Publicidad: “Hotel España”, de Fermín Armayor en Belgrano 2530 – Santiago del Estero 1951, “Guía Social Mar del Plata, año 1935”. Enviada por Enrique Mario Palacio.
Archive for the ‘Fotos’ Category
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Wednesday, June 19th, 20138209
Tuesday, June 18th, 2013Foto: “Hotel Horizonte”, ubicado en la manzana irregular de Av. Patricio Peralta Ramos, Viamonte y Moreno, año 1943. Enviada por Enrique Mario Palacio.
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Tuesday, June 18th, 2013Foto: “Lago Gral. Paz y Bristol Hotel”, año 1910. Enviada por Enrique Mario Palacio.
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Tuesday, June 18th, 2013Postal coloreada: “Panorámica Playa de los Ingleses”, año 1949. Enviada por Enrique Mario Palacio.
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Sunday, June 16th, 2013Otra reliquia desconocida que desamos compartir en este blog: el reloj del campanario de la Catedral. En la placa superior está el nombre del constructor y en la inferior dice que se trata de una donación de la familia Peralta Ramos en 1908. Fotografía tomada por Marcela Golfredi, reportera, en el marco de la realización del suplemento aniversario de LA CAPITAL (25 de Mayo).
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Sunday, June 16th, 2013Deseamos difundir esta reliquia que seguramente muy pocos marplatenses conocen: el reloj de la ex terminal de micros. Fue instalado en 1911 por relojeros especializados del Ferrocarril del Sud, ya que la estación inicialmente fue ferroviaria. Fue fabricado por Gillet & Johnston, firma londinense cuyas creaciones lucen en torres y campanarios del mundo. De hecho, el reloj colocado aquí es “hermano” del que se encuentra en la Torre Monumental (ex Torre de los Ingleses) de Buenos Aires. El 10 de febrero de 2013 volvió a funcionar merced a la tarea de Marcelo Castelvetri, bisnieto del relojero del ferrocarril del Sud que lo inslató en 1911. Más información en la fotografía 8201. Fotografía tomada por Marcela Golfredi, reportera, en el marco de la realización del suplemento aniversario de LA CAPITAL (25 de Mayo).
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Sunday, June 16th, 2013La Estación Sud, que luego se convertiría en estación de micros. Todavía no estaba colocado el reloj en la torre. Foto suministrada por el arquitecto Carlos Luccitti a cargo de la obra de restauración y puesta en valor que la empresa IMASA desarrolla en la ex terminal.
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Saturday, June 15th, 2013La Estación Sud, que luego se convertiría en estación de micros. Foto suministrada por el arquitecto Carlos Luccitti a cargo de la obra de restauración y puesta en valor que la empresa IMASA desarrolla en la ex terminal.
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Saturday, June 15th, 2013Esta es la parte interior de la puerta de la cabina que protege el reloj inglés que se encuentra en la torre de la ex terminal de micros. Allí los relojeros del Ferrocarril del Sud dejaban constancia de sus intervenciones. Observamos la anotación que dejó Ernesto Castelvetri al dejar instalado el reloj en el año 1911. Fotografía de Marcela Golfredi, reportera de LA CAPITAL.
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Saturday, June 15th, 2013Duilio Castelvetri, relojero del Ferrocarril, posando junto al reloj de la ex terminal de micros (en aquel entonces estación de tren). La fotografía fue tomada entre 1935 y 1940 y se supone que tanto el relojero como el fotógrafo estaban parados sobre un andamio empleado en las refacciones que en aquella época sufrió el edificio. La foto, suministrada por Marcelo Castelvetri, nieto de Duilio, ilustró un artículo editado en el suplemento aniversario de LA CAPITAL editado el 25 de Mayo pasado. A continuación lo transcribimos:
El tren del tiempo
Por Gustavo Visciarelli
Los Castelvetri son una estirpe de relojeros que cumple su minucioso oficio en Argentina desde hace 116 anos. El primero – Ernesto- llegó al país en 1897 desde Ferrara, Italia y trabajó 30 años en el Ferrocarril del Sud, perteneciente a la empresa británica Buenos Aires Great Southern Railway.
El reloj era vital para los ferrocarriles ingleses, de acreditada eficacia y puntualidad. Cada línea ferroviaria tenía su propio taller donde personal especializado garantizaba que miles de relojes -hasta los de bolsillo que usaban los guardas- funcionaran a la perfección.
El italiano Ernesto Castelvetri llego a ser jefe de relojería del Ferrocarril del Sud y en 1911 fue enviado a Mar del Plata para cumplir una misión especial.
Paisajes ferroviarios
El tren llegaba a la ciudad desde 1886, pero la Estación Norte (Luro e Italia) pronto resultó disfuncional al turismo aristocrático de la época. La historia sugiere que los ingleses, reticentes a construir una nueva estación, tuvieron que ceder a los reclamos de la elite.
