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De La Perla a Vitoria y de la camiseta al traje

VIldoza deja su casa para ir a España y Leo Gutiérrez deja la ropa de jugador para ser entrenador.

En su llegada a la liga ACB de España, para jugar en Baskonia de Vitoria, Vildoza sabe que será un primer paso de aprendizaje y que problemente entrene más de lo que juegue. Pero se ilusiona con evolucionar y anhela una chance futura en la NBA. En tanto, Gutiérrez ya habla abiertamente de su deseo de convertirse en el entrenador principal de Peñarol.

-Empieza una etapa nueva en tu carrera. ¿Qué objetivos cercanos te planteás?

-Voy con muchas ilusiones. Como dijo Leo, tengo que aprender, conocer. Va a ser algo nuevo porque nunca me fui de mi casa. Ir allá a tener que vivir solo no va a ser fácil. Y la primera temporada va a ser difícil, voy a tener que entrenar mucho y aceptar que seguramente tendré que “comerme” el banco de suplentes, al menos al principio. Pero pienso disfrutarlo todo lo que pueda porque además llego a un club tremendo (Vildoza).

-¿Considerás la chance de poder llegar a la NBA?

-Sería un sueño cumplido. Algo muy lindo. Ojalá que en algún momento se dé la posibilidad. Sé que hoy por hoy está muy lejos. Primero mis objetivos van a estar en Europa. Ahí voy a intentar mejorar y superarme día a día para tener esa chance de NBA alguna vez (Vildoza).

-Cerrado tu capítulo de jugador, ¿cómo te imaginás a vos mismo en la próxima temporada?

-Tengo la idea de ser entrenador, así que me gustaría estar dirigiendo. Me encantaría si fuera en Peñarol. Creo que sería el lugar indicado para dar mis primeros pasos como entrenador. Es un sitio en donde me siento cómodo, lo conozco, conozco a su gente. Sería muy bueno pero todavía no he hablado nada con nadie. Hay que esperar a que termine esta temporada y después recién cuando el club esté acomodado y sepa realmente qué va a hacer, ahí seguramente nos sentaremos a charlar y ver cuáles son las posibilidades de que sea el entrenador del equipo. En principio, apenas termine la Liga voy a empezar a prepararme para tener un poco más de conocimiento sobre cómo planificar un entrenamiento, cómo planificar un partido. Son cosas que las sé, las tengo en mente porque las he vivido muchos años como jugador, pero tengo que llevarlas a la práctica desde el lado del entrenador. Es un deafío que me puse cuando decidí que me iba a retirar como jugador. Enseguida analicé la posibilidad de ser entrenador y la idea me fue gustando cada vez más. Estoy convencido de que es lo que más me gustaría hacer (Gutiérrez).

-¿Te planteaste hacer un paso inicial como asistente?

-Me gusta tomar decisiones (risas). Si tuviera que ser asistente, lo sería porque también se aprende mucho. Pero si pudiera ser el entrenador, llevar yo el equipo adelante con mis decisiones, me gustaría mucho más (Gutiérrez).

Los comienzos y una herida sin rencores

-Debutaron a edades muy parecidas en la Liga Nacional. ¿Qué recuerdan? ¿Qué ilusiones tenían en aquel momento?

-Me acuerdo de que me moría por jugar en la Liga. Entrenaba bastante y en ese momento el Loro (Daniel) Maffei me dio la oportunidad. Entré justo en un clásico con Peñarol. Ibamos perdiendo por 20 puntos y entré transpirando, temblando. En la primera jugada choqué con Franco Giorgetti, me fui al piso y reboté con la cara. Enseguida me di cuenta de la competencia que había y de lo lindo que era jugar la Liga. Esos fueron mis comienzos, me encantó y lo sigo disfrutando con ganas (Vildoza).

-Yo era muy chico, recién llegaba a Venado Tuerto y me pusieron en poquitos partidos. Llegué de Marcos Juárez con mucha ilusión por ser un basquetbolista profesional. Y cuando empecé a conocer de qué se trataba, me gustó cada vez más. Nunca me quise desprender de esa posibilidad. Lo fui buscando como una meta y a los 17 años ya Horacio Seguí me dio la chance de jugar bastantes minutos y con continuidad en la Liga. En ese equipo campeón de 1995/96 ya era parte del plantel. Ahí me di cuenta de que no quería hacer otra cosa. Fue una experiencia muy linda que me ayudó a crecer como jugador y como persona. Una etapa muy buena (Gutiérrez).

-Ustedes tuvieron un cruce en un clásico de la temporada 2014/15 que dejó una huella…

-(Gutiérrez interrumpe y se señala un surco sobre la ceja derecha) Sí, acá, en la frente.

-Exacto. ¿Cómo vivieron ese momento tan particular? Porque desde afuera muchos esperaban una reacción explosiva…

-Yo también (Vildoza).

-Al principio creí que me había pegado con la rodilla y pensé “me pegó un rodillazo el pendejo éste, lo voy a matar” (risas). Pero después me tranquilicé (Gutiérrez).

-Lo salté y le pegué con la tibia en la frente. Me caí y cuando me levanté y lo vi lleno de sangre no lo podía creer. Me puse pálido. Todos mis compañeros me vinieron a hablar y me decían que me quedara tranquilo. Pero yo lo veía a Leo que estaba recaliente. Pero cuando estábamos por empezar el segundo tiempo y volvimos de los vestuarios, nos cruzamos en la cancha, vino él, me abrazó, y recién ahí me tranquilicé (Vildoza).

-Son cosas que pueden pasar en un partido. No fue algo con mala intención. Fue un cruce de juego y nada más. No podía enojarme. Obvio que cuando me vi, estaba recaliente. Pero cuando salí de nuevo a la cancha lo fui a buscar para saludarlo. Luca era muy chico y se lo notaba asustado, como shockeado por lo que había pasado. Fue un golpe fuerte y se me había abierto mucho la herida. Tengo catorce puntos. Y no tendría que haber seguido jugando porque me latía la cabeza un montón. Pero por jugar el clásico… (Gutiérrez).

-Tuviste una serie de infortunios con lesiones al principio de tu carrera. ¿De alguna manera pensabas en eso cada vez que volvías a jugar?

-Fue duro. Tuve ciertas lesiones seguidas varios años, casi siempre en el arranque de la competencia, y eso me tiraba para abajo. Pero lo superé. Mis viejos me ayudaron mucho también. Ya está. No quiero saber más nada con lesiones (Vildoza).

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