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La Ciudad 8 de enero de 2020

Desmayos, dolores de cabeza y problemas con la caldera: el drama de los turistas del hotel evacuado

Unas 181 personas debieron ser trasladadas a otros alojamientos cercanos luego que el edificio fuera clausurado. Pasajeros brindaron detalles del momento en el que se produjo la intoxicación. Unas 30 personas debieron recibir atención médica.

Con apenas unas horas de sueño, parte de los 181 pasajeros que ayer a la noche debieron ser evacuados de un hotel céntrico por una pérdida de monóxido de carbono volvieron hoy al edificio para retirar algunas de sus pertenencias y reclamar el reintegro económico de los gastos que se vieron obligados a realizar tras los inconvenientes.

Pasadas las 9 y con el edificio clausurado, el acceso al hotel sindical FOEVA (Bolívar al 2400) fue un desfile de caras preocupadas y cansadas. Es que además del temor natural por haber tenido que vivir una evacuación en plenas vacaciones y con cerca de 30 personas que debieron ser atendidas por personal médico, según pudo saber LA CAPITAL, no fue hasta las 4 de la mañana que los pasajeros fueron trasladados a diferentes hoteles cercanos.

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“Se desalojó a todo el mundo, como se debía hacer, pero había gente mayor, familias con chicos muy chiquitos, y estuvimos en la calle hasta las 4, sin que nos den un vaso de agua, una silla. Por suerte un hotel de acá a la vuelta nos permitió usar el baño”, señaló Silvia, una turista oriunda de Rosario que había llegado a la ciudad el pasado lunes junto a su marido Jorge y que este miércoles por la mañana se dirigió al hotel para poder retirar algunas de sus pertenencias de la habitación.

Al momento de la evacuación, el matrimonio se encontraba en el comedor, lugar en donde, según señalaron las autoridades, se habrían producido la mayoría de los desmayos de pasajeros, entre otros síntomas de intoxicación por monóxido de carbono.

“Estábamos terminando de cenar, esperando el postre, cuando vimos que una señora se descomponía, pero al rato se recuperaba y volvía a la mesa. Pero después otro nene de unos cuatro años empezó a tener otros síntomas: no podía comer bien, no le respondía la mano y se largó a llorar en cuanto se dio cuenta que no se sentía bien. Paralelamente empezamos a notar que había pocas mozas, y después nos enteramos que era porque se sentían mal ellas también. Muchos sentían dolor en la nunca y caían”, señaló la mujer ante los medios apostados en el ingreso del edificio a unos 300 metros de la peatonal San Martín.

Según indicó la turista rosarina, el desalojo fue “inmediato” y si bien había temor por lo que estaba ocurriendo, el mismo fue “ordenado”. “Estaba todo cercado como corresponde. Nosotros somos de Rosario y tuvimos un episodio en el que explotó un edificio y es un episodio que siempre tenemos presente. Sabemos que no es una tontería una fuga de gas”, señaló.

Al mismo tiempo, y teniendo en cuenta la gravedad de lo que podría haber ocurrido, su marido señaló: “Necesitamos una explicación exacta sobre qué ha pasado porque todavía hay gente adentro. Tiene que haber responsables y una habilitación correspondiente. Estas cosas son serias”.

A diferencia del matrimonio rosarino, que afortunadamente no sufrió síntomas de intoxicación alguna, Hernán, de Mendoza, debió atenderse junto a su mujer en el Hospital Regional, al mismo tiempo que su nieta Milagros de 3 años era internada en el Materno Infantil.

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“Estábamos en la habitación y la nena empezó a sentir dolor de cabeza y pensamos que era porque habíamos estado en la playa. Cuando escuchamos a los bomberos, salimos y fuimos atendidos por el SAME porque mi mujer también estaba con dolor de cabeza. Ahí nos pidieron que trasladáramos a mi nieta al Materno y que nosotros vayamos a revisarnos al Regional. Tuvimos que movernos por nuestros propios medios porque las ambulancias habían colapsado”, señaló el turista, quien aseguró que su nieta está “estable” pero a la espera de nuevos estudios.

“Volvimos a nacer”, dijo, manteniendo la sonrisa peso a los avatares del destino. También aseguró que continuarán las vacaciones una semana más.

Quien no sabe cómo seguirán sus vacaciones es Sandra, otra turista rosarina que llegó a la ciudad hace unos días junto a su hermana para pasar unos días de descanso en la playa. Si bien no se encontraban en el hotel al momento del desalojo -habían salido a cenar y al llegar se encontraron con todos los pasajeros en la vía pública-, la mujer destacó que sufrió varios inconvenientes durante su estadía.

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Además de detallar una inundación en la habitación que perjudicó sus valijas, Sandra destacó algo que todos los pasajeros consultados por LA CAPITAL coincidieron: “Desde hace unos días había problemas con la caldera porque no había agua caliente y si había, era muy escasa”.

“En definitiva, vine a descansar y esto fue una pena”, señaló la mujer, quien anoche prefirió pagar por su propios medios una noche en un hotel cercano y se acercó esta mañana a buscar su reintegro. “Era la 1 y todavía nadie del hotel nos decía qué iba a pasar o cuándo íbamos a poder entrar. Cuando escuché a una policía decir que había que esperar al menos dos horas más, me fui”, explicó.