Por Ramiro Melucci

El miércoles, Agustín Neme comunicó en la reunión de labor parlamentaria que antes de que finalizara la sesión del día siguiente iba a pedir la palabra para despedirse del Concejo Deliberante. El jueves, cuando llegó al edificio municipal, se sorprendió y emocionó al ver a sus padres. No imaginó que los distintos bloques iban a convertir su última sesión en un acto de reconocimiento a sus cualidades personales. Una caricia al alma en la antesala del desafío más difícil: reemplazar al intendente en un tiempo de estrecheces económicas, reconfiguración del tablero político y ambiciones en alza de cara al 2027.

La presidenta del bloque kirchnerista, Mariana Cuesta; el de Acción Marplatense, Horacio Taccone; la radical Marianela Romero; Florencia Ranellucci, del PRO, y el libertario Emiliano Recalt (probablemente el presidente del Concejo desde la semana próxima) fueron algunos de los concejales que continuarán en sus bancas que describieron con buenos términos al próximo jefe comunal. Es un interesante punto de partida: el cuerpo legislativo valora y respeta al hombre que estará al frente del municipio sin haber sido elegido para ese rol.

Si la gobernabilidad se asegurara con afecto, Neme la tendría garantizada. Pero se asegura con negociación y votos. Y la negociación, en estas horas de definiciones sobre el próximo gabinete municipal, están a cargo de Guillermo Montenegro.

En el Palacio Municipal reina la incertidumbre. A tres días del reemplazo de intendente, la gran mayoría de los funcionarios municipales desconoce si continuará en sus cargos. En voz baja algunos reconocen que esa situación de desconcierto se traslada invariablemente al personal de sus dependencias. “¿Qué va a pasar? ¿Quién va a ser el secretario? ¿El mismo u otro? ¿Cuándo se va el que está? ¿Cuándo asume el nuevo?”, se preguntan. Nadie, en rigor, lo tiene del todo claro. Lo más probable es que las variantes se hagan entre lo que resta de diciembre (no exactamente el 10) y marzo, una vez que haya pasado la temporada.

Si la gobernabilidad se asegurara con afecto, Neme la tendría garantizada. Pero se asegura con negociación y votos. 

La conversación central es con el jefe del radicalismo, Maximiliano Abad. El senador había dicho que el 10 de diciembre se terminaba el contrato con Montenegro y había dado a entender que todos los funcionarios radicales que forman parte del gobierno municipal se irían a sus casas. Pero en el transcurso de los meses esa definición entró en una zona gris, condicionada por el objetivo de Montenegro de no alterar lo que, en términos políticos, funciona.

Cabría una ironía. Los que vieron funcionar en el Concejo al interbloque del PRO y el radicalismo conocen su inclinación por las prórrogas: la de la recolección de residuos, la del transporte, las de los balnearios. A esta altura no es extraño que también el contrato vencido con Abad pueda gozar de una extensión. “El modelo Mar del Plata no está agotado. Es, como dijo Agustín, por Mar del Plata”, reforzaron con optimismo cerca de Montenegro.

El mensaje es que, al igual que el PRO y La Libertad Avanza, la UCR forma parte de “la Mar del Plata del sí”. Del otro lado quedan todas las variantes de la oposición: el kirchnerismo, el massismo y Acción Marplatense. La renovación contractual con el radicalismo, a la que todavía le faltan varias cláusulas, le devolvería a la gestión la mayoría legislativa perdida. Juntos, el PRO, los libertarios y los radicales juntarían 14 votos sobre 24. “Compramos pochoclos y miramos la pelea de Pulti y Raverta”, invitan en las filas del intendente.

No vaya a ser cosa que la velada tenga otros combates de fondo. El gobernador Axel Kicillof logró finalmente la aprobación del endeudamiento con un reparto de cargos en el Banco Provincia, el Consejo de Educación y el Tribunal Fiscal de Apelación para los partidos que daban sus votos y un aumento de los fondos para los municipios. La Libertad Avanza quedó afuera del pacto y reaccionó como si nunca hubiera firmado alguno. Expuso los arreglos del PRO –también los de la UCR– en territorio bonaerense. En algunos casos, con insultos irreproducibles. Toda una declaración de intenciones para el período que se inicia.

Montenegro asistió el domingo pasado a la jornada libertaria en el Gran Hotel Provincial. Se ubicó en primera fila, cerca de Carrancio, “Lule” y Martín Menem y Karina Milei. 

Antes de esa ráfaga libertaria, Montenegro había dicho presente en la jornada que el partido del Presidente realizó en el Gran Hotel Provincial con concejales, legisladores y diputados nacionales por la provincia de Buenos Aires. Allí donde Karina Milei habló sin tapujos de la reelección de su hermano.

El jefe comunal escuchaba en la primera fila cuando Alejandro Carrancio, desde el escenario, largó: “De este seminario tendríamos que salir muchos intendentes para nuestros distritos y, por qué no, el próximo gobernador”. Lo último podría considerarse un cumplido para varios. Lo primero, un desliz por la costumbre de hablar en primera persona del plural que, así y todo, planta la bandera de largada para la carrera por el municipio en 2027. Carrancio es el primer interesado en pintarlo de violeta.

Al flamante diputado nacional le han ofrecido para La Libertad Avanza más cargos en el municipio de los que terminará aceptando. Piensa quedarse con los que acordó con Montenegro en el cierre de listas: la presidencia del Ente de Turismo, la de Obras Sanitarias y la del Concejo. Los suficientes para “colaborar” con la gestión sin llegar a un cogobierno. Para poner cierta distancia. Para que, en la próxima campaña, no quede anulada la opción de diferenciarse.

Carrancio planta la bandera de largada para la carrera por el municipio en 2027. Es el primer interesado en pintarlo de violeta.

En medio de sus propias disputas, la oposición empieza a mirar el escenario legislativo con cierta resignación. “Ojalá que desde el 10 de diciembre cambie algo. Lo dudo”, dijo Juan Manuel Cheppi, del Frente Renovador, en la última sesión de la mayoría de lo que alguna vez se llamó Juntos por el Cambio.

El hombre de Sergio Massa lo ha hecho en cada una de las últimas sesiones. Elige uno de los principales expedientes del orden del día y aprovecha su argumentación para lamentar la década de gobierno del PRO, apuntarle a Montenegro, cuestionar las privatizaciones y reclamar planificación. Es su forma de levantar el perfil rumbo a 2027.

Cada uno con su método. Gustavo Pulti esperó que Kicillof tuviera aprobado el presupuesto, la ley fiscal y el endeudamiento para confirmar públicamente lo que ya todo el ambiente político sabía desde que pidió licencia en la Cámara de Diputados bonaerense: que volverá al Concejo.

En su publicación dedicó un reproche a “quienes hicieron campaña” diciendo que su candidatura a concejal “era testimonial”. Hablaba de los camporistas: los tendrá banca de por medio.

El regreso al sitio desde el que supo construir todas sus candidaturas a intendente –las que lo llevaron a la derrota y la que lo depositó en la intendencia– tiene todo el aspecto del inicio de un nuevo intento. Esta vez consensuado con Kicillof y con el objetivo de plantarse internamente frente a Fernanda Raverta, la candidata a intendente del peronismo en las últimas dos elecciones.