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Pibxs 4 de diciembre de 2019

Centro San Marcelino, un puente a la inclusión

El año que viene se cumplen 20 años del Centro San Marcelino. Un centro educativo comunitario que se dedica a brindar apoyo escolar y contención a los niños del barrio Parque Peña. Forma parte de la Congregación Marista junto con el Instituto Peralta Ramos y la Villa Marista.

Nació dentro de la Villa Marista por idea de un hermano marista y ex alumnos del colegio, que tenían la necesidad de ofrecer algo a la sociedad que rodeaba el predio. Vieron que el edificio de la escuela estaba subutilizado ya que solamente había escuela por la tarde. Así, deciden abrir un Centro educativo comunitario. Para ello recurren a las escuelas como una conexión con las familias. Luego se trasladaron a un quincho ubicado en la entrada. Hasta que surgió la idea de ir hacia los espacios donde viven los niños.
Detectaron que la mayoría eran del barrio Parque Peña e iban a las escuelas N° 17, 11, 22 y 75. Donde la N° 11 concentraba en el 80% de ellos.

Entonces empezaron a recorrer el barrio buscando terrenos para instalarse. Si bien a los pequeños les encantaba la Villa e incluso la llamaban “Disney”. La realidad es que les quedaba alejada.

Los hermanos maristas compraron los terrenos y se buscó una empresa constructora. La arquitecta donó sus honorarios y tardaron casi un año en terminarlo. A fines del 2017 lo inauguraron.

La coordinadora general es Adriana Andreassen. Empezó siendo voluntaria en 2001, pasó por la administración y llegó a su puesto actual después de formarse en sociología, una vocación que se despertó gracias al centro. “Estamos muy afirmados con las familias pero el barrio tenemos que hacer todo un trabajo de construcción para que nos conozcan” afirmó.

El objetivo del centro es trabajar con niños, niñas, adolescentes y jóvenes, siguiendo la tradición marista, que pertenezcan a zonas vulnerables abarcando todas las necesidades.

Su fin no se trata sólo de ayudar en lo económico y educativo, si no ocuparse en profundidad de la familia, en todos los hábitos. De tal manera hace 2 años realizan un un proyecto de salud que consiste en que aprendan a lavarse los dientes, una actividad que colabora en su inclusión.

Adriana aclara “El eje principal son los derechos de los niños que están muy desdibujados. No los conocen los niños, ni sus papás y la sociedad en general. Cuesta un montón porque cuando los papás tienen la necesidad se le dibuja eso“.

La misión viene desde el hermano fundador San Marcelino Champagnat. Empieza su camino cuando fallece un adolescente en sus brazos que no sabía leer, escribir, ni conoció la palabra de Dios.

Se trabaja de manera continua como para que puedan tener una vida más digna y construir su propio proyecto personal. Algo que resulta muy complicado. “Es como decir, es importante saber hacer las cuentas y el niño vino sin comer o su papá no tiene trabajo.” explica la coordinadora.

Todos los días hay talleres diferentes y se convoca a los padres para transmitirles el funcionamiento. A la vez se involucra a las familias cuando detectan la falta de algún derecho, dificultad o falencia familiar. Tienen un equipo interdisciplinario con un psicólogo, un trabajador social, terapista ocupacional, socióloga y comunicadora social. Donde también participan instituciones como la escuela, la salita, el CPD. Todos insisten para que se respeten esos derechos. Pertenecen a la red barrial “Juntos por Camet” donde están casi todas las instituciones y se resuelven los problemas entre todos.

La dificultad es que es una institución sin fines de lucro, no formal y no obligatoria. Cuando el papa podría sentirse “atacado” tiene el poder de sacar a su hijo. Su trabajo es muy sútil, que lo sienta como una contención, acompañamiento y no un ataque.

Los niños concurren por la escuela o por la demanda espontánea de vecinos que se acercan a consultar. Siempre con entrevista previa para conocerlos. Aunque es un punto que está en construcción por el espacio y recurso humano que es limitado.

La interacción con las familias es constante. Realizan asambleas barriales para contarles los movimientos y que les brinden su punto de vista. Lo cual “es muy positivo porque te hace ver otra realidad. Ellos sienten que nosotros somos un puente con la otra parte de la sociedad. Dicen ustedes pueden gestionar esto porque los escuchan”, expresa Adriana.

Este año implementaron la primaria para adultos porque había papás analfabetos. Se detectó en un grupo de WhatsApp ya que algunos padres nunca contestaban. Varios se acercaron, con vergüenza y les explicaron que no sabían leer. En el momento, lo resolvieron con audios. Pero empezaron a indagar sobre la cantidad de personas en la misma situación y resultó que eran un montón. Con esfuerzo lograron traer una docente y los papás estaban fascinados. La coordinadora declaró “Qué papá le puede aconsejar a su hijo, sin estudios, andá la escuela o hace la tarea si él nunca lo hizo y no sabe. Pretendemos que la otra parte de la sociedad ya tenga como asimilado hacer tales cosas. Después de tantos años de estar, te das cuenta que necesitan más compañía y cuando los acompañas, lo hacen.”

