Cynthia Wila: “Los dos grandes enigmas de la humanidad son la sexualidad y la muerte”
De la ficción al ensayo, Cynthia Wila recorre un camino de éxitos literarios. Esta vez, su libro "La crueldad", con origen en el dolor por la muerte de su padre, muestra la versatilidad de la psicoanalista para adaptar su literatura a su sentir interior: hace del dolor un nudo de reflexión y examen de la condición humana que sirve al lector para hacerse sus propias preguntas.
Por Dante Galdona
La semana pasada, la escritora y psicoanalista estuvo en Mar del Plata para presentar su nuevo libro “La crueldad. El origen de lo humano” (Paidós, 2025), esta vez un ensayo que surge del profundo dolor que atravesó a raíz de la muerte de su padre. En conversación con LA CAPITAL, Cynthia Wila reflexiona sobre este concepto tan arraigado en el ser humano.
-Has escrito solamente ficción hasta ahora: dramaturgia, cuento y sobre todo novela. ¿Cómo fue ese paso de la ficción al ensayo?
-Fue un abismo casi, primero producto de un abismo doloroso por haber perdido a mi padre. Cuando se muere él, yo trabajaba en una novela y no pude continuar. Entonces entré en esa especie de vacío, de agujero infernal en donde no hay palabras, no hay frases de consuelo que puedan calmar tu dolor y en ese momento empecé a sentir qué cruel es todo esto, qué cruel es la muerte, qué crueles quienes se van, qué crueles también los que nos quedamos. Y ahí empezó a surgir esta idea de hacer un ensayo acerca de la crueldad y a partir de esto se abrió un abanico de lugares y de encuentros en donde pude encontrarme de frente con escenarios crueles tanto históricos como actuales, exteriores como interiores, y sobre todo las crueldades que tienen que ver con uno mismo.
-¿El principal término con el que definirías la muerte es “crueldad”?
-No necesariamente, sino la emoción. La emoción que genera es muy cruel, es muy cruel el dolor cuando alguien o algo que amás ya no está, te abandona. Es tan fuerte el impacto, genera tanta sensación de impotencia que creo que tiene que ver con un aspecto muy cruel de la condición humana.
-¿Por qué creés que el ser humano no tiene aún resuelto el tema de la muerte a nivel emocional?
-No podés resolver lo que es un enigma. Los dos grandes enigmas de la humanidad son la sexualidad y la muerte. La sexualidad es un enigma que también es imposible de resolver. La muerte es algo enigmático, que no tiene respuesta, que es pura duda y que es vacío, en donde las palabras no alcanzan a llenar ese vacío y tampoco a paliar el dolor. Me parece que no vamos a poder resolverlo por lo menos dentro de la lógica de los humanos que somos hoy.
-¿Vos ves alguna diferencia entre nuestra cultura, la occidental, y las culturas orientales en cuanto a enfrentar el tema de la muerte?
-Sí, yo creo que los orientales tienen diferencias en muchos aspectos. Primero en la cuestión de la calma con la que viven y la aceptación con la que enfrentan algunos temas fuertes. La muerte es uno de ellos y otra es una gran pérdida de la subjetividad. Me parece que tanto en las sociedades japonesas como las chinas el avance tecnológico, la entrada al campo del aparatología, las redes sociales, los videojuegos, todo aquello que tiene que ver con alejarse de las redes de contención social humanas para meterse en las redes tecnológicas hace que sean sociedades mucho más silenciadas, silenciosas, en donde las relaciones interpersonales cuestan, en donde las demostraciones de afecto cuestan. Entonces me parece que ahí tenemos un punto muy importante en el cual diferenciarnos.
-¿Qué pasa cuando la crueldad está en el otro, cuando uno no es responsable o no está metido adentro de esa crueldad?
