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Interés general 4 de enero de 2021

Consumo y canales de compra de alimentos durante la pandemia en Mar del Plata

Entre julio y agosto de 2020, el Grupo de Investigación “Economía Agraria” de la Facultad de Ciencias Económicas y Sociales de la Universidad Nacional de Mar del Plata, realizó una encuesta online, exploratoria, a hogares residentes en nuestro Municipio. Respondieron 452 consumidores, de 18 años y más, con participación en la compra y/o en la elaboración de los alimentos de sus hogares, pertenecientes a diferentes barrios.

Asimismo, el relevamiento contó con heterogeneidad en cuanto a género, edad, educación, composición familiar y situación ocupacional.

El 54,2% de los hogares de los encuestados compró productos al inicio del Aislamiento Social, Preventivo y Obligatorio (ASPO) con el propósito de almacenar y enfrentar un eventual desabastecimiento. Este accionar, conocido como “compras de pánico”, es motivado por la incertidumbre y el temor que genera una situación adversa, que irrumpe repentinamente y a la hay que adaptarse en un relativo corto período de tiempo.

De estos hogares, el 79,59% compró insumos de sanitización personal (alcohol etílico, alcohol en gel, toallitas desinfectantes), el 77,55% alimentos envasados (fideos, arroz, polenta, harina), el 71,02% alimentos frescos para freezer/congelar, y el 70,2% productos para limpiar la casa (lavandina, cloro, detergente, desinfectantes).

Este comportamiento se verificó en la mayoría de los hogares, con independencia de su nivel de ingresos. Sin embargo, de las respuestas del grupo de familias encuestadas residentes en barrios de nivel bajo/medio-bajo, surge un porcentaje proporcionalmente más alto en almacenamiento de alimentos envasados, no perecederos y, también, el porcentaje más bajo que declara no haber almacenado ningún tipo de producto.

Respecto al principal canal para comprar alimentos, prevalecieron los “negocios de barrio”, de cercanía (almacén/despensa, verdulería, carnicería, panadería) ya que fueron elegidos por el 53,98% de los hogares. Le siguen en importancia las “grandes superficies comerciales” como super e hipermercados, con un porcentaje del 26,99%.

Con participaciones notoriamente inferiores, se ubican las “ferias comunitarias” (7,30%), los “emprendedores particulares informales” (5,53%), los “supermercados chinos” (5,31%) y “otros canales” (0,89%). Los hogares residentes en barrios de nivel bajo/medio-bajo presentan el mayor porcentaje de elección de “supermercados chinos” y de “ferias comunitarias”. En tanto que los residentes en barrios de nivel medio y medio-alto/alto de “grandes superficies comerciales”.

Por su parte, los “negocios de barrio” tienen una importancia relativa similar en los hogares independientemente del nivel de barrio considerado.

Con relación a la incorporación o a la intensificación de modalidades de compra de alimentos alternativas a las tradicionales, el 32,52% de los hogares encuestados se inclinó por el “envío a domicilio” (delivery) pero el 59,73% siguió concurriendo a los comercios.

Asimismo, la mayoría de los hogares encuestados compró alimentos con una frecuencia semanal de 1 o 2 veces (51,33%). En tanto que el 26,77%, más de 2 veces por semana, el 17,04% cada 15 días, el 3,98% cada 30 días y el 0,88% menos de 1 vez por mes.

Al preguntar sobre el consumo de determinados grupos de alimentos, los resultados indican que, desde el inicio del aislamiento hasta la fecha de la encuesta, la mayoría de los hogares consultados mantuvo la frecuencia de consumo de “aceite y grasas”; “lácteos”; “carnes” -vacuna, aviar, pescado y mariscos, otras-; “frutas y verduras”; “legumbres”; “cereales” -arroz, cereales en copos- y “harinas y alimentos a base de harinas” -fideos, polenta, galletitas, pan-.

Una importante proporción aumentó la frecuencia de consumo de “harinas y alimentos a base de harinas”, “frutas y verduras” y “dulces y golosinas”. Segmentando por nivel de barrio de residencia del hogar, se aprecia que aquellos ubicados en barrios de nivel bajo/medio-bajo son los que registran el aumento más elevado en el primer grupo de alimentos -que incluye productos no perecederos y de menor precio relativo- mientras que los hogares ubicados en barrios de nivel medio y medio-alto/alto, en los otros dos grupos. Un punto en común es el incremento del consumo de alimentos que no son saludables -como varios de los que engloban el primero y el último grupo-.

Entre los alimentos que los hogares disminuyeron la frecuencia de consumo es posible mencionar “comidas listas para consumir” -tartas, empanadas, pizzas-, “fiambres y embutidos” y “bebidas alcohólicas”. Los hogares residentes en barrios de nivel bajo/medio-bajo se destacan por la caída del consumo o, directamente, por el no consumo de estos tres grupos de alimentos. Las “bebidas no alcohólicas” es uno de los grupos con mayor porcentaje de consumo nulo en los hogares.

En cuanto a ciertos hábitos, el 42,92% y el 47,57% de los encuestados indican que ni su alimentación ni la de su hogar varió sustancialmente durante los primeros días del ASPO respecto a los días previos ni a lo largo del mismo, respectivamente.

En cuanto a las pautas de una vida saludable, que permiten prevenir las denominadas enfermedades crónicas no transmisibles (ECNT) -diabetes, obesidad, trastornos cardiovasculares-, es posible señalar que el 46,46% percibe que, durante el ASPO, su alimentación fue sana y nutritiva, pero el 50,22% no practicó actividad física regularmente.

Por su parte, el 59,51% se preocupó por desinfectar tanto los alimentos envasados (paquetes de fideos) como los frescos (verduras y frutas) que se compraron en sus hogares.

Finalmente, el 67,92% intensificó la elaboración de comidas caseras, el 43,81% cocinó y comió más por aburrimiento y el 29,87% se dio cuenta de que le gustaba cocinar pero que no lo hacía por falta de tiempo.


Autores: Miriam Berges, Beatriz Lupín, Julieta Rodríguez, Mariano Ariza, Guillermina Mujica, Camila Roldán y Juan José Pérez Guerra. Grupo de Investigación “Economía Agraria”, FCEyS-UNMdP ([email protected])