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Cultura 7 de septiembre de 2021

Apareció “La luz de una estrella muerta”, primera novela de Paula Klein

Una ficción documentada en la que Elena, la protagonista, reconstruye las andanzas parisinas del mítico pintor Alberto Greco.

La luz de una estrella muerta (Mansalva, 2021) es la primera novela de la escritora argentina Paula Klein, radicada en Francia. Se trata de una ficción documentada en la que su protagonista Elena, una joven que prepara una tesis sobre pintores argentinos en la París de posguerra, se propone reconstruir las andanzas parisinas del mítico Alberto Greco.

Artista disruptivo e inconformista, creador de los Vivo-Ditos que se proponían confundir las límites entre arte y vida, la novela sigue su periplo a través de algunas instantáneas e impresiones literarias.

A partir de la ficción sobre Elena y Grace, su amiga misteriosa, el libro reconstruye los años que Greco pasó en la Ciudad Luz junto con otros “Argentinos de París” como Marta Minujín, Alberto Heredia, María Elena Walsh o el escritor y dramaturgo Copi.

Las reflexiones sobre la vida y la obra de Alberto Greco marcan el ritmo de esta novela que propone una suerte de paralelismo entre las aventuras del artista y las de Elena.

A la manera de una Alicia a través del espejo, la protagonista “se mete donde no la llaman”, investiga y hasta convoca a los espíritus para acercarse a su artista fetiche en una sesión de psicomagia dirigida por el médium Alejandro Jodorowsky.

El contrapunto entre el amor frustrado de Greco por el joven pintor chileno Claudio Badal y la tirante amistad que lo une a la poeta francesa Laurence Iché, se refleja también en la conflictiva relación entre Elena y Grace.

Los idas y vueltas entre las dos amigas le permiten a la autora tender un puente entre la mítica capital de los años ’50 y ’60 y la París actual. Una ciudad en la que “la magia ya no existe pero los magos sí”, una urbe brillante pero muerta, como un “mausoleo enchapado en oro”.

Destacan también los anexos documentales que aportan un curioso contrapunto a la ficción. Porque si la vida de Greco es “de novela”, la decisión de convertir su suicidio, ocurrido a sus 34 años en Barcelona, en una última obra de arte -el artista escribe la palabra “fin” en su mano izquierda y pone fin a sus días- no hace más que fortalecer el mito en torno a este artista genial e incomprendido.



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