Después de la tormenta nocturna, el domingo amaneció con un cielo que se fue despejando con el correr de las horas y al inicio de la votación el sol brillaba a pleno. Sin barreras climáticas, todos los que quisieron fueron a emitir el voto lo hicieron sin mayores inconvenientes -en la mayoría de los establecimientos habilitados para tal fin- y se destacó la presencia de personas no obligadas a cumplir con el deber cívico por ser mayores de 70 años y de los jóvenes que lo hicieron por primera vez.

A media mañana, mientras algunas de las mesas que funcionaron con cierta demora en la escuela 58 -de Santiago del Estero y Avellaneda-, Marta abandonaba el lugar “muy contenta porque cumplí con mi deber”, dijo apoyada en un bastón de tres patas.

La mujer, de 81 años, no tenia obligación pero igual asistió porque “me interesa, desde siempre, en mi casa siempre se habló de política” y destacó que “tuve que esperar un poco porque me bajaron la urna, ya que la mesa estaba en un primer piso y era una fea escalera para subir y bajar”.

Marta, a los 81 años: “Cumplí con mi deber”.

Asimismo prometió “seguir votando siempre, por ahora puedo venir sola, pero cuando no pueda pediré que alguien me traiga”.

Amalia, de 80 años, tampoco tenia obligación de asistir pero igual fue al Instituto San Alberto porque a su entender es “un deber cívico y me gusta y mi marido también vota aunque ya no tenemos obligación por la edad”. Desde detrás de un colorido barbijo, aseguró que “todos tendrían que venir a votar” y arengó a “cumplir con nuestro deber, es la herramienta que tenemos”.

Amalia, de 80 años, fue porque “es un deber cívico”

Cerca del mediodía, María del Carmen abandonaba el instituto Antártida Argentina -de Bolívar y Salta- con el kit sanitizante en la mano (alcohol en gel, birome) y “lentes”, aclaró entre risas .

Con 73 años igual asistió porque “hay que defender la República. En las PASO también vine”, señaló y contó que la secuencia posterior consistía en “acompañar a mi marido, que también tiene que ir a cumplir”.

María del Carmen, con 73 años y sin obligación, asistió con su kit sanitizante.

Juventud, divino tesoro

A media mañana, y en compañía de su padre, Manuel (16 años) llegó al Instituto Albert Schweizer para debutar en el ejercicio del deber cívico. “En las PASO no voté porque me renovaron el documento y me lo entregaron en septiembre y recién ahí entré en el padrón”, contó con entusiasmo.

Hasta la urna llegó con la decisión ya tomaba sobre la boleta a depositar. “Ya tenia una idea -reconoció- pero me tomé el tiempo para ver todas las boletas y para hacer la experiencia un poco más larga. Pero ya sabía a quien iba a votar”.

“Fue todo muy rápido y tranquilo -describió-, nos trataron bien y me gustó”. Para el proceso de decidir, el adolescente recurrió “a las redes sociales y a alguna entrevista” aunque se quejó de que “no se habló del tema y tendrían que haberlo hecho” en la escuela a la que asiste.

En el medio de Güemes, entre Avellaneda y San Lorenzo, los votantes que debían hacerlo en el Instituto Federico Leloir formaban largas filas. Bajo el sol del mediodía, con barbijo y cup, Lisandro de 18 años esperaba junto a su padre para sufragar por primera vez. “Vengo a cumplir con mi derecho por primera vez” y aseguró -sin especificar- que “ya lo tengo decidido”. A la decisión llegó “leyendo e informándome a través de las redes sociales”, expresó el futuro estudiante de Educación Física.

Lisandro, con 18 años, ayer votó por primera vez.

Mateo, 17 años, llegó al Instituto San Alberto junto a su abuelo José Luis para votar por primera vez. “En realidad -detalló- debuté en las PASO, pero ésta es la verdadera, digamos. Igual, está buenísimo y no voy a cambiar el voto”, aseguró sin caer en locuacidad que le podría haber impugnado el mismo.