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Deportes 6 de agosto de 2020

“De forma muy egoísta, me puse muy contento con la suspensión de Tokio”

Patricio Garino, desde Lituania, habló de todo en una entrevista realizada a través del Instagram Live de @apreba.

Por Marcelo Solari

Instalado desde hace dos semanas junto a su novia, Paula, y el perro Border Collie de ambos, el marplatense Patricio Garino ya disfruta de su departamento y la nueva vida en Lituania, donde defenderá los colores del prestigioso Zalgiris Kaunas.

“La ciudad nos está sorprendiendo. A pesar de la intriga y la curiosidad por cómo sería la vida en un país tan diferente, lo estamos descubriendo de la mejor manera”, explicó el basquetbolista a través del Instagram Live de @apreba (la Asociación que nuclea a los periodistas argentinos especializados en básquetbol).

-¿Cómo es la ciudad?
-Estamos caminando mucho, todos los días un mínimo 10 kilómetros, conociendo y aprovechando que hay sol y buena temperatura todavía. Sabemos que el invierno acá es bastante crudo. Es un lugar muy europeo, con calles espaciosas, infraestructura muy antigua, mucha historia, muchos parques y verde y un río (Niemen) que pasa por el medio. Es muy pinteoresco, la gente es muy amable y servicial.

-¿Se nota el cambio de un país con 28.500 muertos por coronavirus a otro que apenas tiene menos de 2.200 casos positivos?
-No esperábamos un cambio tan brusco. Es como una realidad en un mundo paralelo. En España parecía que la cosa había aflojado un poco, y como es verano abrieron las fronteras y había más movimiento de gente. Es un país que vive del turismo y lo necesitaba. Se han tomado muchos recaudos pero la vida no está normal al 100%. Cuando llegamosa Lituania, ya en el aeropuerto nos dimos cuenta de que la gente no usa barbijo y hace su vida complementamente normal, sin restricciones, con las precauciones lógicas. Ellos tuvieron un pico de alarma con un contagio creo que de 20 personas y cerraron por completo las fronteras. Por esa razón nos tuvimos que venir muy rápido, en apenas dos días, porque cerraban todo. En la calle es como si no pasara nada. Está el virus muy controlado.

-¿Sos consciente de que llegás a un país en el cual el básquetbol es el deporte número uno?
-Sí, Zalgiris es una institución con tanta historia y para mí es uno de los lugares top de Europa para jugar. La cancha es un estadio de fútbol, lleno de barrabravas. Es increíble venir a jugar en contra de Zalgiris, no te olvidás nunca. Se vive como una fiesta. No sé cuánta presión podrá haber. Aparentemente son todos muy respetuosos y educados.

-¿Cómo es la organización deportiva?
-De primer nivel. La infraestructura y la calidad humana es fantástica. Tienen una metodología muy americana, muy NBA, con instalaciones espectaculares y un estadio fenomenal (Zalgiris Arena tiene capacidad para 15.442 espectadores). Los Sabonis tiene una influencia muy grande. Arvydas es una lyenda y uno de sus hijos está como asistente en el equipo.

-¿Cómo marcha tu recuperación de la lesión? (se rompió los ligamentos de la rodilla derecha en noviembre de 2019).
-Vengo muy bien. Estoy entrando en el mes ocho y ya entrenando al 100% con contacto, aunque es un tipo de entrenamiento que no se hace a plena intensidad. Nuestra pretemporada empieza el viernes 14.

-Vas a continuar en la competencia europea pero ¿qué tan difícil fue tomar de decisión de abandonar la mejor Liga FIBA, la Endesa ACB?
-Son decisiones que hay que tomar. La verdad es que no me pesó. La idea era poder continuar en España, pero tampoco era le objetivo principal. Sí quería mantenerme en la Euroliga. Y no hay que menospreciar otras competencias. Los jugadores lituanos son de mucho carácter y mucho físico y creo que al estar volviendo de una lesión, si bien hay que ver el nivel de los equipos, tel vez me beneficie tener días de menos intensidad para estar al máximo nivel en la Euroliga.

