Cultura

Diego Borinsky escribe la biografía oficial de Lionel Scaloni: un retrato íntimo del técnico que hizo feliz a un país

Con rigor periodístico y materiales inéditos, Borinsky reconstruye en detalle la historia que llevó a un niño de Pujato a ser el arquitecto de la Selección campeona del mundo. El autor cuenta a LA CAPITAL anécdotas de la infancia, coincidencias sorpresivas y el detrás de la escena de la final en Qatar.

¿Quién es el hombre detrás del técnico campeón del mundo? Diego Borinsky, con más de tres décadas de carrera en el periodismo deportivo y trece libros publicados, sabía que debía contar esa historia. “Muchos amigos futboleros no tenían idea ni de qué ni dónde había jugado”, recuerda. Y no exagera. Para la mayoría, Lionel Scaloni apareció como un relámpago al mando de la Selección Argentina: sin antecedentes como DT y en el rol de interino, tomó un equipo golpeado y lo condujo a ganar la Copa América 2021, la Finalissima 2022 y el Mundial de Qatar. Y, como si fuera poco, otra Copa América en 2024.

Borinsky quería comprender cómo había ocurrido ese fenómeno. Desde el análisis técnico-futbolístico y también desde lo humano. “Yo quería un libro que lo representara, que lo enriqueciera, del que él estuviera contento”, cuenta el autor a LA CAPITAL antes de presentarse este jueves en la 20ª edición de la Feria del Libro de Mar del Plata. Por eso, se propuso “contar su historia lo más completa posible”. Y lo hizo mediante una exhaustiva investigación de más de tres años, decenas de entrevistas a familiares, amigos, entrenadores, el cuerpo técnico y el propio Messi, y siete encuentros exclusivos con el técnico campeón del mundo.

Scaloni en 100 capítulos

Nacido en Buenos Aires en 1967, Borinsky dio clases durante veinte años en DeporTEA, trabajó entre 1992 y 2018 en la revista El Gráfico –donde llevó adelante la sección “Las 100 preguntas”– y escribió trece libros, entre ellos las biografías autorizadas de Matías Almeyda, Marcelo Gallardo y Andrés D’Alessandro.

En diálogo con LA CAPITAL, explica que a él siempre le interesó contar la historia de los jugadores, desde su infancia hasta su éxito. Eso es lo que hizo en “Scaloni. Biografía oficial”, un libro (publicado por Sudamericana) de 540 páginas, donde cuenta la vida del DT campeón del mundo en 100 capítulos cortos, siguiendo el formato de su célebre sección, y un bonus: el relato “Hoy sí” de Eduardo Sacheri, que, dice Borinsky, “siempre me hace emocionar”.

Su experiencia y también su persistencia fueron claves para convencer a Scaloni de publicar su biografía, en especial teniendo en cuenta su perfil bajo, aunque no fue una tarea fácil.

“Cuando ganó la Copa América en 2021 le tiré al representante la idea de hacerle las 100 preguntas. Pero era un momento complicado para la familia; sus padres habían sufrido un ACV cada uno”, cuenta, por lo que la propuesta quedó suspendida. Recién antes del Mundial 2022 reapareció la posibilidad, aunque Borinsky supo que no tenía que apurarlo. Después de Qatar, empezó a insistir. Mucho.

La oportunidad finalmente llegó en octubre de 2023, cuando el representante volvió a llamar y se concretó la primera reunión con Random House. El libro, por fin, tenía luz verde. Pero tuvo que esperar desde entonces trece meses para conversar en persona con el protagonista.

Un hombre pendiente de los demás

“Un año y un mes sin verlo. Yo estaba caminando por las paredes”, cuenta el periodista, por lo que aprovechó ese tiempo para estudiar, hacer entrevistas a allegados y armar un cuestionario de más de 1.700 preguntas para hacer al DT, que, con el correr de las semanas, tuvo que reducir a 30 ejes temáticos.

