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Cultura 25 de julio de 2016

Apareció “Ser y comer”, una lupa sobre la industria alimenticia

Escrito por el periodista de medicina y salud Marcelo Rodríguez, el libro es un lúcido trabajo que incluye entrevistas a especialistas y que echa luz sobre la mala alimentación y sus enfermedades asociadas.

Por Alejandro Manrique

La publicidad invade estridentemente con ofertas de comidas, muchas de ellas ciertamente no saludables para la medicina actual. Se vive un período de la historia humana en que, hasta desde las más altas esferas gubernamentales de muchos países, se trata de combatir la mala alimentación y sus enfermedades asociadas con planes y recomendaciones de toda clase para la población. El tema de la alimentación y salud está instalado con firmeza en la agenda pública desde hace años.
Sucede que ciertos tipos de cáncer, diabetes, insuficiencia renal o hipertensión, por mencionar algunos padecimientos crónicos que crecen invariablemente, son en muchos casos consecuencia de una alimentación desequilibrada y sujeta a los mandatos de la industria y los nuevos hábitos de la sociedad moderna. La Organización Mundial de la Salud lo ha reconocido permanentemente en sus informes anuales, no exentos de crecientes recomendaciones.
En esa temática se inscribe el libro “Ser y comer. La industria alimentaria sobre el tapete”, publicado por Ediciones Urano (2015, 320 páginas), a cargo del periodista de medicina y salud Marcelo Rodríguez, quien, a través de un extenso y lúcido trabajo que incluye entrevistas a especialistas, echa luz sobre un tema candente en la sociedad.
Al igual que lo hiciera anteriormente en sus dos obras de ensayo narrativo, dedicadas a examinar el origen y evolución de conceptos tan importantes como la salud y la inteligencia, Rodríguez exhibe una pericia notable al destacar citas históricas, rescatar personajes de épocas pasadas o mencionar filósofos de la humanidad para dar un contexto temporal a cada apartado que aborda en su nuevo libro. Un libro con 15 capítulos escritos en forma amena y extremadamente bien documentados, con amplia información científica, sustento de los argumentos que el autor esboza en forma aguda y mordaz.
La comida “es portadora del mal”, expresa reiteradamente Rodríguez en su nuevo trabajo, al fundamentar las múltiples y variadas razones por las cuales considera a la comida como responsable de ciertos males, entre ellos las dietas equivocadas, los estereotipos sociales a través de la historia o la discriminación social desde el momento que ricos y pobres no se alimentan de la misma forma.
Hace tres décadas atrás, aunque las diferentes clases sociales en la Argentina comían distinto, la composición nutricional era similar, explica un estudio mencionado en el texto. Esta situación cambió notablemente en años recientes, un cambio cultural que ha llevado a que las familias pobres aumenten los hidratos de carbono refinados y disminuyan la ingesta de frutas y verduras. Según especula el autor, existiría una cultura de relación personal con el plato de comida y una conducta que lleva al individuo a hacerse responsable en la elección de la comida correcta.
En un mundo con suficiente cantidad de alimentos para abastecer a toda la población, el hambre sigue paradójicamente presente. Y la información disponible sobre cómo y qué comer es ingente, sustentada desde el punto de vista científico para rebatir viejas costumbres así como la tecnología de producción de los alimentos que consumimos. Sin embargo, sostiene el autor, se hace imposible “comer sano” porque ingerimos lo que podemos y está a nuestro alcance, sin importar los motivos de un lema que se convirtió en obsesión por parte del público consumidor.
A manera de conclusión, en un último apartado, el autor sugiere que la educación sumada a la capacidad crítica serían las soluciones sobre cómo producir los alimentos y qué comer para estar saludable. Su obra es un intento de aproximación y planteo del debate alimentario: “Este ha sido un humilde intento de abrir el tema a diferentes voces para considerarlo en su complejidad y más razonablemente”, remata sobre el final. Un libro convincente e ilustrativo en el que Rodríguez cuestiona intensamente a la industria de los alimentos y los medios, al ponerlos en evidencia y transmitir el planteo de una sociedad obsesionada por infinitos motivos con el acto cotidiano de comer.