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Cultura 14 de mayo de 2022

Adriana Amado: “Son las malas noticias las que alejan a la audiencia de la información”

En "Las metáforas del periodismo", que presentará en la Feria del Libro, la docente y analista de medios pasa revista a las imágenes que el oficio forjó sobre sí mismo y las transformaciones que estas sufrieron con la difusión de la tecnología.

Adriana Amado es docente y analista de medios. Foto: Télam | Daniel Dabove.

Por Eva Marabotto

El rol del periodista como contextualizador, verificador y curador de la información que circula en las distintas esferas de la vida pública y la tendencia a la “uberización” de la información -que alude a la posibilidad de que cualquiera produzca información y la ofrezca sin intermediarios-, son dos de los ejes de “Las metáforas del periodismo”, el ensayo en el que la docente y analista de medios Adriana Amado pasa revista a las imágenes que el periodismo forjó sobre sí mismo y las transformaciones que estas sufrieron con la difusión de la tecnología.

Aunque en el imaginario entable una disputa con la ficción, el periodismo no está disociado de los procedimientos afines a la literatura: hay vasos comunicantes entre ambas disciplinas que se visibilizan en el uso de la palabra y los recursos. Sobre esta hipótesis se construye el nuevo texto de Amado, que además de ofrecer un recorrido por las metáforas que el periodismo cristalizó a lo largo de más de un siglo analiza el cimbronazo que sufrió el oficio a partir la irrupción de los soportes digitales, entre ellos las redes sociales que parecen haber descentralizado el foco de producción de las noticias.

Con prólogo de Silvio Waisbord, profesor en la Escuela de Medios y Asuntos Públicos en George Washington University, Estados Unidos, el libro editado por Ampersand será presentado el sábado en la Feria del Libro.

Amado es docente e investigadora, doctora en Ciencias Sociales en la Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales, magíster en Comunicación Institucional y Licenciada en Letras en la UBA.

– ¿Cambiaron las metáforas con las que el periodismo habla de sí mismo a lo largo del tiempo y desde que dejó de ser un producto exclusivo de los medios ?

– No solo cambiaron las metáforas, cambió también la identidad del periodismo. De algún modo, la idea de tomar las definiciones que el periodismo se da a sí mismo como una metáfora fue para relativizar algunas etiquetas que el periodista adopta para presentar lo que hace y que la sociedad le asigna a lo que hace. Pero eso no necesariamente coincide con lo que efectivamente es su trabajo.

Hay que tener en cuenta que muchas de esas metáforas que vienen desde el siglo XIX en el momento fundacional de la profesión, como por ejemplo, la metáfora de la construcción de la opinión pública o la metáfora que tiene que ver con la construcción de un país se convirtieron no solamente en algo licuado sino también en en una especie de carga pública por la cual, el periodista queda condicionado de una función que hoy le es ajena.

– En el libro desarrollás el concepto de periodista mutante para dar cuenta de quién es capaz de adaptarse a los desafíos que impone la tecnología.

– Empecé el libro bastante antes de la pandemia en un momento en que la palabra mutación quizás no estaba tan en el lenguaje corriente. Es un concepto que usa Alessandro Baricco en un libro de 2008, donde hablaba que muchas veces la transformación digital no es una transformación en el sentido literal, en la medida en que en un momento el sistema se da completamente vuelta y pasamos a otro sistema, sino que se trata de pequeñas mutaciones que van ocurriendo en ese código genético que tenemos y que en algún momento nos convierte en otra variante, no en otra especie. Creo que algo de eso pasó con lo digital.

En la transformación digital que tiene ya muchos años, uno puede pensar que la computadora personal aparece en la década del 80 e Internet a fines de los 90, es decir que ya tenemos generaciones completas nacidas y criadas en el ambiente tecnológico. Sin embargo, profesiones como las del periodismo todavía lo tienen como una herramienta, no como parte del medio en el que se desarrolla la profesión, como lo viven los millennials o la generación z, no hacen la distinción de lo digital porque todo su mundo es digital.

En cambio en el periodismo, todavía se usa esa etiqueta de medio tradicional, medio gráfico.

– ¿Cuál es la distinción entre el periodismo multimedia y el transmedia?

– Es interesante la diferencia entre multimedia y transmedia porque como todos conceptos de moda se usan para cualquier cosa y después también por eso mismo son términos inflados.

