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Opinión 8 de enero de 2019

Arroyo, sus enojos, sus lágrimas y el peligro de su emotividad tan lábil

Carlos Fernando Arroyo.

Por Gerardo Gómez Muñoz

Poco a poco y día a día la realidad fue dando por tierra con aquellas grandilocuentes declaraciones de Carlos Arroyo que hablaban del mejor equipo de gobierno de las últimas décadas. Tan fantasiosas como el “plan de gobierno secreto”, que hoy, a más de tres años de gestión, el concejal Ariel Ciano lo arrincona con una denuncia aquilatada sobre la absoluta carencia de un plan de gobierno. Para la risa generalizada vale mencionar sus aires épicos cuando aseguraba que con él se acababan los piquetes y los cortes de Luro e Yrigoyen. Y orilla la legalidad la comprobación acerca de la cantidad de funcionarios y su sanata: “Voy a gobernar con nada más que 25 funcionarios políticos”, más de esa cantidad son los que sumó sobre el centenar y pico existente. Los 25 a lo mejor se referían a uno de los hijos, yernos, compañera, hijos e hijas, yernos y nueras de ella, entenados, fieles partidarios, más hijos y allegados de altos funcionarios más un “pilinchaje asesor” cuya fuente de alpiste no se conoce.

A dos meses de su asunción ya estaba definido más que un perfil político y un supuesto marco de gestión, la caricatura del soñado conductor de los destinos marplatenses. Los más ingenuos y los nostalgiosos de la mano dura y de los delirios de las botas y de los uniformes como atributos de gobierno firme y resolutivo, creyeron estar en el paraíso. Eso fue cuando irrumpió en la plaza San Martín, frente al Palacio, donde concentraban y deliberaban piqueteros, cooperativistas defraudados y referentes de organizaciones vinculadas con los más desposeídos. A los gritos, pero sin el pito que infundía temor a los jóvenes resonando en el patio del colegio, exigió ser escuchado. Pero no se privó de un gesto, supuestamente pacífico, pero que consistía una verdadera amenaza futura. Se abrió el saco y con el engrosado vientre en punta, recorrió la ostensible cintura y acentuó a viva voz que no venía armado. Tiempo después viviría, aunque lo negó, aquel episodio ominoso de la caída del arma de fuego que llevaba entre sus carpetas cuando salía del Palacio por una puerta lateral.

El primer actor de las comedias dramáticas que los vecinos marplatenses vivirían desde entonces, periódicamente, durante tres años, brindó la escena central. No fue otra cosa que reafirmar su decisión de acabar con las protestas y cargar todas las culpas al ex intendente Gustavo Pulti que le había dejado “las cajas vacías”. El final no fue de opereta sino de taberna y de pesados alcoholizados con protagonismo exclusivo del señor intendente municipal y que se resume para la historia en la simple constancia de sus insultos de la peor estofa contra Pulti.

Arroyo y sus desatinos

Paulatinamente a la par de sus desaciertos de gobierno y de sus fallidos enfrentamientos con la gobernadora en su desaforado afán por subir a un ring de primera línea comenzó a cambiar. Y de Santos Vega de cartón, pasó a la sanata incesante, impulsado por la novedad de un “pirinchaje” asesor de supuestos versados en medios, declaraciones, imagen y en la búsqueda de enemigos significativos, para ganar relevancia en espacios y títulos mediáticos. En el paroxismo de estos personajes que fueron calificados por el presidente del Concejo Deliberante, Guillermo Sáenz Saralegui (y durante años amigo íntimo del intendente) como “cuatro vivillos que no hacen nada sino buscar negociados”, aconsejan enfrentar a María Eugenia Vidal porque eso significa una imagen de no claudicar ante el poder central. Una chiquilinada por no entender que a Vidal le interesa la ciudad por lo que significa y encierra, incluido el volumen electoral, por eso ella aumenta todo lo que puede y algo más, si cabe, en inversiones y prestaciones a Mar del Plata.

