CERRAR

La Capital - Logo

× El País El Mundo La Zona Cultura Tecnología Gastronomía Salud Interés General La Ciudad Deportes Arte y Espectáculos Policiales Cartelera Fotos de Familia Clasificados Fúnebres
El Mundo 1 de octubre de 2022

Aumento de violencia y crisis económica, el legado de cuatro años de Bolsonaro en Río de Janeiro

“Río de Janeiro es la cuna política del actual presidente. Nació en San Pablo, pero hizo toda su carrera política, hasta la llegada a la presidencia, en Río de Janeiro, como concejal en la ciudad y como diputado federal por el estado”, explicó el politólogo Mauricio Santoro, docente de la Universidad del Estado do Río de Janeiro.

Simpatizantes del presidente de Brasil y candidato a reelección, Jair Bolsonaro, se toman las calles para mostrar su apoyo al gobernante.

Río de Janeiro, la ciudad brasileña que durante casi 30 años eligió al presidente Jair Bolsonaro para que la represente en el Congreso y que le dio un espaldarazo en 2018, es considerada como la “cuna del bolsonarismo” por analistas, que sin embargo prevén una merma en el apoyo al mandatario y señalan el aumento de la violencia y la crisis económica que ha registrado la “cidade maravilhosa” desde su llegada al poder.

Según el especialista, el estado supo ser el bastión de Bolsonaro -que ahora se trasladó al sur del país, sobre todo en el estado de Santa Catarina-, pero aún sigue siendo un espacio donde al menos un tercio de la población mantiene su apoyo al mandatario.

“La diferencia entre esta elección respecto a la de 2018 es que Bolsonaro ha perdido muchos votos en el sudeste: Río de Janeiro, San Pablo, Minas Gerais. Por eso es probable que gane Río, pero no será algo impresionante como hace cuatro años cuando el 70% de los votos válidos fueron para él. Ahora se estima que obtendrá la mitad”.

El analista describió al grupo en el que Bolsonaro tiene más apoyo como aquellos que “reciben entre dos y cinco salarios mínimos, que sería hasta unos 6.000 reales (cerca de 1.100 dólares)” y “no es la alta clase media, sino que es gente que no tiene tanta plata, pero están apoyando a Bolsonaro porque tienen una identificación con él y sus valores conservadores”.

Además, citó dos aspectos que cambiaron en Río desde su llegada al Palacio del Planalto: el incremento de la violencia -principalmente la presencia de las milicias- y el deterioro del tejido económico y social a partir de la crisis económica con especificidades locales.

“La crisis económica ha sido más dura que en otras partes del país. Por el centro de Río muchas tiendas cerraron y hay más gente viviendo en la calle. Además, hay una crisis fiscal del Gobierno del estado porque hace 4 o 5 años los gobernadores se quedaron muy dependientes desde un punto de vista financiero de la presidencia de la república, entonces para los gobernadores no es una opción ser oposición al poder central”, señaló.

Para Río, que fue la capital durante 200 años, “esta dependencia, esta subordinación es algo humillante”.

El politólogo y autor del libro O Brasil e seu duplo (Brasil y su doble) Luiz Eduardo Soares también mencionó a Télam cambios en el orden económico y de seguridad: “Río es una síntesis de los problemas de Brasil; tenemos más desempleo y desigualdad que el promedio de Brasil, también tenemos más violencia e instituciones corrompidas”.

En términos de seguridad, el problema de la presencia de diferentes mafias y milicias dan al territorio carioca una distinción.

“Las milicias -que son grupos de policías que se autonomizan de la institución, pero que siguen operando en ella- dominan territorios y disputan con los narcos para operar en ellos. Además, tomaron gran parte de las instituciones de Río a lo largo de 10 años, pero en el período de Bolsonaro se consolidó esa decadencia en el Estado”, explicó Soares.

Santoro, por su parte, agregó que “son análogas a los grupos paramilitares en Colombia o las milicias mexicanas” y en el caso de la ciudad de Río tienen “mucha fuerza local, sobre todo en la zona oeste que es pobre, la urbanización es reciente y de las más pobladas de la ciudad”.

“Actúan controlando el territorio y explotando económicamente a los vecinos porque les cobran como una suerte de tasa de protección. Son millones de reales que se transforman en un apoyo importante para los políticos”, dijo Santoro.

Desde el Gobierno de Bolsonaro y del gobernador Claudio Castro y su antecesor Wilson Witzel -encarcelado-, las milicias tuvieron “un ambiente mucho más simpático para su actuación”, estimó Santoro, que apuntó que “crecieron en fuerza y están mucho más presentes en los barrios”.

Y si bien para él, conforme a la investigación judicial, aún no hay conexión entre el asesinato de la concejala Marielle Franco en 2018 y la familia Bolsonaro, “es probable que esté vinculado con las milicias” y que el presidente “las conozca”.

Para Santoro, esa conclusión se basa en que “los hijos de Bolsonaro -que ocuparon cargos en el Congreso federal además de ser concejales- hicieron declaraciones de apoyo a las milicias, presentándolos como grupos de autoprotección de las comunidades contra el narco e incluso les dieron medallas”.

Y si bien remarca que la zona más violenta del país en la actualidad es la Amazonía, ve un recrudecimiento de la violencia en Río también provocada por el enfoque de seguridad pública.

“En Río tuvimos un cambio con Witzel y Castro porque tienen un discurso de seguridad pública tan violento como el Bolsonaro. Por eso muchos operativos en las favelas resultaron en masacres, con 10 a 20 personas muertas de una vez”, aseveró y agregó: “Esto es muy serio y significa un retroceso grande si uno lo compara con los años 2000, cuando hubo intento de una policía comunitaria y estrategias de pacificación en las favelas”.

Ya en términos no solamente locales, pero que inciden también en Río, los analistas marcaron un descontento traducido además en violencia política y desconfianza frente a la política alentada desde el poder central y que puede incidir en la elección.

“El crecimiento de la violencia, de alguna manera, es funcional para los propósitos del bolsonarismo, que necesita difundir el miedo para la merma electoral, porque si hay sectores temerosos, no van a votar”, dijo Soares.

Y afirmó: “Solo va a haber segunda vuelta si las zonas populares no van a votar por miedo o por suspensión del transporte público, que es algo que también puede pasar”.

En este escenario, la pregunta a hacerse, según Soares, no es por qué Bolsonaro perdió apoyo, sino que “lo extraordinario es que más del 30% de la población lo sigue apoyando y por eso, la derrota de Bolsonaro no va a hacer desaparecer el bolsonarismo”.

Santoro criticó la división de la izquierda local “frente a una derecha que es muy fuerte en el estado” y alertó que en una eventual victoria del expresidente Luiz Inácio Lula da Silva -quien recuperó parte de su popularidad en el estado- “es un escenario perfectamente viable” que en un festejo en Río aparezcan personas “radicalizadas, lobos solitarios que se sienten autorizados por el discurso de Bolsonaro para ir con un arma y disparar”.

En tanto, Soares dijo que Bolsonaro es un “revolucionario de ultraderecha” y “antisistema” porque busca “destruir las instituciones de la Constitución de 1988, cuestiona de las instituciones construidas después muchas luchas”, y representa una “amenaza de golpe fascista”.