El proyecto incluyó expropiaciones de terrenos para trazar un corredor ferroviario que en 1909 -para disgusto de los lugareños- sesgó insólitamente la ciudad. Partiendo de la vía que corre paralela a Guido, el nuevo trazado avanzaba cortando manzanas por los terrenos flanqueados por las calles Peña y Roca. Luego, una curva que comenzaba en Corrientes orientaba los trenes hacia la nueva Estación Sud, situada en las cuatro manzanas delimitadas por Alvarado, Alberti, Sarmiento y Las Heras.
La obra de Jules Dormal
Los turistas que el 1 de diciembre de 1910 llegaron en el primer tren a la flamante Estación Sud hallaron por todo edificio un inmenso galpón de madera, pero al regresar el verano siguiente fueron recibidos por la obra de Jules Dormal, un arquitecto belga recibido en Paris cuyo curriculum ostenta la construcción de la Casa de Gobierno provincial en La Plata, el Teatro Opera de Buenos Aires, la legendaria confitería Richmond y la terminación del Congreso Nacional y del teatro Colón de Buenos Aires.
El sueño de los aristocráticos turistas se había corporizado en una exquisita estación que solo funcionaba en verano y que, sin dudas, luciría extravagante con su profusión de ornatos en un paraje todavía campestre.
Un reloj ingles
Todo ello explica la misión que Castelvetri cumplió en 1911: la instalación en la torre de la calle Sarmiento un reloj fabricado por Gillet & Johnston, firma londinense cuyas creaciones lucen en torres y campanarios del mundo. De hecho, el reloj colocado hache es “hermano” del que se encuentra en la Torre Monumental (ex Torre de los Ingleses) de Buenos Aires.
Castelvetri se desempeñó junto a trabajadores de diversas especialidades para montar en la cúspide de la torre la pesada maquinaria, que reposa sobre dos rieles de ferrocarril empotrados en las paredes a un metro y medio de altura. A su vez, esta protegida por una cabina de madera y vidrio que hoy nos sorprende con un valioso obsequio documental.
Ocurre que los relojeros ferroviarios dejaban registro de su tarea mediante anotaciones en alguna superficie cercana. En este caso lo hicieron en la puerta de dicha cabina, donde hoy encontramos una maraña de inscripciones con fechas, nombres, detalles de trabajos realizados, etc.
El propio Ernesto fue quien inauguro la zaga con la siguiente leyenda, en la que se coló alguna reminiscencia de su lengua natal: “Enero 1911 – Concluido de armar la maquina y los cuadrantes todo en perfecto orden. Posto en marcha el DIA 10 de enero de 1911. Ernesto Castelvetri – Relojero F.C.S”
Línea de tiempo
También figuran allí los nombres de otros relojeros del Ferrocarril que venían a hacer el servicio desde Buenos Aires, generalmente al comenzar la temporada. Y también hay abundantes inscripciones de visitantes que lograron acceder a la alta torre por su estrecha escalera caracol de metal, que suma 80 peldaños en dos tramos que parten del primer piso. Una de ellas, fechada el 28 de julio de 1966, reza: “Yo, Alicia N Golfieri mire como le daban cuerda”. Es claro que la visitante observo cuando un operario giraba una y otra vez la manija del reloj, tarea que debe realizarse semanalmente para mantener en marcha el mecanismo, impulsado por una pesa de 400 kilos.
La ultima anotación del relojero italiano es conmovedora: “El día 23 de enero de 1927 E. Castelvetri colocó los vidrios y limpió, terminando servizio en esta empresa cumplidos los 30 anos. Dejo el reloj de Mar del Plata en perfecto estado dejándolo a conservarlo a mí hijo Duilio”, un consumado relojero que heredó el oficio de su padre en el Ferrocarril del Sud. También el escribiría varias constancias en la puerta, rematadas con la frase “técnicos relojeros de Constitución”, sitio donde se hallaba el taller central.
Los descendientes de Duilio atesoran una foto donde se lo ve en el exterior de la torre, parado junto a uno de los cuadrantes del reloj. La imagen solo puede explicarse si aceptamos que el relojero y el fotógrafo se hallaban sobre un andamio que no llega a verse y que habría sido empleado en la “intervención racionalista” que modificó el edificio entre 1935 y 1940. Como resultado, la estación perdió los ornatos de sus cúpulas, dos dependencias con techos de pizarra que estaban en la terraza y hasta el coqueto cupulín de la torre del reloj.