-¿Podés graficar la impotencia de no haber podido ayudar a Baskonia en su camino al campeonato?
-Fue una sensación distinta. Fue un torneo excepcional, algo a lo que no estamos acostumbrados debido a las circunstancias. Y por razones obvias, la gente de afuera no podía estar presente. Así que, verlo de afuera, y encima desde mi casa, no fue una sensación linda. Para nada. Fue algo feo, no hay otra forma de describrirlo. Las ganas de estar con mis compañeros estuvieron en todo momento. Aunque sea me hubiera gutado estar en la tribuna o afuera del estadio, en Valencia. Compartir con ellos. No se dio, no se permitió. Fue un trago amargo que tuve que pasar.

-Tomaste el camino más largo al decidir terminar tu formación académica en Estados Unidos. ¿Qué recuerdos tenés?
-Infinitos. Desde que tomé la decisión en aquel Básquet sin Fronteras de México (2009), hasta el paso por la secundaria (Montverde Academy) y la Universidad (George Washington), atravesé una experiencia que no cambio por nada en la vida. Me dio conocimiento personal, social, intelectual y basquetbolístico. Hoy tengo un título universitario que ya estoy aplicando. Lo haría una y mil veces más. Es el camino más largo, he resignado dinero, porque jugué seis años sin cobrar, pero fue una inversión en mi persona y en mi futuro. Es un camino que recomiendo, a los que puedan, que lo hagan. Te cambia la vida, la cabeza. No es fácil irse de chico de tu casa, pero se crece a pasos agigantados. Estar lejos y sufriendo, en el buen sentido, ayuda a conocerse a uno mismo, a vivir, a relacionarse y a salir adelante en toda situación. Y eso también se relfeja adentro de la cancha.

-¿El paso por la NBA fue un sueño cumplido o una frustración porque duró tan poco?
-Fue una recompensa por la temporada y el año que tuve. Comenzando por los Juegos Olímpicos de Río de Janeiro, pasando por la pretemporada en San Antonio, y la temporada en la D-League con Austin Spurs. Llegar a Orlando Magic fue la frutilla del postre de un año fantástico e inolvidable. Lo disfruté a pleno. Fue corto pero me di cuenta de que tenía que mejorar muchas cosas. Me quedó esa espina que no llega a ser frustración, sino ganas y motivación para poder volver a estar en ese lugar alguna vez.

-¿La reprogramación de los Juegos de Tokio te pone en igualdad de condiciones para pelear por un lugar?
-De forma muy egoísta me puse contento con la suspensión de Tokio (risas). Hubiera llegada muy justo con la recuperación. Me saqué una mochila con piedras gigante de la espalda. Si bien 2021 sigue siendo una incertidumbre, estar plenamente recuperado me hace tener las esperanzas intactas. Me siento parte pero sé que nadie tiene el lugar garantizado.

-¿Qué significa tener a Luis Scola como compañero?
-Tuve a Luis, a Chapu (Andrés Nocioni), Manu (Ginóbili), Carlos (Delfino). Es algo casi impensado para nosotros, que veíamos sus hazañas desde muy chicos. Verlos tanto tiempo después seguir dándole lo mejor a la Selección y al mismo tiempo, ayudándonos a nosotros en nuestros primeros pasos, es algo que valoro con el corazón.

-Y un buen día, se dejó de hablar del recambio que tanto los fastidiaba…
-Sí, los fastidiaba a los más grandes y todavía más a nostoros. Hubo un par de años de muchas comparaciones. Era un honor y un orgullo la comparación, pero al mismo tiempo, nunca vamos a ser iguales a ellos, nadie los va a igualar. Nuestro objetivo fue crear nuestro propio camino. Pudimos demostrar que estamos a la altura de las circunstancias.



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