CERRAR

La Capital - Logo

× El País El Mundo La Zona Cultura Tecnología Gastronomía Salud Interés General La Ciudad Deportes Arte y Espectáculos Policiales Cartelera Fotos de Familia Clasificados Fúnebres
Cultura 25 de octubre de 2020

Cuento: El sueño cumplido

El cuento fue ganador del “Desafío del mes de la revista Literatta febrero-marzo 2015. Publicado en su edición Nº 22 febrero-marzo 2015.

Por Jorge Luis Manzini

Cuando, como todas las mañanas durante el desayuno, revisó el diario local, abrió grandes los ojos; no podía creer lo que estaba viendo; una de sus aspiraciones más íntimas, que a veces compartía con los suyos pero en tren de chanza, se había cumplido. Ese día de julio, dos páginas enteras de los avisos fúnebres repetían su nombre.

-¡Qué famoso soy! ¿Cuánto me quieren! ¡Qué importante soy para toda mi ciudad…!- se decía complacido.

Y se regodeaba al encontrar frases como “Nos acompañarás siempre desde donde estés…”, “La luz que nos dejaste iluminará siempre nuestro camino…”, “Nunca nos repondremos de tu pérdida…”, “Tu ejemplo, generosidad y amor siempre nos acompañarán…”. Los ojos se le nublaban por la emoción.

Pero pasado el primer momento, de intenso goce narcisístico, una terrible inquietud se apoderó de él:

-¡Pero entonces estoy muerto…¡ No puede ser, deben ser cargadas! Pero, ¿tantas…? ¿de tanta gente? ¿Tanta plata gastada sólo para embromarme? ¡Pero soy yo el que está pensando todo esto! ¡Y si pienso, existo!- concordó con Descartes. Y el recuerdo de sus fragmentarias lecturas filosóficas lo llevó a Berkeley y los subjetivistas: -Es que el mundo no existe. Está en nuestra mente. Todo esto lo debo estar soñando. O la vida es un sueño, como decía Calderón…

Extrañamente pudo terminar su desayuno con serenidad. Todo parecía haber dejado de inquietarle.

Como todos los días laborables, volvió al dormitorio conyugal, a oscuras y en silencio, tratando de no perturbar el sueño de su mujer. Se higienizó, sintiendo el frío del agua en su cara, el esfuerzo defecatorio… Luego se vistió, escuchaba la respiración acompasada de su esposa dormida…Todo era igual que siempre.

Cerró cuidadosamente la puerta de la habitación. Salió de su casa. Se fue a su trabajo. Recordó el final de La muerte de Iván Illich: “La muerte ya no existe”.

Y prefirió pensar que seguía soñando.

 



Lo más visto hoy