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Cultura 12 de diciembre de 2016

Leandro Avalos Blacha: “El cine es inevitable, me ayuda a pensar climas para escribir”

Formado en el taller de Alberto Laiseca, el escritor elaboró una historia delirante en la que ingresan vedettes asesinadas, grupos de monjas, una niña que sabe demasiado y una pareja de amigos muy competitivos. Una "historia policial que tiene una especie de cruce con el terror", aclara.

En su nueva novela, “Malicia”, el escritor Leandro Avalos Blacha se sirve de diversos lenguajes como el cine de terror, la literatura policial, el cómic y la televisión, para configurar una delirante historia que incluye una serie de asesinatos a vedettes, un misterioso grupo de monjas, una niña que sabe demasiado y una pareja de amigos que se la pasan compitiendo en medio de la temporada teatral de Villa Carlos Paz.

Publicada por Entropía, la novela abunda en referencias: el manejo del terror del director italiano Darío Argento, ciertos aspectos bizarros del cineasta estadounidense John Waters, el realismo delirante del escritor Alberto Laiseca y una trama movediza que puede recordar a la literatura de Thomas Pynchon.
Pero más allá de eso, el libro habla sobre el rencor, el egoísmo y la codicia que se establece en las relaciones sociales.

Nacido en Quilmes en 1980, Leandro Ávalos Blacha escribió los libros “Serialismo”, “Berazachussetts” y “Medianera”. En diálogo con Télam, el autor habló sobre su nueva novela. “Me interesaba ese tipo de historia policial que tiene una especie de cruce con el terror”, sostuvo.

-¿Cómo se originó esta historia en tu cabeza?

-Tenía muy claro el principio: una relación de dos amigos que están todo el día compitiendo por nada. Quería que la novela tuviera la cuestión del juego muy a flor de piel. El vicio por el casino suele ser un rasgo que hace asomar lo peor de uno. Es algo que termina controlando a los personajes. En un nivel general, es una novela que pensé a partir de los diálogos de las películas, la figura del asesino, el cruce entre policial y lo sobrenatural. En esas películas, muchas veces, la figura de quien comente el crimen queda diluida y lo que asoma no es tanto la monstruosidad del asesino, sino la oscuridad de todos los otros personajes que empiezan a querer salvarse. Una de las películas emblemáticas es “Seis mujeres para el asesino”, de Mario Bava.

-En su necesidad de salvarse solos, los personajes muestran su aspecto más egoísta…

-Son personajes que se mueven con un individualismo terrible. El único lazo de amistad que hay en la novela, entre Mauricio y Juan Carlos, está basado en el rencor, la competencia, los celos. Hay algo del conflicto mediático, está muy presente esta suerte de periodismo de espectáculos donde todo gira en torno a peleas entre actrices, el teatro de revista, las obras del verano en Córdoba o Mar del Plata.

-¿Cuál es la influencia que tiene el cine en tu escritura?

-El cine es inevitable, me ayuda a pensar climas para escribir. Es un mundo del que me puedo servir más conscientemente que de lo que puede ser una influencia literaria. Cuando me señalan una influencia de Aira o Laiseca, creo que son cosas que surgen de un modo natural. Con el cine hay algo más meditado, me ayuda pensar en otro lenguaje narrativo. En este caso, el cine italiano estuvo muy presente. Me interesaba ese tipo de historia policial que tiene una especie de cruce con el terror. Algo que me gusta, particularmente en el cine de Argento, es que es un cine que no aspira a lo perfecto. De hecho, muchas de sus películas son malas, pero sin embargo siempre tienen algo interesante para apreciar. Es un género que me resulta interesante por cómo fue dando paso al ‘slasher’ (subgénero del cine de terror). No me interesaba escribir un policial clásico.

-¿Cómo fue tu experiencia en el taller de Laiseca?

-Lo primero que leí de él fue “Aventuras de un novelista atonal”. Fue una sorpresa total descubrir algo así en la literatura argentina. Yo estaba interesado en empezar un taller. Ir con Laiseca fue encontrar la libertad en la escritura. Algo que se corría de la imagen solemne de la literatura, una cosa lúdica, fuera de serie. Todo lo que escribí fue gracias a haber ido a lo de Lai, no solo por la influencia de su obra, sino por lo que transmitía. El grupo que se formó fue fundamental para seguir escribiendo. Es muy difícil mostrar lo que uno escribe. Lai sabe cómo darte consejos sin intimidarte. Hay mucha gente que va a talleres y recibe una devolución demoledora, eso muchas veces dificulta el camino. Lai fue fundamental para empezar, para adquirir el hábito, para tomarlo con seriedad, para ser exigente pero tampoco caer en una autocrítica tan extrema que te lleve a abandonar.



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