-Es interesante la pregunta, porque podemos ser crueles con nosotros pero también podemos estar presenciando e incluso ser víctimas de actos crueles, de escenarios y vivencias crueles. Me parece que no hay posibilidad de vivir una vida sin dolor, no podemos tener una vida sin decepciones, sin sufrimiento, pero sí podemos, y hasta diría que sería interesante buscar, definir, adaptarnos para salir de este rol de víctimas, si es que estamos siendo víctimas de una situación cruel, pidiendo ayuda o poniendo límites a ese dolor, porque todos padecemos desgracias en nuestra vida por abusos de otros en mayor o menor medida. Eso es la victimización, es decir, viene del exterior. Ahora, el victimismo proviene del interior, tiene que ver con desarrollar una mentalidad de víctima, donde nosotros somos nuestros propios carceleros y nos castigamos sosteniendo ese lugar de víctima.
-Ese lugar que a tantas personas les queda tan cómodo… esa idea de preferir ese lugar antes que hacerse cargo de la propia responsabilidad.
-Exactamente. Como vos bien decís, a muchas personas les queda cómodo el lugar conocido, y muchas veces el lugar que conocen es el sufrimiento. Entonces uno está cómodamente sufriendo pero el hecho de estar cómodo no tiene nada que ver con el deseo. El deseo incomoda, sacude, da miedo, porque tiene que ver con lo desconocido, con algo que se abre y no sabés para dónde va.
-No siempre lo cómodo es sano.
-No, si nos está haciendo sufrir, no lo es.
-¿Para quiénes está dirigido el libro?
-El libro apunta a distintos tipos de aspectos crueles o de crueldades que tienen que ver con el ser humano. El libro tiene capítulos en donde se habla de la indiferencia, en donde se habla de la verdad, en donde se habla de la crueldad en el amor, de los nuevos nombres de la crueldad amorosa, en donde se habla de la crueldad con uno mismo, en donde sea habla y se tocan los temas respecto de la crueldad en función de la belleza que se exige hoy en el sistema postmoderno, se tocan temas respecto de la crueldad con la vejez, el viejismo, la discriminación dolorosa, terrible, que se hace con los adultos mayores. Así que me parece que el libro tiene un abanico de escenarios en donde todos podemos sentirnos identificados en mayor o menor medida, ya sea porque estamos viviendo o sosteniendo una situación cruel, porque somos protagonistas de esa situación o porque a veces somos quienes vemos las situaciones a nuestro lado y tampoco hacemos nada.
-Hablaste de “viejismo”, ¿qué es?
-Tiene que ver con la discriminación que el sistema hace con los viejos, con los adultos mayores. Ya el tema de la vejez es un tema complejo en sí mismo, es un lugar que deja muchas cosas atrás y además es el destino que nos marca la vida. La vida moderna está todo el tiempo invitándonos a no ser viejos, a permanecer con los mejores tratamientos estéticos para disimular el paso del tiempo, a tratar en definitiva de expulsarnos de algunos temas que por la vertiginosidad con la que se dan hoy no hay posibilidad de adaptación para las personas mayores, que requieren de más tiempo. La tecnología, por ejemplo, los cambios tecnológicos son tan avasallantes que a veces el adulto mayor no se puede adaptar; la moda no está puesta en las vidrieras para los adultos mayores, a la vista. Como te decía antes, la belleza exige un modelo hegemónico que está lejos de ser el modelo de un adulto mayor; las contrataciones laborales cada vez tienden a reducir el personal de mayor edad y apuntan a los jóvenes y cada vez más jóvenes, incluso las nuevas formas de lenguaje y toda esta nueva forma de comunicación a través de las redes sociales, la nueva simbología en el lenguaje, todo eso deja afuera a los adultos mayores que no tienen capacidad de adaptación o, si la tienen, el sistema no los espera. Esa es la discriminación que hoy yo encuentro en esta vida acelerada postmoderna.
-Vos y Gabriel (Rolón) parecen hacer la pareja ideal. ¿Cómo es esta pareja? ¿Cómo es trabajar en pareja? ¿Cuesta sostener las dos cosas o se complementan bien?