Otro heredero
Duilio fue sucedido por su hijo Eduardo, quien vivió la Nacionalización de los Ferrocarriles en 1948 y la restructuración de las líneas preexistentes. Dos años más tarde la Estación Sud se convirtió en Terminal de Ómnibus y pasó a llamarse Presidente Juan Domingo Perón, resignando dos manzanas (desde Garay hasta Alvarado) que luego fueron loteadas y vendidas. Lo mismo ocurrió con los terrenos que en 1909 ocupó el corredor ferroviario.
El antiguo sector de andenes albergó las plataformas de micros y toda la Terminal se pobló de comercios, boleterías, oficinas y dependencias públicas en libre desconcierto. Sin la asistencia de los viejos técnicos ferroviarios el reloj de la torre atravesó tiempos dispares, incluyendo largos periodos de disfunción.
El porte de antaño
En 2009 la Terminal de Ómnibus fue integrada a la Estación Norte mientras la vieja Estación Sud, bajo la orbita Municipal, vuelve hoy a su belleza de antaño.
El proyecto en marcha, realizado y dirigido por el estudio Mariani – Pérez Maraviglia, contempla dos etapas. La primera concluirá en pocos meses y permitirá recuperar el edificio histórico, que será dedicado a actividades culturales. La segunda se desarrollará en el espacio que ocupaban las plataformas de pasajeros y el playón, donde habrá un shopping, salas de cine y una plaza interior. La apertura de la calle Rawson pondrá fin a la frontera que durante mas de un siglo separo dos sectores del mismo barrio.
“El edificio se hallaba en un triste estado”, comenta el arquitecto Carlos Luccitti, jefe de la obra que lleva adelante la firma Imasa (Ingeniero Miconi & Asociados)
“Se noto la intervención durante muchísimos años de gente no idónea en la construcción ni en el criterio de diseño. Acá ha habido situaciones realmente delicadas, como la demolición de muros que en algunos casos motivaron la aparición de grietas importantes que hemos tenido que recomponer con mano de obra muy calificada”, señala Luccitti. A esas invasiones se sumaron la humedad y las filtraciones que afectaron elementos estructurales hoy recuperados y puestos en condiciones.
El arquitecto recuerda que en el edificio original “no hay nada de hormigón. Las columnas son mamposterías portantes; no hay lozas sino bovedillas con perfiles de hierro y ladrillos; no hay vigas de hormigónsino perfilería metálica”.
Tarea de artesanos
Recurriendo a planos, fotografías de la época y con el aporte de Patrimonio Histórico, la restauración avanza respetando “el espíritu y el criterio que hubo en el diseño”, ajustándose a la línea racionalista que se le impuso en los anos 35-40.
“Hemos recompuesto arcadas, adornos y buñas”, comenta Luccitti. Dicha tarea logró especial lucimiento en el hall de Alberti y Las Heras cuyo cielo raso artístico fue reconstruido en cada una de sus molduras por artesanos en yeso, al igual que los capiteles jónicos de sus columnas, para lo cual fue necesario hacer moldes de parafina.
La restauración alcanza pequeños detalles, incluyendo las guardas de hierro con diseño de flor de lis que ornamentan las naves principales. En todas las piezas puede leerse el nombre de su fabricante – Walter MacFarlane, dueño de una famosa fundición de Glasgow, Escocia- y también las siglas FCS, acreditando que el trabajo fue hecho especialmente para Ferrocarril del Sud. Numerosas piezas fueron rescatadas en su totalidad y las que sufrieron roturas están siendo reconstruidas por especialistas.
Tras haber conocido los íntimos secretos de la vieja estación, Luccitti asegura: “Lo que mas me sorprendió fue redescubrir la estructura metálica del gran salón central que estaba opacada por tantas boleterías y locales sin fin. Es sorprendente la exactitud con que están puestos los remaches en cada una de las uniones. Estas arcadas son dignas del mejor constructor de la torre Eiffel…”
De padres a hijos
Después de largo tiempo sin funcionar, el reloj fue reacondicionado y puesto en marcha el 10 de febrero de 2013, aniversario de Mar del Plata.
Quien lo devolvió a la vida fue Marcelo Castelvetri – bisnieto de Ernesto, nieto de Duilio e hijo de Eduardo- quien no trabajó para el ferrocarril pero heredó el oficio y se radicó en Mar del Plata en 1980 para instalar su relojería en Diagonal Pueyrredon casi Belgrano. La estirpe sigue en proyección: su hijo Martín -que además de relojero es músico- lo ayudó en la tarea de revivir el noble “Gillette & Johnston”.
Marcelo resume en dos palabras -“orgullo familiar”- esta historia que concatena cinco generaciones de relojeros. Pero lo más elocuente es su pudorosa emoción al leer las notas en aquella puerta. Y sobre todo cuando redescubre que su bisabuelo Ernesto, al despedirse del servicio, escribió en su idioma natal: “Memoria de padres a hijos”.