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Opinión 4 de diciembre de 2022

Entre alborotos y políticas de fondo

Hubo incidentes en la última sesión en Diputados.

por Jorge Raventos
Tanto las principales fuerzas políticas como buena parte de los analistas que observan y comentan ese escenario lucen concentrados en lo que ocurrirá con (y a partir de) las elecciones programadas para fines del año próximo.

La inmovilidad frenética

No se observan debates centrados en los dilemas fundamentales del país, que están notoriamente presentes: se registran minuciosamente indignaciones, chimentos y rencillas. Los acontecimientos son jerarquizados con la encrucijada electoral como perspectiva dominante y, aunque el balance parecería cambiar constantemente como producto de pequeñas peripecias (bochinches en las Cámaras, determinado recurso ante la Justicia, algún fallo controvertido, la integración de algún organismo, los encuentros o desencuentros entre dirigentes de líneas que se presume enfrentadas), convenientemente dramatizadas con el objetivo de no perder el interés del público, tanto los comentaristas como los dirigentes de uno u otro bando coinciden en cuál será el resultado final del futuro comicio.

La preocupación del peronismo, está menos centrada en quién deba ser candidato que en quiénes no deberían figurar porque serían garantía de catástrofe (Fernández encabeza esa nómina pero cualquier camporista lo superaría). Lo que el peronismo cree necesitar es un voluntario dispuesto a dar batalla para conseguir la mejor derrota posible en las presidenciales, mientras las jefaturas locales procuran sostener sus territorios.

Por el contrario, en Juntos por el Cambio todos dan por sentada la victoria de su coalición, mientras los líderes de las distintas facciones disputan encarnizadamente no sólo por las principales candidaturas, sino por el rumbo y el sistema de alianzas que resultarían de un triunfo que consideran garantizado. Es decir, disputan sobre la naturaleza misma del frente político del que forman parte.

Detrás del alboroto

Más allá de ese un combate cuyo resultado todos suponen anticipadamente definido y de ese espectáculo donde reinan simultáneamente el frenesí y la inmovilidad, ocurren importantes cosas menos observadas, cambios de fondo que van constituyendo la plataforma de una nueva etapa.
La última semana apuntábamos aquí a un asunto en el que, sin la parafernalia y las alusiones al Pacto de la Moncloa que suelen asociarse a los grandes acuerdos de Estado, está practicándose en el país.
En rigor, el eje de ese programa es el acuerdo con el Fondo Monetario Internacional, votado por las dos fuerzas principales en el Congreso. El kirchnerismo puede taparse la nariz y la coalición opositora puede molestarse por el hecho de que sea el ministro de Economía de este gobierno el que esté a cargo de administrar esa medicina en la actualidad, pero la necesidad tiene cara de hereje y es ella la que empuja la convergencia por encima de los detalles.
Juntos por el Cambio no podría oponerse seriamente a políticas que, con sus más y sus menos, ha auspiciado y promete poner en práctica más enérgicamente si se confirma el triunfo que predice.

Poder nacional y capacidad de disuasión

Un campo menos atendido por los observadores y analistas es el de la Defensa, donde también se están generando bases para una nueva etapa. Es relevante que eso esté ocurriendo durante los últimos años, cuando la cartera ha estado en manos de dos figuras importantes del peronismo asociado a las administraciones K: Agustín Rossi y Jorge Taiana. Aunque los viejos reflejos kirchneristas no están muertos (últimamente se han manifestado en el Senado en el rechazo al ascenso de media docena de destacados oficiales “por portación de apellido”), desde la cartera de Defensa se ha promovido una política alejada de la desconfianza activa hacia el mundo militar que era proverbial en el pensamiento K. Por el contrario, se han promovido cambios que recientemente destacó el general Juan Martín Paleo, Jefe del Estado Mayor Conjunto de las Fuerzas Armadas:” Por primera vez se cuenta con una ley de fondos específicos destinados al reequipamiento que se ha sostenido y hecho un gran esfuerzo para mantenerla y ejecutarla.

Este marco de estabilidad es de suma importancia para que en forma gradual y sostenida, que nos permita desarrollar en forma plurianual los proyectos para recuperar, modernizar y adquirir los materiales y equipos necesarios para estar en capacidad de cumplir con los objetivos que le fija la política de defensa a la Estrategia Militar, en particular el logro del principal efecto deseado: lograr un poder de disuasión que resulte creíble y en consecuencia desaliente una agresión estatal militar externa”.

Estas expresiones del general Paleo están incluidas en un importante texto que él escribió vinculando con la actualidad la fecha del 20 de noviembre, día de la Soberanía.