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En cuanto a los voluntarios en un primer momento llegaban solos. También fueron de otras partes del país y plantearon que haya voluntarios locales. Luego, un grupo de chicos de sexto año del Peralta Ramos no tenía los recursos para realizar el viaje de egresados y decidieron que en vez de tener toda la semana clases querían ayudar en el Centro San Marcelino.

Lo cual resultó una vivencia muy profunda, profundizaron el lazo y la interacción con el otro. A partir de eso establecieron un equipo junto al colegio y crearon un proyecto de voluntariado. Llamado “Sólo por Amor” donde los chicos de sexto año se inscriben y realizan trabajo comunitario durante una semana que consiste desde apoyo escolar hasta visitar a las familias. Para esto reciben toda una preparación previa. Además tienen un protocolo que indica qué se puede y no hacer. La iniciativa tuvo tanto éxito que enviaron gente de otras provincia para capacitarse y replicarlo en más lugares.

Cuentan con un equipo de cinco profesionales y de veinte voluntarios que se rotan en los diferentes días. La mayoría de los voluntarios son ex alumnos, algunos estudiantes de terapia ocupacional que hacen sus prácticas y dos alumnas de medicina. Si bien realizaron una campaña para atraer gente del exterior desean que más personas se sumen. Al igual que empresas que quieran invertir. También necesitan gente para salir a vender bonos de socios del Centro y quieren involucrar a los padres y docentes del colegio como voluntarios.

“Necesitamos abrirnos a mar del plata. El colegio Peralta Ramos y la villa marista son conocidos pero que también nos conozcan a nosotros como un tercer lugar de la congregación marista. Lo mismo sería en el barrio.” dijo Adriana.

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Les gustaría abrir más horas por la situación económica en la que se vive. El centro abre por la mañana los días miércoles, jueves y viernes de 8:30 a 11:30 ya que los lunes realizan la logística como traer los alimentos para la semana y martes es de tarde, de 13:30 a 16:30.

Los adolescentes asisten los sábados a partir de las 12 hasta las 17 y la primaria para adultos es los miércoles entre las 13 y las 15.

Un día en el Centro consiste en que los niños llegan y antes de recibir el desayuno, rezan. Luego se dividen en dos grupos, primer ciclo y segundo ciclo. Mientras unos tienen apoyo escolar, los otros realizan actividades como “Taller de expresión libre”. Cumplido el tiempo, intercambian. Al finalizar, juegan todos juntos hasta la hora de irse.

Para poder cubrir cada actividad tienen una profesora de primaria, profesora de matemática y una de educación física que le brinda el club Sporting. Los profesionales llegan desde convenios con distintas instituciones.

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Otra de sus tareas consiste en becar a los adolescentes que quieran continuar el secundario en alguna institución fuera del barrio, como la polivalente o la agraria en Coronel Vidal. La idea es que lo elijan según su interés para que el cambio sea favorable y que la terminen. La coordinadora confiesa “Cuesta mucho más con las nenas porque su contexto la lleva a que tienen que ser madres jóvenes. A los 13 o 14 años quedan embarazadas y todo su proyecto personal desaparece”.

En cuanto al financiamiento mucho proviene desde el colegio que se divide en niveles para colaborar. El nivel inicial da una lista de alimentos, primaria trae cosas dulces o saladas en los actos escolares que junto al café que brinda el colegio se realiza un buffet en estos actos y en secundaria se pasa una alcancía. A su vez todo el colegio realiza una kermesse donde la mitad de lo recaudado se destina al centro. También hay un un roperito donde se venden los uniformes usados que es de la Comisión de familia y entregan bonos voluntarios en las reuniones de padres.

En el barrio hacen ferias de ropa que es donada por los alumnos del colegio. A veces tienen rifas y hacen kermesse propia. Si bien cuentan con mucha colaboración los recursos escasean.

Para ser voluntarios primero pueden asistir algún día al Centro, así ven cómo se trabaja y si se sienten cómodos. La recomendación es que vayan una vez por semana. Se pueden contactar por las redes del centro @cecsanmarcelinochampagnat en Instagram o en Facebook como Centro Educativo Comunitario San Marcelino Champagnat, con Adriana al 2235831189 o en la sede ubicada en Ambrosetti 6621. Lali, es la coordinadora encargada de entrevistar y una vez que están seguros se hace un contrato. Es importante aclarar que se paga el viático es decir el gasto de colectivo. En caso de querer realizar algún taller, se debe presentar un proyecto y una vez evaluado se consiguen los materiales para empezar.

“Los proyectos que realizan los hermanos siempre son a largo plazo y esto recién arranca. Continuarán los que sigan en ese crecimiento”, cerró Adriana.

Por Karin Lourdes Bach para Pibxs