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El Mundo 7 de agosto de 2016

Erdogan abogó por restaurar la pena de muerte en Turquía

Ante más de un millón de personas, el presidente condenó el fallido intento de golpe de Estado. Dejó la aprobación de implementar o no la pena capital en manos del Parlamento.

ESTAMBUL, Turquía.- Ante más de un millón de personas en una multitudinaria e histórica concentración en Estambul en repudio al frustrado golpe de estado del pasado 15 de julio, el presidente turco, Recep Tayyip Erdogan, dijo: “Si el pueblo quiere la pena de muerte, los partidos respetarán su voluntad”.

Un fortalecido Erdogan condenó en la bautizada “marcha de la democracia y los mártires” el fallido intento de golpe de Estado ante una amplia muestra de apoyo y dijo que “el Parlamento debe decidir sobre la pena de muerte. Si lo aprueba, yo lo firmaré”.

“Propusieron volver a introducir la pena de muerte. Es un asunto que queda en manos del Parlamento. Hay que tener en cuenta que la pena de muerte existe en Estados Unidos, China y otros lugares”, instó ante más de un millón de personas.

Y agregó: “Aceptaré cualquier decisión que tome al respecto. Si la gente lo desea, los partidos deben respetar su opinión”.

Las últimas ejecuciones en Turquía fueron en 1984, cuatro años después del golpe militar de 1980 que hizo un amplio uso de esa condena, pero la abolición legal de este castigo sólo llegó en 2004.

Para reintroducir la pena de muerte sería necesario reformar el artículo 38 de la Constitución, para lo que actualmente no parece haber mayoría en el Parlamento, consignó la agencia de noticias EFE.

En medio de las críticas de occidente sobre purgas y detenciones generalizadas, el presidente recibió un masivo apoyo popular, en una manifestación antigolpista atravesada por miles de banderas turcas que le daban color al recinto Yenikapi de Estambul, un espacio, de 400.000 metros cuadrados lleno a pleno.

Entre la multitud, se leían carteles con leyendas como “Erdogan es un regalo de Dios” o “Moriríamos por el presidente”, así como fotografías del jefe del Estado y del fundador de la república, Mustafa Kemal Atatürk
Esta es la primera vez en décadas en que las formaciones opositoras que acuden a una concentración en apoyo al gobierno del país de casi 80 millones de habitantes, a excepción de la tercera fuerza del país, el partido prokurdo HDP, que no fue invitado ya que Erdogan lo acusa de estar vinculado al prohibido Partido de los Trabajadores del Kurdistán (PKK).

El acto comenzó con el himno nacional, seguido de una recitación del corán y una oración en memoria de las 240 víctimas del golpe, entre civiles y fuerzas leales al gobierno.

Además del discurso del presidente, también hablaron el primer ministro, Binali Yildirim, y los dirigentes de dos de los tres partidos de la oposición, el socialdemócrata Kemal Kilicdaroglu y el nacionalista Devlet Bahceli.

El líder de la oposición laica Kilicdaroglu dijo que tras la noche del 15 al 16 de julio “se ha abierto la puerta de un nuevo compromiso en Turquía, un país nuevo”. “Han querido organizar un golpe contra nosotros y nuestro sistema parlamentario pero no lo han conseguido”, declaró durante el evento, según el diario turco Hurriyet.

Y agregó: “Tenemos que contribuir al fortalecimiento de la democracia”.

La movilización, en el extremo sur de la península de Estambul, marcó el punto más álgido de las tres semanas de manifestaciones nocturnas de los seguidores de Erdogan, en las plazas en todo el país.

Asimismo, el portal Europa Press informó que, según la organización, hubo más de dos millones de banderas, cinco millones de botellas de agua, e imponentes medidas de seguridad con 22 máquinas de rayos X para controlar a los asistentes de una manifestación vigilada por más de 13.000 voluntarios sin contar agentes de Policía.

Para esta inmensa congregación fueron movilizados helicópteros y 700 médicos y enfermeras.

También ante tal magnitud se organizó un importante dispositivo gratuito de transporte público reforzado, entre ellos 250 barcos de pasajeros y hasta 7.000 colectivos provenientes de otras ciudades.

Anoche, Erdogan anunció que “la amenaza del golpe no se ha superado aún” y prometió continuar sin descanso las purgas en la Administración para apartar de sus cargos a simpatizantes de la red islamista de Fethullah Gülen, un predicador turco cuyo grupo era hasta 2013 un firme aliado del actual presidente.

Desde el comienzo, todas las formaciones parlamentarias se opusieron al intento de golpe de Estado, que causó al menos 260 muertos e hizo que el Gobierno declarara el estado de emergencia y una masiva purga en varios estamentos públicos, que incluso llegó al sector privado.

Los tres partidos opositores manifestaron su preocupación porque no fueron informados de las reformas estructurales de las fuerzas armadas, entre otros sometiéndolas a mayor control civil. Algunos opositores y organizaciones como Amnistía Internacional también mostraron su preocupación por las violaciones de derechos humanos y abusos de poder cometidos en las últimas semanas.

Hasta ahora, unas 15.000 personas fueron detenidas y más de 60.000 fueron suspendidas o cesadas de sus cargos por supuestos lazos y apoyo a Gülen, autoexiliado en Estados Unidos desde 1999 y a quien las autoridades señalan como instigador del intento golpe, algo que él negó.

Pero hoy, fue el primer ministro del país, Yildirim, quien hoy prometió llevar a Gulen ante la justicia: “No será un acto de venganza: será un acto legal”, aseguró.