Pero a estas alturas los ciudadanos se merecen que algo se haga desde la esfera de gobierno, que se cuiden mucho más sus intereses. Arroyo es consciente de que está en un atolladero que a nada lo lleva. Sus delirantes ínfulas de futuro intendente reelecto va mucho más allá de sus sanatas proverbiales, porque se limita al reconocimiento de su apellido mediante la precandidatura a diputado provincial. Aunque el nene “crea que de la mano del inefable Emiliano Giri, puede encontrarse con un tesoro mejor”…, bueno eso también es el ensueño de “los pirinchos”.
Pero hay otra cuestión a considerar (para no en entrar terrenos de profesionales en la materia). El del riesgo que se corre en el último año, el más difícil de un ciclo muy complicado, con un intendente con los altibajos emotivos que, para no entrar en terrenos técnicos, se pueden calificar de llamativos.

¿Serán lágrimas de cocodrilo?

Quién diría que de aquellos despliegues a lo Santos Vega, de cartón obviamente, porque el gaucho de Rafael Obligado no era insultador y menos de ausentes, porque era un gaucho noble, se llegaría a las lágrimas consuetudinarias.

Muchos lo han visto en diversas oportunidades y a veces en calculadas situaciones de conmemoraciones patrióticas y de autoponderaciones de su acendrado sentimiento patrio. Y esto es materia de comentarios risueños y de calificaciones nada favorables, pero nadie da dos pesos por la autenticidad de esos sentimientos que se traducen en lágrimas. Algunos murmuran en los cafés y asados, lejos de micrófonos “ya me tiene harto el viejo con su circo de lágrimas”.

Se mencionan dos casos concretos y las dos con concejales, incluidos opositores. Uno cuando habló de su esfuerzo y sacrificio porque él es admirador de San Martín y otros patriotas hasta llegar a Perón y Evita. Todo culminó con una advocación a la Patria, parándose y abrazando entre lágrimas “a esta bandera de la patria”, en su despacho del Palacio Municipal. Esto fue consignado en “LA CAPITAL”, únicamente.

Hay que reiterar que hay actos y circunstancias puntuales en que nuestro belicoso e impulsivo intendente reitera lágrimas. Pero hace tal vez más de dos semanas se produjo el que más chocó a los discretos concejales que no hacen públicos estos entremeses ni se sorprenden, algunos que conocen al hombre y sus contradicciones por su actuación en el Concejo Deliberante.

Fue al recibir a miembros del Concejo Deliberante inquietos por la situación de conflictos y enfrentamientos políticos en el municipio. Reconoció la gravedad de la situación y dijo comprender al ex intendente Pulti y que pedía disculpas por lo que alguna vez manifestó en su contra. Tal vez no hay que dar tanto crédito a algunos políticos cuando se ven acorralados y menos todavía cuando hay lágrimas fáciles como fue esta vez también. Tal vez sabía ya que la canallada de seis denuncias que urdió con su desaparecido secretario preferido, tan preferido como es hoy Hernán Mourelle. Ya habían sido desestimadas por la Justicia cinco de ellas y la otra está recurrida. Las supuestas, cabe recordar, malversaciones que inferían deshonestidades del intendente fueron rechazadas. ¿Con las lágrimas de ocasión qué se borra? Que la prensa valore el gesto, tal vez alcance para alguna moral.

Incendiarios y atizadores

Arroyo y Mourelle constituyen como lo vienen demostrando una pareja ideal para prender fuego. El primero se destacaba desde lo verbal y lo teatral, pero el segundo apenas encontró espacio, trajo el combustible y el fósforo.
Y ahí están los dos, aunque el otro ya no aparece tanto tal vez conquistado por el mercader que lo llevó a España para avizorar, si cabe, un negocio donde Mario Dell’Ollio ya había vislumbrado, conseguida la financiación, un logro para la comunidad.

Arroyo creyó que, malogrados sus tres años, pasando en los que abundaron anuncios fallidos y peleas perdidas, con su fogonero y a la vez guía en el camino venían los triunfos. Abruptamente pasó al ataque y los pretendidos logros fueron la agudización de los enfrentamientos con la gobernadora y su elenco, con gran parte del vecinalismo y con los municipales por nombrar sólo a unos pocos.