“Este 20 de noviembre -señaló Paleo- se cumple un nuevo aniversario del Combate de Vuelta de Obligado en donde la Argentina se enfrentó a las dos potencias imperiales más grandes del siglo XIX por la defensa de su integridad territorial y la autonomía para decidir su propio marco legal respecto a la navegabilidad de sus ríos. (…) Aquella hazaña, que motivó el reconocimiento de los países de la región y la felicitación del General San Martín al gobierno de la Confederación Argentina ‘que mostró que los argentinos no son empanadas que se comen con sólo abrir la boca’, nos invita a repensar en clave moderna la contribución de las FF.AA. a la defensa de la soberanía”.

Soberanía en el marco de la agenda global

En efecto, el artículo del Jefe del Estado Mayor Conjunto analiza “en clave moderna” aquel episodio y describe una política que ya está en marcha. “Un error muy común es pensar que hablar de la defensa de nuestros recursos naturales es avalar teorías conspiracionistas como las que afirman que las grandes potencias vendrían a llevarse el agua dulce -señala el general Paleo-. Lejos de eso, pensar en la defensa de los recursos naturales parte de un análisis objetivo de cómo las grandes potencias han intervenido en conflictos armados en este primer cuarto del siglo XXI.

En la reunión del G-7 celebrada en Múnich el pasado mes de junio, el ex premier británico Boris Johnson le planteó a nuestro presidente su agenda de interés sobre alimentos, minería y energía. Esta agenda no es sólo del Reino Unido sino que es la agenda global de las grandes potencias y uno de los desafíos más importantes que enfrenta la humanidad frente a la doble tendencia de fuerte crecimiento demográfico y las consecuencias del cambio climático.

}La soberanía sobre esta tríada (alimentos, energía y minería), así como también su explotación sustentable e inteligente es fundamental para el desarrollo argentino y el bienestar de su población. Ante esta situación las FF.AA contribuyen para que el Estado argentino no esté sujeto a la coerción de otros Estados en lo que respecta al uso de sus recursos. Las FF.AA son el instrumento con que debe contar el Estado argentino para decir No cuando tenga que hacerlo”.

Está claro que la política que Paleo describe desde la perspectiva de la defensa es parte de una estrategia de política exterior: “Argentina no está sola ante esta situación geopolítica de poseer alimentos, energía y minería y es por eso que las FF.AA, a través de una estrategia defensiva y cooperativa pero activa (en especial con nuestros países vecinos) mantienen mecanismos estrechos de cooperación y diálogo”.

Tampoco tiene exclusivamente un objetivo de defensa de los recursos actuales, sino también uno de proyección geopolítica: “Un párrafo aparte merecen las Islas Malvinas, Georgias y Sándwich del Sur que son la puerta de entrada a la Antártida y sirven de punto de apoyo para el control del estrecho de Drake que conecta al Pacífico con el Atlántico (…) Hablar de Malvinas e Islas del Atlántico Sur es hablar de nuestro futuro y de nuestro desarrollo. Es hablar de toneladas de pesca anuales que hoy están siendo ilegalmente usufructuadas por el Reino Unido y es también hablar de la potencial posibilidad de la explotación de hidrocarburos Off-Shore. Pero por sobre todas las cosas es hablar de nuestra proyección sobre el sector antártico argentino en donde Tierra del Fuego constituye nuestro principal nodo de conexión con la Antártida. Por esa razón, desde el Ministerio de Defensa y como parte del ciclo de planeamiento en desarrollo se ha decidido reforzar la conectividad de las Islas con vuelos de LADE, se ha instalado un radar móvil de control de vigilancia aérea de producción nacional en Río Grande; se prevé la construcción de una base naval integrada en Ushuaia, una Base de Despliegue Adelantado para la operación de aeronaves de la Fuerza Aérea y la creación de una nueva unidad militar del Ejército en Tolhuin y se avanza con la modernización y ampliación de la Base Antártica Petrel dentro del marco del tratado antártico. De este modo buscamos incrementar la conectividad entre las Argentinas Continental, la Insular y la Antártica, asegurando las Líneas de Comunicación Marítimas (LCM), desarrollando la infraestructura necesaria y asegurándola a través de su Instrumento Militar”.

El muy detallado trabajo del general Paleo es mucho más que el texto de un analista idóneo: es la comunicación de un jefe militar que informa sobre un rumbo ya emprendido. Detalla una línea estratégica destinada a “limitar la libertad de acción del enemigo en una zona de operaciones mediante acciones militares no lineales de desgaste, rehusando el enfrentamiento decisivo.

Como se puede ver, por debajo del sonido y la furia que campean en el escenario y las pantallas, invaden los análisis y contaminan el ánimo público, hay sectores en los que se actúa en el presente con conciencia del interés de la patria, con la mirada puesta en la realidad del mundo y de la Argentina y con un horizonte de al menos dos décadas. Así se forjan las políticas de Estado.