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Arte y Espectáculos 12 de noviembre de 2019

“Aunque es una alegría estar aquí, tengo que ser respetuoso con lo que pasa en Bolivia”

Por respeto a los hechos que vive su país, el cineasta boliviano Carlos Piñeiro decidió no acompañar la presentación de "Sirena", su ópera prima, que compite en la sección latinoamericana.

Una escena de la película "Sirena".

Debido a los acontecimientos violentos por los que atraviesa su país, Bolivia, el director de cine Carlos Piñeiro suspendió el intercambio de preguntas con el público y decidió no acompañar el estreno de su película “Sirena”, que se proyectó durante la mañana de ayer en la competencia latinoamericana de este Festival Internacional de Cine de Mar del Plata.

“Es muy delicado lo que está pasando en Bolivia, no puedo estar festejando, aunque sea una alegría demasiado grande porque he luchado mucho para estar aquí, es un sueño estrenar la peli en un festival como Mar del Plata, pero al mismo tiempo tengo que ser coherente y respetuoso con lo que está pasando en Bolivia”, indicó el cineasta, entrevistado ayer por LA CAPITAL.

Con domicilio en La Paz, Piñeiro no dejó de monitorear la situación en su ciudad, donde reside su familia. “Estoy tratando de volver antes de lo previsto”, agregó.

“A nivel personal creo que Evo ha hecho cosas muy buenas para el país, le agradezco que por primera vez haya entrado un indio al poder pero creo que los humanos nos viciamos de poder y no ha hecho las cosas bien”, opinó sobre Morales, quien renunció a la presidencia el domingo último.

Sirena“, ópera prima de Piñeiro realizada con la productora Socavón Cine, es una hermosa cinta que retrata las diversas cosmovisiones que atraviesan la actualidad de Bolivia. Filmada en blanco y negro, es la historia de dos amigos que van en busca de un tercero, fallecido en la Isla de la Luna y cuyo cadáver se niegan a entregar los lugareños, debido a sus propias creencias ancestrales.

Los planos detalles de las manos, los calzados o los rostros de los personajes se combinan con maestría con las imágenes panorámicas de la belleza del entorno, custodiado por el imponente Lago Titicaca.

“Había una intención de desproporcionar la isla, para que se sienta que los personajes están en las grietas de ese lugar -contó-. Quise poner al espectador en ese bote, por eso jugué con los personajes en relación con el paisaje y con el paisaje en relación con los personajes”.

Una cámara fija que se centra en los zapatos de estos hombres es la encargada de contarnos las diversas clases sociales a las que pertenecen: el ingeniero y su amigo, el policía y el aymará que guía a los visitantes por la desolada y extraña isla.

– ¿Qué se puede hacer desde el cine en momentos como los que vive su país?

– Ahorita pienso que la política a lo largo de toda la historia solo se ha encargado de dividirnos como seres humanos y el arte y la expresión nos une, los seres humanos podemos encontrar puntos en común, el cine es un punto de diálogo y de encuentro muy poderoso.