Medio mundo y toda Mar del Plata está sobre ascuas por el estado en que se encuentra la ciudad en pleno arranque de una temporada turística que invita al optimismo y obliga a una mejor atención de los visitantes.

La gravedad del conflicto invita, en salvaguarda del interés general, a una reflexión definitiva porque ¿qué triunfo procura el intendente y su motorizador, quizás ahorrar a costillas de los derechos de los trabajadores municipales? Rubén García, secretario general de la Federación de Sindicatos Municipales Bonaerense, profundiza el abismo opinando que el intendente parece Nerón, duda de que esté en sus cabales y concluye con la amenaza de llegar a un paro provincial.

Más acertados están los políticos Juan Anastasía que llama a una tregua y el concejal Ariel Ciano que luego de ir apuntando los desatinos del “lord mayor”, apela a la reflexión en aras de la comunidad. Un grupo de ediles oficialistas entre los que estaba el propio Guillermo Arroyo, Vilma Baragiola, Cristina Coria, Guillermo Volponi y el secretario del Concejo Juan Tonto, respondieron a una invitación de su colega en “Cambiemos” Alejandro Carrancio para tratar, asadito de por medio, de abrir el diálogo y nuevos cauces de entendimiento tanto en esta pugna como en otras cuestiones que promueven una virtual guerra política entre el gobierno municipal, el Concejo Deliberante y la gente.

A estas horas se descuenta que está en marcha una conciliación obligatoria pedida por Arroyo, quien no puede dejar de lado sus confesadas militancias patrióticas y justicieras porque el ajuste y la inflación no deben pagarla en su totalidad los trabajadores. El presidente Mauricio Macri acaba de brindar a todo su elenco un aumento que, sanata mediante, califica de simple “descongelamiento” de sus nada gélidos salarios, que llega al 25 por ciento.

Rossi aseguró que “hay otro camino”

Es habitual el ritmo incansable la precandidata a intendente Fernanda Raverta, y a ese trajín lo sometió a su colega Agustín Rossi, diputado nacional y aspirante a la presidencia, en caso de que la candidata no sea Cristina Fernández. Este presentó su libro “Hay Otro Camino”. Estuvieron reunidos con Emprendedores de la Economía Social, compartieron los festejos de Reyes en el barrio Parque Hermoso. Recorrieron las empresas Eurocafé y Astillero Tecnopesca y participaron de un encuentro con organizaciones locales para terminar con un breve paseo por la Peatonal para dialogar con turistas y marplatenses. Y sin cortapisas manifestaba en sus diálogos al paso: “Si Macri vuelve a ser presidente no hay solución económica”. Y una propuesta “para crecer, trabajo digno, educación, acceso a los derechos, producción nacional y apoyo a las pymes”. A su vez Raverta aprovechó la ocasión para anatemizar al gobierno de Arroyo: “Ha llevado a Mar del Plata a la tristeza y a la desolación, nunca antes habíamos visto algo así. Para dejar de estar siempre en el podio de la desocupación hay que proponer una nueva matriz de la producción”.

Vilma con viento a favor

Uno que la conoce a Vilma Baragiola en su militancia estudiantil cuando los jóvenes radicales murmuraban “quién la para”, puede entender como se multiplica en estos días con la gobernadora en zona y luego de decir que habrá “PASO” y que allí “Cambiemos” “tendrá dos candidatos importantes como Baragiola y Montenegro”. Para colmo como jefa del bloque de concejales de la UCR tiene que hacer honor a la representación otorgada y asistir a un sinnúmero de reuniones y actos, los que no constituye obstáculo a su decisión de no defraudar a sus seguidores. Así la vio en encuentros con sectores vecinales demandantes de asistencia y soluciones que demoran en llegar, encuentros con sus grupos de estudio y de trabajo. Y como no podía ser de otro modo ha estado por estas horas en primera fila en los debates y tratativas para buscar solución a otro de los incordios del dúo Arroyo-Mourelle con el sindicato de los municipales que en nuestra ciudad -cifra guardada con celo-, debe implicar directamente a unas diez mil personas.



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