-Por suerte no, no nos cuesta. Al contrario, nos potencia. ¿Pareja ideal? No, eso no existe. Lo que sí te puedo decir es que trabajamos mucho para ser mejores, para ofrendarle al otro la mejor estética que uno puede tener con el otro y cuando hablo de estética no hablo de presencia física, hablo de una manera de ser, de comportarse en el mundo y sobre todo con alguien que querés y que te quiere.
-Una estética que también es ética.
-Exactamente, una estética ética, que tiene que ver con qué ley interna, con qué lupa me miro para considerar mis actos, para rever algunas cosas que no estén del todo de acuerdo con esta ética que quiero sostener, para escuchar al otro, para ceder cuando tengo que ceder o ponerme firme en otros momentos, para poder hacer valer mis deseos en un ámbito en donde también soy escuchada. Me parece que todo esto tiene que ver con trabajar en una pareja para que esa pareja y ese amor sea mucho más saludable e incluso más placentero, porque el amor hay que trabajarlo, el amor ideal no existe. En la condición humana existen la agresividad, los actos crueles en mayor o menor medida y el amor hay que trabajarlo mucho, hay que construirlo. Por eso me parece que si nosotros nos miramos y nos pensamos de acuerdo a cómo queremos ser y a cómo queremos vivir y cómo queremos relacionarnos con el otro, es un trabajo.
-Naciste en Brasil y viviste algunos años en Estados Unidos. ¿Te considerás Argentina?
-Sí, toda mi familia es argentina, salvo un hermano que es uruguayo. Yo nací en Brasil de casualidad, viví un tiempo en Estados Unidos y la primaria la hice en Uruguay y después nos radicamos en Argentina. Soy argentina y también uruguaya, tengo mi corazón partido.
-Se habla de que el argentino se psicoanaliza mucho, ¿vos creés cierta esa sentencia o no?
-Sí. Yo creo que los argentinos se psicoanalizan, se miran y se escuchan mucho más que otros pueblos. Me parece que esto tiene que ver con el entramado histórico que nos constituye, no te olvides que nosotros somos un pueblo que viene de muchos lugares y un pueblo que viene de gente que ha estado en la guerra, que ha perdido su familia, que ha llegado a la Argentina con muchos dolores y con muchas preguntas. El psicoanálisis tiene que ver con eso, con la angustia y con la pregunta. El propio pueblo argentino, el criollo, también ha sufrido muchos desgarros. Entonces me parece que cuando uno sufre heridas y se queda en este lugar de dolor frente a abandonos que no puede comprender, que queda angustiado, lleno de cuestionamientos, ahí aparece el psicoanálisis como un espacio para poder hablar y poder procesar y elaborar todo ese sufrimiento. Así que claro que creo que somos un país que se analiza, por suerte. Hay otros lugares donde la gente no se pregunta muchas cosas y ahí va por la vida con sus síntomas.
La autora
Cynthia Wila nació en Brasil, en 1971. Tras vivir en los Estados Unidos y Uruguay, se radicó en la Argentina. Se recibió de abogada en la Universidad de Buenos Aires y de licenciada en Psicología en la Universidad Argentina John F. Kennedy. Participó en numerosos seminarios y ha sido disertante en diversas jornadas de estudios psicoanalíticos. En la actualidad, se dedica a la práctica de la psicología clínica y a la escritura de novelas, cuentos y dramaturgia.
Su obra teatral “El amor y las pasiones”, en coautoría con Gabriel Rolón, ha sido un éxito a nivel nacional. Juntos, han dictado conferencias en diferentes lugares de la Argentina y Uruguay. Sus novelas “Pasiones en guerra” (Emecé, 2014) –declarada de interés cultural en las provincias de Corrientes y del Chaco–, “El cuerpo prohibido” (Emecé, 2016) y “Eva y Juan” (Emecé, 2019) fueron un éxito entre el público lector, de la misma manera que lo fue “Papá querido”, publicada en 2021 también por el sello Emecé. “La crueldad” es su primer ensayo.
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