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Interés general 8 de julio de 2016

Belgrano, el “padre fundador de Argentina” relegado por la historia

El "creador de la bandera" fue determinante para la declaración de independencia. Además, se destacó por defender la educación pública y luchar por la igualdad de género.

Manuel Belgrano.

por Alberto Ortiz

BUENOS AIRES.- La historia oficial argentina relegó al prócer Manuel Belgrano (1770-1820) a un segundo plano. Detrás del “creador de la bandera” se esconde un ecologista, un defensor de la educación pública y un luchador por la igualdad de género, según rescata el historiador Felipe Pigna en su último libro.

“Manuel Belgrano, el hombre del Bicentenario” (Planeta), es un homenaje con el que el historiador argentino trata de poner en el lugar correspondiente la figura y el legado del “padre fundador” de la nación argentina, a solo un día de que se cumplan 200 años de la declaración de independencia del país.

“Es el primer hombre que pensó la patria antes de que existiera”, explicó Pigna en una entrevista con la agencia de noticias EFE en la que describió al prócer argentino como un excelente economista, un adelantado a su tiempo y un ilustrado embebido por las ideas progresistas que rodeaban a la Europa de la Revolución Francesa.

No obstante, además de todo eso, el autor de su biografía considera que fue la figura determinante para la declaración de independencia que se celebró en la ciudad de San Miguel de Tucumán, el 9 de julio de 1816, mediante un Congreso en el que los parlamentarios se conmovieron con su encendido discurso.

Belgrano, según relata el historiador, es uno de los ideólogos de la Revolución de Mayo, que “construyó la estrategia jurídica y diplomática” del levantamiento, al tiempo que se desempeñó como un militar determinante en diferentes campañas en el norte.

Es precisamente Belgrano quien se erige como “protagonista decisivo” de la renuncia en mayo de 1810 del virrey que controlaba Buenos Aires en nombre de la entonces inestable corona española.

Todos estos méritos, sumados a su profundo conocimiento sobre economía -se doctoró con Medalla de Oro en la Universidad de Salamanca-, industria, agricultura o pensamiento político, quedaron ocultos bajo el título de “creador de la bandera” albiceleste que identifica a Argentina.

Belgrano, quien se inspiró en un cielo de nubes blancas y sol radiante para dibujar el estandarte nacional, fue maltratado por la historia construida durante los decenios sucesivos por sus pensamientos progresistas sobre el papel de la mujer en la sociedad y el respeto al medioambiente.

“Es interesante porque ataca a la sociedad machista de aquella época hablando de la igualdad entre el hombre y la mujer”, apuntó Pigna, quien habló durante la conversación de los extensos escritos que dejó sobre la importancia de que la mujer accediera a la educación universitaria.

La mayoría de esos escritos los publica durante su primera etapa como secretario del Consulado de Buenos Aires, que va de 1794 hasta 1810. Él era el encargado de leer una memoria anual sobre la institución en un evento al que asistía la elite política de la zona, incluido el virrey de Buenos Aires.

Según Pigna, Belgrano “disfrutaba con las muecas del virrey cuando escuchaba sus ideas sobre educación popular o igualdad de género”.

Fue precisamente esa intelectualidad subversiva la que le granjeó una terrible fama entre los círculos aristocráticos e intelectuales del virreinato, que pronto le colocaron un calificativo que lo sentenció para siempre en el seno de una sociedad muy conservadora: lo tildaron de homosexual.

Ese rumor sobre su orientación sexual, que lo acompañó tanto en vida como después de fallecido y que se coló en los libros de historia, es una falsedad para el autor de su última biografía, que confirmó que el prócer tuvo dos fuertes amores heterosexuales.

Uno de los capítulos más interesantes del libro versa sobre la relación con José de San Martín, el héroe de las revoluciones de independencia en Latinoamérica, al que conoció durante un mes y medio pero con quien mantuvo una intensa amistad vía epistolar, a través de la cual compartieron alegrías y sufrimientos, como las enfermedades que adolecían ambos.

“Nace una amistad tan fuerte que a San Martín le va a doler mucho cuando se entera, con el atraso correspondiente, de la muerte de su compañero, un día que definió como uno de los más tristes de su vida”, destaca Pigna.

Belgrano muere un 20 de junio de 1820, olvidado por un país envuelto en luchas internas -ningún periódico habla de su muerte- y ahogado por las deudas. Tal es la situación de miseria que lo acosa en su lecho de muerte, que tras su fallecimiento, la familia construye la lápida con los restos de una cómoda de madera.

Su legado histórico, para Pigna, es la idea que construyó de Argentina: “Piensa en un país industrial, educado, piensa en una Argentina lejana y cuyo diseño no se concretará hasta muchos años después“. Es, para el historiador, el padre fundador de Argentina, una figura que debe ser reivindicada cada día.

EFE.