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Deportes 4 de abril de 2021

Desafiar los límites, el factor motivador que impulsa a Lucas Sawyer

El patinador extremo planea unir Ushuaia con Alaska en sus patines rollers, y también instaurar un nuevo récord en el Libro Guinness.

Muchas veces, la práctica deportiva está corporizada en innumerables historias de desafío a los límites, a la propia resistencia. Algunas de esas historias -y/o sus protagonistas- son bien conocidas. Otras, en cambio, se van fraguando desde el anonimato, en silencio y, en ocasiones, con mínimo o nulo apoyo o patrocinio.

Sin dudas, la historia de Lucas Sawyer (o Lucas Tellería, según indica su DNI), puede enmarcarse en el segundo grupo.
Impulsado por su lema “firme y fuerte”, el cual intenta instalar en el pensamiento de todos los habitantes del mundo, Sawyer busca demostrar que no existen límites de ninguna clase para construir un espíritu de superación y
supervivencia frente a la adversidad.

Su objetivo es cumplir una travesía inédita, que unirá en freeskate todo el continente americano, desde Bahía Lapataia, en Ushuaia (Tierra del Fuego), en el extremo sur, hasta Alaska (Estados Unidos), en los confines del extremo norte. Un raid infernal de 15.000 kilómetros.

Nacido en Castelar, provincia de Buenos Aires, el 9 de diciembre de 1993 (27 años), Sawyer mostró desde muy pequeño un habilidad fuera de lo común tanto para la práctica de diversas disciplinas deportivas como para la lectura y el aprendizaje de nuevas culturas e idiomas. Cursó la secundaria y obtuvo el título de Técnico en Informática. También trabajó como matricero y tornero, una tradición familiar.

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Su facilidad para destacarse en actividades como fútbol, handball, taekwondo, parkour, deportes acuáticos y freeskate, lo fueron convirtiendo en un audaz y amante practicante de deportes extremos.

Durante tres años planificó esta travesía, con cuidadosa búsqueda de la mejor ruta posible y la lógica -y necesaria- búsqueda de apoyo económico, que de todas maneras no logró el alcance deseado.

El viaje empezó en enero de 2020, desde 20 de Junio, en La Matanza, con la idea de un primer tramo desde Buenos Aires hasta Cartagena de Indias, en Colombia, y un segundo hasta Canadá, pasando por Toronto y luego prolongándose hasta Alaska.
El mismo la define como “la única y mayor travesía en su género”, con la motivación de su amor al deporte extremo y, también, por todos los que, al igual que Lucas, sufren “la desvinculación con sus hijos y desfilan por los juzgados
pidiendo justicia”.

El día de su partida, casi como un augurio de todas las dificultades que tendría que afrontar, una lluvia torrencial le desintegró los pocos pesos que llevaba en sus bolsillos y multiplicaron el peso de su mochila (de unos 30 kilos). Pero su determinación pudo más. Llegó hasta La Paz, en Mendoza, y pudo realizar el veloz y peligroso descenso de La Cuesta Caracoles, en el Paso Libertadores de Los Andes.

Pero lo sorprendió la pandemia de coronavirus y, ante la incertidumbre por lo que vendría, decidió regresar a su casa, para cuidarse y cumplir con los protocolos sanitarios Pero apenas pudo, retomó su habitual disciplina de entrenamientos, porque el desafío sigue más presente que nunca.

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Y la travesía no será exclusiva en rollers, sino que deberá utilizar otros medios en un par de lugares puntuales en los que no será posible patinar: el kayak para cruzar el Estrecho de Magallanes, y la bicicleta de montaña (mountain bike) para poder atravesar el Tapón de Darien, la región más peligrosa e intransitable de América Latina, en el límite entre Colombia y Panamá.

Desde principios de marzo pasado, una semana de cada mes su sede de entrenamientos se traslada a Mar del Plata, donde sus prácticas son supervisadas por la campeona Estefania Fasinato.

Este último fin de semana, alternó pasadas por la Autovía 2 y la zona de Los Acantilados, mientras su equipo de trabajo llegó a la ciudad para realizar gestiones de marketing, publicidad y contactos con eventuales sponsors.

Es que su meta es fundar una nueva disciplina: el patinaje en línea en ruta abierta. En esa búsqueda, ya tiene planeado causar un impacto. Para el mes de septiembre pretende batir un récord para el Libro Guinness (ya está inscripto al efecto): cubrir 100 kilómetros en dos horas y 30 minutos sobre sus rollers -será sobre la Autovía 2-.

Y cuando se pueda, intentará cumplir con su megatravesía continental, con la cual buscará incentivar en la sociedad el espíritu de superación y supervivencia, a partir de crear hábitos saludables y entrenamiento físico sostenido en
el tiempo, para lograr metas a pesar de contextos adversos, en diversos escenarios geomorfológicos y climatológicos. Sin dudas, un mensaje inspirador.