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Policiales 8 de febrero de 2025

Crónica de un episodio criminal de gatillo fácil: el asesinato de Matías Paredes

El vínculo con el crimen del kiosquero Cristian Velázquez, la secuencia de las cámaras de seguridad y el intento desesperado de enmarcar la brutalidad policial en un operativo legal.

Mar del Plata todavía estaba de luto por el asesinato del kiosquero Cristian Velázquez (50) cuando sus calles volvieron a teñirse de rojo con la sangre de un inocente: el jueves a la madrugada, policías de civil dispararon contra un auto en el que iban tres amigos hinchas de Alvarado y mataron a Matías “Pitu” Paredes (26). No fue un operativo legal. No se identificaron. No dieron la voz de alto. 

El lunes a la tarde, Cristian “El Guachín” Monje había ingresado al kiosco de Jacinto Peralta Ramos al 700 que era atendido por Velázquez munido de un revólver calibre .357. El kiosquero intentó defenderse del delincuente con un aerosol de gas pimienta, pero Monje -reincidente y peligroso- abrió fuego con su arma. El proyectil impactó en la cabeza del comerciante y le produjo la muerte instantánea.

Monje huyó del kiosco, salió al encuentro de su cómplice, Ignacio Bustos Nieto y ambos escaparon en una motocicleta de 110 centímetros cúbicos. Bustos Nieto sería entregado por su familia el martes a la madrugada y “El Guachín”, condenado en 2020 a 6 años de prisión y con dos pedidos de captura por diferentes asaltos, se convertiría en el hombre más buscado por la policía de Mar del Plata.

Por esas horas se descabezaba la Jefatura Departamental, desplazando al comisario mayor Luis Senra, un policía de carrera, honesto, que había sido puesto en ese cargo en una transición tras la detención del comisario mayor José Luis Segovia. A Senra lo reemplazó otro comisario mayor, con un perfil diferente: abogado, instruido, lector de libros. Edgardo Vulcano asumió y extendió a toda la policía de Mar del Plata el deseo del Ministerio de Seguridad, y que  no era otra cosa que la de detener de manera urgente a “El Guachín”, quien durante el asalto había usado una camiseta azul, como la de Alvarado o de Alvarado.

El miércoles a la noche “Pitu” Paredes, junto a Emanuel Astete y Cristian Novas habían ido a celebrar la presentación del nuevo sponsor del club de Matadero, club del que eran hinchas y seguían a todas partes. Después, fueron a comer a la casa Novas y cerca de la 1 de la madrugada decidieron salir a comprar un mazo de cartas, para jugar unas partidas antes de irse a dormir. Vestían, por supuesto, ropas de Alvarado.

Astete conducía su Fiat Palio, Novas iba en el asiento de acompañante y Paredes iba atrás. Salieron por Camusso hacia Fortunato de la Plaza y luego por esta hasta Polonia. En el trayecto ven a una Ford Ecosport estacionada, con las luces apagadas, que cuando doblan por Fortunato de la Plaza, la camioneta da la vuelta y comienza a seguirlos por detrás, con las luces apagadas. 

Eran las 1.36 de la madrugada cuando el Fiat Palio en el que iban los tres amigos por Fortunato de la Plaza frenó en el semáforo de Polonia. La Ecosport, ocupada por los policías Yancamil Masía (comisaría decimocuarta), Héctor Murray (subcomisaría Camet) y Emilio Flores (comisaría decimoquinta), se mantuvo detrás, y a las 1.36:21 salió un Volkswagen Bora, en el que iban Juan Molina y Julio Rufino (ambos de la comisaría decimosexta) de una estación de servicio, que se les puso delante del auto para cortarles el paso.

Paredes y sus amigos no tenían manera de saber que quienes estaban en la camioneta y el otro auto eran policías y, ante la sorpresa y el miedo de sufrir un violento robo, la reacción del conductor del Fiat Palio fue esquivar al Bora e intentar huir del lugar.

Del Volkswagen Bora y de la Ford Ecosport descendieron al menos tres personas y sin dar la voz de alto o identificarse como policías, en un absoluto abuso de sus funciones, a las  1.36:27 extrajeron sus armas de fuego reglamentarias y efectuaron al menos siete disparos. Para el fiscal Alejandro Pellegrinelli, estos disparos fueron con el “inequívoco” objetivo de matar a los ocupantes del Fiat Palio, sin siquiera saber quiénes eran.

