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Cultura 22 de noviembre de 2025

Antonio Requeni festejó sus 95 años y una intensa travesía entre el periodismo, la poesía y los viajes

El poeta y periodista celebró una vida marcada por su pasión por las letras, sus crónicas como corresponsal y su incansable curiosidad por los viajes y el arte.

 

Por Sebastián Jorgi

 

Mis conversaciones con Antonio Requeni en el Bar La Tolva de Rosario y Senillosa, pleno corazón del barrio de Caballito, son verdaderas lecciones para mí. El anecdotario es interminable; entre sus viajes como corresponsal de La Prensa en Francia y sus escapadas a Europa, especialmente a Italia, es notable cómo todo lo despliega con humor, por lo que uno intuye una vida literaria plena, feliz. Cada semana y media, según, intercambiamos pareceres sobre narradores y poetas que hemos conocido, obviamente él mucho antes que yo.

A punto de cumplir 95 años, la Fundación Argentina para la Poesía le ha organizado una cena en su honor en el barrio de Monserrat. Conocí a Antonio Requeni en una reunión informal de escritores en la Feria del Libro de Buenos Aires, donde oficiaba de jefe de prensa junto a Susana Rawson Paz, en los años 80. Posteriormente, nuestros encuentros continuaron en la SADE, en la Fundación Dupuytren, liderada por el médico y poeta Alfredo De Cicco, y a través del tiempo en cafés literarios, presentaciones de libros y congresos, como los organizados por Gente de Letras y el Instituto Literario y Cultural Hispánico.

Discípulo del poeta González Carbalho, fue alumno de Aurora Bernárdez (esposa de Julio Cortázar) en el Colegio Joaquín V. González de Barracas, donde se recibió de Perito Mercantil. En La Prensa –donde trabajó 40 años– tuvo de compañero a Jorge Calvetti, jujeño, nacido en el pueblo de Maimará. Precisamente, otro poeta del que gocé su amistad y generosos consejos, compartiendo un “vino reserva de 4.50,” para aquella época de excelente bodega. En el libro *Poesía reunida* de Requeni, editado por la Academia Argentina de Letras, he leído una sentida carta a Jorge Calvetti: “Hoy quisiera conversar contigo como en aquellas noches del diario, entre galeras, cables y la música de los viejos pianitos de escribir. Mucho ha cambiado todo, yo sigo amando la poesía, aquella que nos hizo vibrar…”.

Su amistad con Alejandra Pizarnik –ambos vecinos cercanos en Avellaneda– la encontramos también en este libro de poemas reunidos: “Carta para Alejandra Pizarnik en el país de la Inocencia”, nostálgica evocación: “Querida Alejandra: Hoy estuve caminando por tus calles, esas calles que nos vieron andar juntos hace más de veinte años. Éramos muy jóvenes. Vos, una chiquilina de pelo rubio y ojos claros, ensanchados por el asombro, te parecías a Alicia en el País de las Maravillas… Hablábamos de poesía sin que el tema se nos acabara nunca…”

Hace poco tiempo, me mostró una foto autografiada por Marcel Marceau, en una función presencial del genial mimo francés en París. Y hablando de cine, compartimos ambos el entusiasmo por el Neorrealismo italiano; rememoramos las cintas inolvidables de Vittorio De Sica, Federico Fellini y Ettore Scola, este cineasta más tardío. Y las musicales con Fred Astaire y Gene Kelly: “Me hubiera gustado bailar como ellos,” confiesa en una extensa entrevista del periodista Axel Díaz Maimone, compendiada en una excelente edición de la Fundación Argentina para la Poesía (“Antonio Requeni, La bienaventuranza de la literatura”, Hechos de Cultura, Vinciguerra, 2025), con una cariñosa dedicatoria que me emociona: “A Sebastián Jorgi, este libro donde encontrarás personajes que vos también has conocido. Afectuosamente. Abril 2025″.

Nuestras charlas son inagotables; siempre aparecen escritoras que ambos hemos conocido, como el caso de Luisa Mercedes Levinson, la fabulosa narradora de “A la sombra del búho”, a la que visitábamos los días 5 de enero en su casona del barrio de Belgrano, festejo de su cumpleaños. Nos encontrábamos con Ulises Petit de Murat, Rubén Vela, Juan Carlos Ghiano, Delfín Leocadio Garasa, Perla Chirom y Pérez Celis, entre otras relevantes personalidades de las artes plásticas, el teatro y la literatura.