“Yo había visto 200 millones de notas, del pasado, del presente, conferencias de prensa, ya había entrevistado a varias personas y llegué ansioso, con todas las ganas de contarle el tipo de biografía que quería hacer, y de hacerle las mil preguntas. Pero, después de regalarle dos libros (‘Esperándolo a Tito’, el primero libro de cuentos de Eduardo Sacheri, y un libro de unos amigos con fotos del Mundial), empezamos a hablar y fue como si me conociera. Lo había entrevistado en el año 2000 por teléfono, pero cuando lo vi por primera vez ahí en persona, me pareció que lo conocía de siempre. Tiene una calidez impresionante”.

Diego Borinsky y Lionel Scaloni, durante una de las entrevistas para el libro. Foto: archivo personal del autor.

Ese primer intercambio fue en el predio de la AFA y duró 55 minutos. Y entonces ocurrió una escena que pinta su personalidad: Borinsky, si bien había registrado la charla con su celular, olvidó un pequeño grabador de voz en la oficina. “Tuve que escribirle: ‘Perdón que te moleste tan pronto, ¿viste que te dije que era chiquito el grabador? Bueno, tan chiquito que me lo olvidé’”. Scaloni lo encontró y quedaron en que el periodista lo iba a pasar a buscar por el predio de Ezeiza ni bien pudiera, sin prisa. Pero Scaloni, cuando se reencuentran en su casa de Mallorca, lo primero que hace al verlo es sacar de su bolsillo el grabador para devolvérselo. Ese acto mínimo, reflexiona Borinsky, de recordarlo y llevárselo de Ezeiza a Mallorca, dice mucho más de él que cualquier anécdota futbolística. “Su hermana Corina me había dicho: él está pendiente todo el tiempo de los demás y está en todos los detalles. Y ese gesto lo confirma”.

Cómo seguir después de la gloria

El libro no se hizo solo con entrevistas: se construyó visitando los lugares significativos para la vida y la carrera futbolística de Scaloni. Para ello, Borinsky viajó a Mallorca, donde Scaloni vive con sus hijos Ian y Noah y su esposa Elisa, quien también es entrevistada para este libro, por primera y última vez, como dice ella, ya que tampoco le gusta la exposición. Durante su estadía en la isla, el periodista compartió la rutina de Scaloni, en su casa, en el auto, hasta lo acompañó a partidos de sus hijos, donde también aparece su mirada de entrenador y con quienes se la pasa hablando de fútbol y analizando jugadas. Hablaron de técnica, de liderazgo, de paternidad, de la presión y también de las angustias.

De hecho, la escena con la que empieza el libro narra el primer encuentro en la casa de Lionel, donde le confiesa que comenzó a hacer terapia después de salir campeones del mundo, cuando notó que sentía angustia por no saber cómo continuar después de la gloria.

Uno de los hábitos que lo ayudan a calmar la ansiedad es salir a andar en bicicleta. “Me dijo que tiene dos: una de ruta y otra de montaña. Con la de montaña se enfoca en el terreno; en cambio, cuando toma la ruta, la mente se le va para cualquier lado, piensa en el equipo, en Messi, Di María, las convocatorias y por eso vuelve agotado. Su psicólogo le enseñó a volver al presente. Es increíble cómo la cabeza lo controla todo”, cuenta Borinsky.

El comienzo de un sueño

También visitó Pujato, el pueblo santafesino donde el técnico nació hace 47 años. En la casa de sus padres encontró la foto que luego sería la contratapa del libro: un pequeño Lionel, con una camiseta gastada de la Selección, listo para ir a entrenar.

Un Scaloni de 9 años en la canchita de Malvinas, con la camiseta de la Selección, foto de la contratapa de la biografía oficial publicada por Sudamericana.

“Después de salir campeón, en enero de 2023, en un programa de radio de Cadena Cope en España le preguntaron qué significaba para él este triunfo –relata Borinsky– y él respondió con un recuerdo: ‘De chiquito iba a entrenar a Newell’s con la única camiseta que tenía, la de la Selección’”. En la foto se ve clarísimo, cuenta Borinsky: “Está toda rota, sin colores de tantos lavados”. Y retoma otra frase del técnico: “Esa foto está colgada en el garage de mi casa”. Cuando la vio, Borinsky le sacó una imagen “como pude” y decidió: “Esta va a la contratapa, porque cuando la veo a mí me gusta imaginarme qué pensaría ese chico en ese momento, si se le cruzaría que algún día iba a jugar en la Selección y ser campeón del mundo…”. Con esa foto entendió que el sueño había empezado hace muchos años.

