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La Ciudad 23 de diciembre de 2019

“A todos los que nos dejaron un poquito de sus almas, gracias”: la emotiva carta de una víctima del incendio en Torres y Liva

Margarita Giannini, inquilina afectada por la tragedia, expresó sentidas palabras para los vecinos solidarios, los funcionarios que se ocuparon, los policías y bomberos que la contuvieron y "todos aquellos que dejaron un pedacito de su alma" para ayudar en medio del desastre.

Margarita, a la mañana siguiente del incendio, rodeada de donaciones en Plaza Rocha y cebándole mates a quienes perdieron todo.

*Por Margarita Giannini

La noche del domingo 15 de diciembre transcurría con total normalidad, cuando un olor insoportable invadió el aire. Era un incendio. Salimos del edificio cuando escuchamos gritos de “Policía, evacúen ya”. Salimos con lo puesto, algunos descalzos, abuelas en camisón, niños que fueron arrancados de sus camas en medio del caos. No entendíamos nada, se incendiaba la manzana sin poder dimensionar la realidad. Veíamos llamas de increíble altura, aerosoles cayendo como proyectiles; cada detonación era una herida en nuestros corazones. Nosotros, no sé cuántas personas éramos, nos refugiamos en la plaza desde donde se veía como se destruía nuestra vida.

Pasamos toda la noche escuchando sirenas de bomberos, viendo cientos de policías, la Cruz Roja asistiéndonos con mantas y el SAME y ambulancias de Cardio en estado de alerta. Parecía una película de cine catastrófica, algo irreal, una pesadilla. En estado de shock nos sentamos en los bancos y no lo podíamos creer.

Ya amanece, a las 5 de la mañana de lunes. Nos dejan pasar de a uno, con policía y bomberos, para retirar sólo documentación o remedios. Seguimos en shock. No dábamos crédito a todo esto. Vecinas descompuestas luego de ver que no quedaba nada de su departamento, otros deambulando incrédulos, algunos solos y sin palabras.
En todos los rostros, la angustia reflejada. Los bomberos siguen con su trabajo: apagar el fuego. Pasan las horas, seguimos esperando.

Es lunes a la noche, la gente llegaba desde casas alejadas -15 o 20 cuadras- con termos con agua caliente, nos ofrecían café y té. Otros pasaban y nos dejaban literalmente lo que tenían en sus carteras o bolsas (fruta, caramelos, chocolates o galletitas). Montamos guardias en reposeras solo con un termo y una manta.

El señor Luis, de la parrilla “Lo de Mauri”, nos dejó sillas, mesas y agua caliente. Durante toda la noche confiamos en quienes allí estaban, pese a que no nos conocíamos ni siquiera de vista.

El martes, Don Luis nos trajo una bandeja de panadería llena de facturas. Se tomaba el trabajo de llenar botellas con agua y enfriarlas para entregar a quien lo necesitaba, siempre atento a nuestras necesidades.

Ese martes llegué a las 6 con mi termo para tomar algo caliente con los varones que habían estado toda la noche. Cerca de mediodía, Aldana Vázquez, una genia de Desarrollo Social, me llama y me dice: “Una abuelita con cáncer nos regaló una caja navideña” (dijo que no tenía más para darnos); era la caja para pasar las Fiestas con su familia. Me partí en veinte pedazos.

Llega la noche y de repente un señor nos trae empanadas… hasta la masa era casera. No sé si él o su esposa amasaron para nosotros. Para todos ellos que nos dejaron un poquito de sus almas gracias, gracias, gracias.

Párrafo aparte merece la Policía: Pucheta Nayla, Bolognani Jorge Luis (“Paisa”), Monteresi Julia, Castro Pesquera Nahiara, Martín María Victoria y Dieguez Celeste fueron ante todo policías, pero también psicólogos, amigos, hermanos y hermanas que nos contuvieron, consolaron, animaron y hasta lloraron con nosotros. En ellos, mi agradecimiento a todos.

EVACUADOS19

Margarita vuelve a diario a la cuadra de su edificio para cuidar y ayudar a otros vecinos afectados

Aún hoy nos mandan mensajes para ofrecer ayuda y decirnos “Acá estamos para lo que necesiten”. No son simples uniformados, son grandes personas que portan un uniforme. En ellos, mi agradecimiento a todos.

También al subsecretario de Seguridad, Gustavo Jara, que encontró soluciones y respuestas a cada uno de los pedidos realizados; fuera de serie y con la sensibilidad a flor de piel. En el mismo sentido, a la secretaria de Desarrollo Social Verónica Hourquebié.

Luego de una conversación junto a vecinos, en menos de tres horas teníamos en la calle de nuestro edificio a Cruz Roja, cinco psicólogos, Defensa Civil, baños químicos, agua fría, comida, carpa del Ejército Argentino, tambores con hilo, todo en el lugar de la crisis.

Aldana Vázquez fue, en pocas palabras, ‘solucionadora’ expedita de problemas. Es las “Super girl” de Desarrollo Social, una genia.

No puedo dejar de mencionar a Matías, Marianella, Marcelo, Walter Curado, Gustavo, Ariel, Marcela Quiroga Aluminé y Tamara, que nos recibieron con los brazos abiertos en el Hotel Regidor, del Sindicato del Personal de Seguridad. Al encargado Eduardo Costa y a Jorge, de Seguridad. Estoy parando en este hotel que nos recibió con una calidez humana increíble y sin ningún costo, totalmente ad honorem.

Cuando uno vive en una ciudad que no tiene ningún protocolo para lo que sufrimos los vecinos del dantesco incendio de Torres y Liva, pero se encuentra que gracias al accionar de Bomberos, Policía y Defensa Civil no hubo víctimas, no se puede dejar de hacer público el agradecimiento. Gracias, gracias, gracias.

 

*Inquilina de un departamento ubicado detrás de las ruinas de la distribuidora Torres y Liva, viuda y madre de dos hijos.



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