Con motivo de esta nota modesta, estuve repasando sus libros de poemas y también sus ensayos. El “Cronicón de las Peñas de Buenos Aires”, que ostenta tres ediciones (1984, 1985, 1986), es un libro de consulta insoslayable. “Los viajes y los días”, editado en la legendaria editorial Santiago Rueda, contiene ricas memorias.

Ambos convivimos en el barrio de Caballito, a pocas cuadras de diferencia, donde hemos conocido al catedrático y académico Ángel Mazzei y a don Fermín Estrella Gutiérrez, también poeta y académico. Podría decir con todo orgullo –siempre salvando distancias y relieves– “nuestro lugar en el mundo”. A propósito, en 1977 Ángel Mazzei publicó en Ediciones Culturales Argentinas el ensayo Antonio Requeni, con prólogo preliminar y notas.

Su “Historia de la Avenida de Mayo” tiene anécdotas y datos muy interesantes. Avenida colmada de inmigrantes españoles, divididos entre franquistas y republicanos, el Teatro Avenida, pleno de zarzuelas, y aquellos personajes como Miguel de Molina, protagonista de los colmaos.

Hace poco tiempo se refirió a su primer libro de poemas, “Luz de sueño”, editado por el Grupo Editor Mensaje de Lanús Este, casualmente a pocas cuadras de mi domicilio en mi niñez, en el año 1951. Los editores eran los hermanos Jorge y Juan Carlos Talbot, conocidos de mi familia.

En otro tiempo, me he atrevido a comentar su obra poética –”Inventario”, “Manifestación de bienes”, “Umbral del horizonte”, “Línea de sombra”–, notas modestas que deberé ajustar seguramente en breve.

No olvidemos sus reseñas y notas, sus investigaciones publicadas en el Boletín de la Academia Argentina de Letras, con un apreciable caudal biobibliográfico sobre los grandes escritores argentinos. Un denodado esfuerzo en el rescate de grandes escritores que no “se ve”, ya que generalmente los poetas hoy en día no leen ensayos y otros géneros, al menos la mayoría. El aporte de los boletines académicos es muy importante para el investigador y, por qué no, para el lector menos avezado. Es un material muy rico que hace a la Historia de la Literatura.

Muy feliz sigas cumpliendo tus 95 años, querido Antonio Requeni. Y hasta el próximo café en nuestro barrio de Caballito. Nuestro lugar en el mundo.

Algunos tramos de su trayectoria

Poeta, periodista, crítico literario, ensayista. Nació en Buenos Aires en 1930. Vivió parte de su infancia en Valencia. Trabajó en el diario La Prensa desde 1954 hasta 1994, año en que se jubiló. En la redacción del diario capitalino conoció al poeta Jorge Calvetti, quien años más tarde lo presentaría en la Academia Argentina de Letras, incorporado como miembro de número. También integra la Academia Nacional de Periodismo.

En 1991 aparece una “Antología poética” personal con un estudio preliminar excelente de María Rosa Lojo (Ed. Fraterna). Viajero incansable, el legendario sello de Santiago Rueda le publica “Los viajes y los días” (1969). Posteriormente, “Cronicón de las peñas de Buenos Aires” (Corregidor, 1981), una “Breve historia de la Avenida de Mayo”. Su libro “Travesías, Conversación con Olga Orozco y Gloria Alcorta” (Sudamericana, 1997) se agota en poco tiempo. Fue jefe de prensa de la Fundación El Libro y sus escritos, críticas y comentarios bibliográficos han aparecido en los más prestigiosos medios del país y del extranjero.

Ha recibido la Orden Cavallieri Uficciale, el Gran Premio de Honor de la Sociedad Argentina de Escritores, el Konex, dos Premios Municipales, entre otros lauros de relevancia. Hace unos días le fue adjudicado el Premio Rosalía de Castro. En diciembre pasado, la Legislatura de Buenos Aires lo reconoció como Persona destacada de la Cultura. Actualmente es miembro de la Fundación Argentina para la Poesía, donde orienta y trabaja en forma denodada en las colecciones del sello de Lidia Vinciguerra. Entre sus obras poéticas, destacamos “Luz de sueño” (1951), “Umbral del Horizonte” (1965), “Inventario” (1974).