Un jugador con mirada de entrenador

Aunque la narrativa mediática insistió en que Scaloni era un interino sin antecedentes, el libro demuestra lo contrario. Su interés por la táctica, su sensibilidad para leer partidos y su inclinación por el liderazgo estaban presentes desde muy joven.

José Pekerman y Hugo Tocalli lo recuerdan como un jugador curioso, inquieto, siempre preguntando el porqué de cada decisión técnica. “Pekerman, que fue como un padre futbolístico para él, me contó varias anécdotas. En un partido amistoso, Scaloni se le acerca y le dice ‘mire, José, están jugando mucho por ese lado’ o ‘deberíamos poner dos jugadores por el costado porque nos van a hacer el 2-1’”, relata Borinsky.

Después de una lesión grave en 2005 hasta su retiro en 2015, jugó cada vez menos, pero hablaba cada vez más con los entrenadores. “O sea, el tipo no es ningún improvisado, ni mucho menos –subraya Borinsky–. Durante diez años jugó poco en la cancha, pero se ponía en el lugar del técnico para comprender el juego”. Ese hábito de mirar el fútbol desde adentro y desde afuera se afianzó en sus pasos por Racing de Santander, West Ham, Lazio, Mallorca y Atalanta.

Entonces, cuando la AFA buscaba técnico tras el Mundial 2018, “los candidatos más codiciados, Gallardo y Simeone, no estaban disponibles. Pero Chiqui Tapia había visto algo en Scaloni –explica el autor de la biografía oficial– cuando era parte del cuerpo técnico de Sampaoli. Se decía que Scaloni no había dirigido nada y llegaba como interino, y era lógico que generara desconfianza. Pero el Presidente de la AFA, que había estado en el Mundial de Rusia (y que también está entrevistado en el libro), lo vio mediando entre el plantel y el técnico, vio la llegada que tenía a los jugadores y ahí se le prendió la lamparita. Tapia me dijo: ‘Yo estaba seguro de que lo único que necesitaba era tiempo’”.

¿Bilardo o Menotti?

Borinsky analiza que la Selección actual es heredera del proyecto juvenil de Pekerman. Scaloni, Aimar y Samuel integraron el mismo equipo Sub-20 campeón en Malasia. “Hay una línea de continuidad clarísima –afirma Borinsky–, sobre todo ese legado del fair play, el cuidado por el detalle, como estar afeitados, cosas medio superfluas pero que dan cuenta de esa continuidad, buen trato de pelota, dedicación”.

A la influencia de Pekerman, Borinsky observa que Scaloni le sumó un equilibrio estilístico que cruza a Menotti y Bilardo. “Muchas veces se pregunta a quién se parece más. Yo creo que tiene mucho del año y medio que jugó en Estudiantes y, por eso, tiene la obsesión bilardista por el detalle: preparar los partidos al milímetro, todo el tiempo estar buscando algún dato, buscar jugadores que no conoce nadie. Y es más menottista en su concepción de juego, porque es un equipo muy estético, como se pudo ver en el gol a Brasil en las Eliminatorias Sudamericanas de este año después de 40 toques”.

El cerebro detrás de Qatar

-Después de haberlo estudiado tanto a Scaloni, ¿cuáles considerás que son sus mayores virtudes que lo llevaron a ganar el Mundial 2022?

-Hay muchas, porque es mucho más que saber de fútbol. Obviamente, de fútbol sabe un montón, pero hay cosas que me sorprendió cuando me respondía. Como ejemplo emblemático, la final contra Francia, que dice lo pongo a Di María por izquierda porque el lateral de ellos no es lateral y va a sufrir, y que Alexis Mac Allister tiene que aparecer entre líneas y que Cuti Romero no salga a la espalda de Montiel cuando le ataca Mbappé, si lo tiene que ayudar a Enzo Fernández o De Paul. Es decir, una serie de cosas puntuales que el tipo las vio.

