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Policiales 4 de abril de 2021

Crimen de Dolores Casais: “Quiero saber quién mató a mi esposa”

A casi tres años del asesinato de Dolores Casais en su casa del Puerto, el fiscal Fernando Castro, ante la falta de pruebas, archivó la causa. El viudo, Ramón Varela, pide que la investigación no se cierre.

Ramón Varela pide justicia por el crimen de su esposa.

Ramón Varela, un gallego trabajador de 79 años, pide solo una cosa: que antes que le pase algo, saber quién mató a su esposa, Dolores “Lola” Casais, en un brutal ataque en su casa del Puerto en julio de 2018.

El crimen de Casais (76) se encuentra sin resolver y, antes la falta de evidencias, el fiscal Fernando Castro resolvió archivarlo. Es que, en casi tres años de investigación, no se hallaron pruebas concretas contra ningún sospechoso, no hubo huellas dactilares o cámaras de seguridad para analizar. Nada. Alguien mató a “Lola” en su casa, se fue por la puerta y no se pudo saber nada más.

Ramón está devastado sin Dolores, sin su compañera de toda la vida, con quien estaba en pareja desde 1960 y se había casado en 1963. Ambos habían llegado de España cuando tenían 15 años, se conocieron acá y, después de casados, en 1969 abrieron una fiambrería en el centro, que todavía la trabaja Ramón.

“Estoy muy dolido, me siento mal”, cuenta Ramón entre lágrimas y agrega: “Pienso a cada rato en ella, la mente se me desvía todo el tiempo a Dolores, a lo que pasó. Estoy muy mal”, remarca el hombre.

Cierro los ojos y la veo tirada en ese charco de sangre. No me atrevo a vivir ahí en mi casa”, dice Ramón y tal será su agonía que tuvo que mudarse, armar un cuartito en su despensa para quedarse ahí. Come, duerme y trabaja, su vida sin Lola se resume a eso. “Se me terminó la alegría sin ella“, dice.

Dolores "Lola" Casais.

Dolores “Lola” Casais.

Ramón se siente abandonado por la Justicia, por la falta de avances en la investigación y el definitivo archivo de la causa. “Esto fue un crimen, no puede ser que no tengan nada en la investigación. Después de meses en que en Tribunales no me atendían por la pandemia, me entero que la causa fue archivada, eso me duele mucho, es una injusticia que no me den una explicación de por qué no se sigue la causa”, dice.

“A esta altura de mi vida ya no sé qué hacer. Pido que se haga justicia. Antes de que me pase algo mí quiero ver que esto tenga luz, quiero saber quién mató a mi esposa“, dice Ramón, quien en su búsqueda por justicia por el crimen de su esposa pedirá a la Fiscalía General que la causa no quede archivada y que le cambien de fiscal.

Ramón llora durante la entrevista. Por momentos deja de hablar y su mirada parece que se pierde, que su cabeza va hacia otro lugar, otro lugar donde está Dolores. “Ella me esperaba siempre a que volviera de trabajar, me abría la puerta del garaje porque ya se nos habían metido ladrones y nos golpearon. Nos cuidábamos, nos queríamos, nos acompañábamos. Ahora puse cámaras, rejas en toda la casa, no sé para qué. Lo tendría que haber hecho antes, ahora ya no sirve”, dice el hombre que aún llora el crimen de su esposa, aún sufre su ausencia.

Un crimen sin resolver

El hecho ocurrió el lunes 17 de julio de 2018. Esa mañana, Ramón se despidió de Dolores y se fue a trabajar a la despensa. Saludó a su esposa y le dejó un dinero preparado para que pagara unos impuestos, en un centro de pagos sobre la avenida Fortunato de la Plaza.

Dolores desayunó y cerca de las 11 de la mañana le acercó un café al albañil que trabajaba en el fondo de su casa. Ahí le comentó que pasado el mediodía tenía que encontrarse con unas personas en uno de sus locales y que lo iba a necesitar para hacer unas tareas allí.

Pasaron las horas, el albañil se fue sin ver a Dolores de nuevo y en la casa de Elcano al 3500 todo fue silencio, hasta que, cerca de las 16.15 Ramón volvió a su vivienda. Lo primero que notó es que no estaba la llave puesta, como acostumbraban hacer. Tocó el timbre y al no escuchar una respuesta tomó el picaporte, que cedió inmediatamente y la puerta se abrió.

vivienda

Instintivamente Ramón sintió que algo no andaba bien en la casa y comenzó a llamar a su esposa. “¿Qué pasa Lola, qué pasa?“, gritó mientras avanzaba con miedo a la respuesta que podía encontrar. Y la respuesta fue una imagen de espanto.

Dolores Casais estaba tendida en la cocina, con la cabeza rota y sobre un charco de sangre espesa. Tenía la ropa puesta para salir a la calle, la campera que la abrigaría en ese lunes de invierno y la cartera con las cuentas para pagar. La mujer se encontraba viva y balbuceaba en un desesperado intento de conseguir ayuda.

Ramón  lo primero que pensó fue que su esposa se había caído y golpeado la cabeza contra la mesada de la cocina. Miró a su alrededor y vio que en el cuarto todo estaba revuelto, con signos de un robo. No pensó más y llamó al 911.

Ramón no se podía quedar quieto, pero tampoco podía hacer mucho más para ayudar a Dolores. Salió a la calle a los gritos y pidió ayuda a los vecinos, pero nadie pasaba por la puerta de su casa. A los pocos minutos llegó la policía y luego una ambulancia, que trasladó inmediatamente a la mujer herida hasta el Hospital Interzonal.

Personal de la Policía Científica fue hasta el lugar para trabajar en busca de pruebas y evidencia. Como el escenario hacía pensar que se trataba de un robo, el hecho lo comenzó a investigar el fiscal Mariano Moyano.

En las primeras horas de investigación, se determinó que la mujer había sido brutalmente golpeada por la espalda con una tostadora de hierro que el agresor tomó en la cocina, donde fue encontrada Dolores.

Si bien la hipótesis de un ataque en situación de robo fue lo primero que tomó fuerza, con el tiempo fue perdiendo validez, ya que en los cuartos que estaba todo revuelto no había faltantes de valor y en el resto de la casa no se había tocado nada.

Dolores Casais pasó por una operación de gravedad en el Hospital Interzonal, pero a los cuatro días de estar internada, el 21 de julio, falleció a causa de la hemorragia que había sufrido. Desde su muerte, la causa la pasó a investigar la Fiscalía N°1, a cargo de Fernando Castro, quien, tras casi tres años de manejar la causa y sin ninguna prueba concreta decidió archivarla.