sergio Ramos me encanta y Van Dijk también está en un nivel muy bueno. Son los dos mejores en la actualidad.

– ¿Y entre los argentinos?
– Germán Pezzella me gusta mucho.

– Desde chico te formaste para jugar al fútbol. Hoy, con 35 años, ¿te preparás para el día después del retiro?
– Sí. Sé que va a ser un momento complicado porque te cambia la vida. No integrar un vestuario lo voy a sufrir, por eso hay que hacerse la idea de antemano. Intentaré seguir ligado como entrenador (le falta un año para terminar el curso), representante o desde algún otro lugar.

De joven cabeceaba las ramas de los árboles para “llegar”

Martín Mantovani no tenía el futuro garantizado por condiciones naturales, pero se esforzaba al máximo para abrirse camino. Más allá de las prácticas en su club, en su juventud también lo entrenaba su papá, Antonio, quien se las ingeniaba para hacer distintos trabajos en la plaza frente a su casa del barrio Villa Lourdes. “Era un entrenamiento bastante exigente: tenía que llegar a cabecear las ramas de un árbol, le pegaba a la pelota con las dos piernas, hacía pasadas, me ponía pesas en las piernas con tuercas atadas con un precinto”, contó entre risas. El actual jugador de UD Las Palmas recordó cómo se inició todo en Mar del Plata, a donde suele regresar en vacaciones para visitar a su familia.

– ¿Cómo se metió el fútbol en tu vida?
– Tenía 5 años. El carnicero al que iba a comprarle con mi tía siempre me veía con la pelota. Como su hermano era técnico de Banfield, me dijo de ir. Me gustó enseguida.

La 1984 de Banfield. Mantovani es el anteúltimo entre los parados.

La 1984 de Banfield, bicampeona de la LMF (1996 y 1997). Mantovani, anteúltimo entre los parados.

– ¿Cuáles son los recuerdos de la infancia en el barrio y en Banfield?
– Una etapa muy linda. Siempre tengo presente a mis amigos de Villa Lourdes: íbamos a la playa casi todo el día y desde las 19 hasta la noche tarde jugábamos a la pelota en la plaza. En Banfield fue la etapa de iniciación, en la que todo se hacía todo a pulmón. Entrenábamos con Oscar Diñeiro en una canchita que habíamos armado nosotros en un terreno baldío. Teníamos un grupo muy lindo, que se mantuvo de los 5 a los 14 años. Me formó en el fútbol y en lo referente a la personalidad.

– Tu papá te acompañaba siempre…
– Es un loco del fútbol. Siempre tuve su apoyo y el de mi mamá (María Rosa). El me seguía con frío, lluvia, viento, tanto a los entrenamientos como a los partidos. Fue muy importante para que yo pueda llegar.

– ¿De qué equipo eras hincha de chico y quién era tu ídolo?
– Siempre fui simpatizante de River y mi referente era Roberto Ayala.

Mantovani persigue a Joseph Johnson (River), quien había llegado de Sierra Leona escondido en un barco.

Mantovani detrás de Joseph Johnson (River), quien había venido escapado desde Sierra Leona escondido en un barco.

– ¿Te probaste en algún club de AFA?

– Entre los 14 y 18 años me probé en seis equipos: Vélez, San Lorenzo, Huracán… En Independiente estuve una semana, me dijeron que quedaba y después me avisaron que habían conseguido otro chico. Ahí me acuerdo que estuve a punto de dejar de jugar.

– ¿Qué te quedó de la etapa en Kimberley, con un debut en la Liga Marplatense con 17 años y un Torneo del Interior?
– Era un club con una mejor estructura, una villa deportiva preciosa y otras comodidades. Me marcaron mis técnicos de inferiores, como Marcelo Zwicker y Marcelo López. Ya aprendí a tener presente cuestiones tácticas. Debuté en Primera de la mano de “Carpeta” (Juan Carlos Eito), pude salir campeón (Clausura 2004) con el “Toro” (Daniel) Abelén y jugar un Regional. La derrota con Banfield (definición del Apertura y la Final Anual 2004) me dolió mucho, pero también me dejó muchas enseñanzas.

Mantovani se saluda con sus compañeros de Kimberley.

Mantovani se saluda con sus compañeros de Kimberley.

– ¿Fue más lindo el gol de chilena de afuera del área en Kimberley (contra Alvarado, en semifinales del Apertura 2005) o el de taco en Las Palmas?
– El de acá fue bonito, pero era un partido amistoso. El que hice en Kimberley fue en un partido oficial, en una instancia importante. El arquero rival era “Pepe” (José) Fiscella, que al año siguiente fue mi compañero en Cadetes.

– Cadetes te permitió jugar otro Argentino C y te abrió la puerta al profesionalismo mediante Juan Esnáider…
– Si bien fue un período corto (de enero a abril de 2006), fue el club que me cambió la carrera. Hicimos un equipo competitivo, muy bueno. No logramos ascender (derrota en semifinales contra Deportivo Coreano) y después gracias a Juan me surgió la posibilidad de ir a España.

Mantovani formado con Cadetes en un partido del Argentino C.

Mantovani formado con Cadetes en un partido del Argentino C.

– ¿Seguís el fútbol marplatense?
– Intento. Me gusta enterarme como salen los partidos de Kimberley, Banfield, Cadetes, miro por arriba cómo va el campeonato. Lo que sí, ya no tengo mucha idea de los jugadores actuales.

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En un periodo especial, de aislamiento por el coronavirus, Mantovani aprovecha el tiempo para disfrutar de su familia (su esposa Olga y tres hijos) y entrena en su casa de Las Palmas, en Gran Canaria, con las mismas ganas que lo hacía en la plaza de Villa Lourdes en Mar del Plata. Sabe por experiencia que la historia está para escribirse día a día. La suya ya tiene un guion de película.



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