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El Fiat Palio recibió dos balazos en el portón trasero que luego impactarían en el asiento trasero, uno en el techo, otro en el vidrio de la puerta trasera del lado del acompañante y uno en el asiento delantero del conductor.

“Acelerá que nos matan, acelerá que nos matan”, le gritaba desesperadamente Novas a Astete, mientras miraba hacia atrás como su otro amigo, Paredes, no reaccionaba y se encontraba desvanecido en el asiento trasero.

Tras los disparos, Molina y Rufino subieron de nuevo al Bora y persiguieron al Fiat Palio. En las imágenes de las cámaras de seguridad se puede ver como otro vehículo parece sumarse a la persecución y queda entre el Bora y la Ford Ecosport. Este tercer auto está identificado con tres efectivos de comisaría de octava y todos serán citados como testigos. 

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El Fiat Palio fue por Polonia hacia Vértiz y al llegar a la intersección de la calle Tripulante del Fournier giró a su izquierda con dirección a Ruta 88, hasta que finalmente fue interceptado por un patrullero en calle Carasa y Goñi Bis.

Astete y Novas descendieron para pedirle ayuda al patrullero, para explicar que eran perseguidos y que habían sido atacados. Sin embargo vieron que junto al móvil policial venían la Ford Ecosport y el Volkswagen Bora y que sus ocupantes eran presentados por los uniformados como policías de civil.

Astete tenía una herida de arma de fuego en la espalda sin que revistiera gravedad, Novas estaba ileso y Paredes, que iba atrás, había resultado mortalmente herido, con un balazo que le impactó en la espalda y otro en el omóplato.

Al lugar fueron amigos y familiares de los jóvenes y se generó una gresca con la policía. Como la ambulancia no llegaba, las personas cargaron a Paredes en una Toyota Hilux y lo llevaron de urgencia al Hospital Interzonal, donde ingresó a las 2.12 y los médicos constataron su muerte a las 2.25 de la madrugada.

A las 3.32 de la madrugada personal de Policía Científica fue al lugar y recogió en Polonia y Fortunato de la Plaza 7 vainas y un accidente balístico. A las 4.22, la operadora de la Central de Emergencias del 911 seguía consultando las circunstancias de lo que había sucedido, sin que nadie de los involucrados le diera respuesta alguna.

El informe preliminar balístico indicaría que fueron accionadas dos armas y que cuatro vainas servidas colectadas en el lugar del hecho se corresponden con la pistola del policía Juan Molina, una Bersa Thunder Pro serie 13031783. Como así también la bala que fue hallada en la autopsia que se le hizo al cuerpo de Paredes.

Matías Paredes era fanático de Alvarado.

Matías Paredes era fanático de Alvarado.

Según una primera versión que darían los policías de civil que mataron a Paredes en el lugar del hecho, Molina y Rufino esa madrugada cumplían funciones del Gabinete Técnico Operativo de prevención para lograr la detención de Cristian Monje cuando escucharon por la radio del 911 que un efectivo de la comisaría 15° perseguía en una Ford Ecosport a un Fiat Palio. 

Ante la posibilidad que en ese auto llevaban oculto a “El Guachín” es que Molina y Rufino habrían interceptado al Fiat Palio y llegaron a la conclusión que alguien de los tres amigos estaba armado y que efectuó una detonación. Por eso dispararon sin mediar palabras ni verificar. En el video puede verse que la actitud corporal de los policías no es defensiva en ningún momento, ni siquiera tienen alguna reacción similar a la que tendría una persona cuando distingue un arma y escucha una detonación.

Matías Paredes era albañil, padre de una niña y fanático de Alvarado. Fue asesinado en la madrugada del 6 de febrero por la brutalidad policial desatada en un operativo ilegal. Unas 20 horas después, “El Guachín” Monje, principal sospechoso del crimen del kiosquero Cristian Velázquez, sería detenido en la zona de República de Cuba y Mario Bravo. Mar del Plata, por culpa tanto de delincuentes y policías, no sale del luto, no puede limpiar la sangre de inocentes de sus calles.