La mayoría de los medios son medios multimedia en la medida que eligen varias pantallas para llegar a las audiencias. Entonces, un medio que era gráfico tiene soporte digitales, redes sociales. Pero es transmedia, cuando el medio integra en su producción, los aportes de los destinatarios en el mundo digital contemporáneo, se habla mucho del contenido producido por los usuarios, pero a una profesión como el periodismo le cuesta mucho

integrarlo, lo tenía de alguna manera marginal en las cartas de los lectores, en los mensajes de los oyentes o en las encuestas que muchos medios largan en cada programa o en las convocatorias que hacen a determinadas consignas. Ahí hay transmedia, aunque se trate de una radio tradicional porque parte del contenido del programa está determinada por por esa participación activa de los oyentes. Pero, a veces esos conceptos se asocian a lo digital y entonces parece que si el medio abre una cuenta en las redes sociales y oferta el mismo contenido en distintos canales, ya se convierte en transmedia y, en realidad, la transformación mayor para el periodismo es cómo integrar eso que hoy la gente hace espontáneamente desde todos sus dispositivos que es compartir, editar, comentar, criticar, transformar o incluso hacer memes.

– Al contrario de lo que suele creerse, asegurás que la cobertura catastrófica o el amarillismo, en el largo plazo no logra mantener el interés de la audiencia y la espanta…

– Una de las metáforas que subsiste en torno de los medios tiene que ver con el periodismo sensacionalista, relacionado con la tapa catastrófica o el título amenazante de letras grandes. Pero los medios ya no se consumen por la tapa, porque ya poco se venden en puestos de periódicos, en donde uno puede elegirlos. Quizás hay países como en Perú en donde eso sigue funcionando, pero en el mundo digital los títulos tienen más o menos el mismo tamaño, no hay una tapa para llenar con una foto. El dato surge de de estudios sistemáticos se vienen haciendo desde la década del 60 que muestran que, lejos de esa suposición que se hacía, de que la gente quiere malas noticias, lo que se está constatando es que son las malas noticias las que alejan a la audiencia de la información. Con “malas noticias” me refiero a esas coberturas dramáticas en donde no hay escape, donde estamos mal y no hay forma de solucionarlo.

– ¿Hacia dónde “escapa” la gente?

– La gente se escapa hacia las historias de vida o las que puedan, de alguna manera, brindarle alguna salida a la catástrofe. Hoy con una oferta tan multiplicada que, basta con que aparezca un aviso publicitario o algún vídeo emergente mientras está navegando en una pantalla, para que la persona elija ver un vídeo de gatitos antes de quedarse en una nota que preanuncia el fin del mundo y ahí hay un desafío porque la mayor parte de las noticias son catastróficas

La pregunta es cómo una noticia pesada o con ribetes que puede ser perjudiciales para la sociedad puede desde el periodismo presentarse a partir de de las soluciones o a partir de testimonios que muestran que eso puede ser superado. Eso no significa caer en el periodismo de propaganda, ya que eso también es tan rechazado como el periodismo de catástrofe, que, como nos muestra, por ejemplo la guerra de Ucrania obviamente tiene un interés inicial cuando el suceso estalla, pero es muy difícil mantener la misma atención a lo largo del tiempo. Eso va decayendo y es natural.

– ¿Entonces, existe una dicotomía entre lo que los medios quieren darle a la audiencia y lo que ésta pide?

– Esa diferencia entre la oferta y la demanda periodística cada vez están más resuelta porque nunca antes en la historia de la tecnología un medio podía estar verificando en tiempo real qué impacto tiene una noticia o una publicación. De hecho, cualquiera de nosotros puede hacerlo en las redes sociales. Generalmente estaba dividido: por un lado lo frío y lo banal que era interesante, y por otro, lo importante que tenía que ser serio y aburrido. Ahora el desafío es cómo hacer atractivo para la audiencia algo que merece ser contado.

– Ahí surge la figura del periodista como curador de contenidos, verificador o contextualizador…

– Todas esas habilidades deberían ser parte del periodismo. Es muy raro que la verificación esté fuera de las redacciones o después de que la información salió publicada. Hay como un proceso de de recuperación de la credibilidad que requiere que todos deberían trabajar conjuntamente para ofrecer una información de mayor calidad, que vuelva a darle al periodista un lugar jerarquizado y que muestra su ventaja con relación a las otras fuentes de información.

Télam.



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