Además, descubrió jugadores, como el Dibu Martínez, que estaba perdido en Inglaterra. Quien también le metió fichas para que empiece a jugar Dibu fue Martín Tocalli, entrenador de arqueros. Eso te demuestra que es un tipo abierto a escuchar lo que le dicen los demás. Esa es otra virtud.

Aimar, Ayala, Samuel, el profe Martín, todo el cuerpo técnico también me dijeron lo mismo: no lo sienten como un jefe, porque escucha, les da cabida, les pide opinión.

Después, el liderazgo, que es algo que lo trae. Cae bien, le creen, era un líder cuando integraba los grupos en los equipos y te lo dicen todos, que él siempre quería que todos estén contentos. Messi también destaca ese poder de generar un ambiente de respeto, trabajo, comapañerismo, confianza.

También el profe Salorio, que estaba en el cuerpo técnico de Pekerman, me cuenta que cuando entrenaban para el Mundial Sub-20, se comió un caño en “El loco”, lo cargaban y él se mataba de risa de sí mismo, y hay otro que se lo puede tomar mal. El humor también es una virtud.

Y el jugador ve que es justo. Por ejemplo, Leandro Paredes y Lautaro Martínez, que fueron dos jugadores de la primera hora, estuvieron en el primer partido que perdimos con Arabia, estaban mal, y los sacó y puso a Julián Álvarez y a Enzo Fernández. Pero ellos sabían que era lo justo.

-Por eso fue tan significativo el abrazo con Paredes al salir campeones, cuando Scaloni rompe en llanto.

-Sí, hay algo que se venía aguantando. Le pregunté por esa escena final y me dice: “yo miraba cómo reaccionaban todos, te puedo decir qué hacía cada uno en ese momento y a mi manera lo estaba disfrutando”. Y cuando se para, se persigna y lo ve venir a Paredes, que le dice “somos campeones del mundo, no lo puedo creer”, ahí explota, justamente porque Paredes era de la primera hora y lo tuvo que sacar.

-¿Cómo vivió los penales?

-Hay un video viral que sube la FIFA a sus redes sociales donde se lo ve a Scaloni durante los penales en la final contra Francia, que dura 7 minutos y tiene 14 millones de reproducciones. Se lo ve caminando, va y viene, toma agua, cierra la botella, mientras el resto del cuerpo técnico y los jugadores están abrazados mirando la definición. En un momento se le acerca a Samuel y le pregunta algo y le responde con un gesto como diciendo no me rompas las pelotas. Y después se acerca al profe Martín, el preparador físico, y le pregunta algo. Entonces le pedí al profe que me contara esa charla y me dice que le preguntó ‘si la metemos, ¿ganamos?’”. Se nota que en la locura estaba desorientado. El profe, que es fanático de Estudiantes, me dice: “Me preguntó eso y me cagó, porque yo soy de Estudiantes, tengo mis cábalas, no podía decirlo, pero medio que le solté un sí”.

-¿Y qué fue lo primero que pensó cuando Montiel convirtió el penal?

-Bueno, es difícil de transmitir. Sí me dijo que le hubiera encantado sentarse en canastita, o sea, poner las piernas en cruz, así como lo hizo después cuando ganan la Copa América siguiente, con los hijos, sentado en el pasto, disfrutando ese momento. Que era algo que hacía cuando era chico en Pujato.


Creer o reventar

Una perla del libro es la entrevista a Messi en la que da su mirada sobre el DT campeón del mundo, desde que lo conoce hasta la actualidad.

Foto archivo.

También el periodista detecta varias coincidencias entre el entrenador y el capitán de la Selección. Borinsky advierte que ambos comparten un nombre poco común en la Argentina y se hacen llamar Leo (en lugar de Lio), el lugar de nacimiento (a pesar de criarse en Pujato, Scaloni también nació en Rosario) y hasta la ascendencia familiar. Los Scaloni vienen de la región de las Marcas, en el corazón de Italia, que es la misma región desde la cual llegaron los abuelos de Messi. Además, ambos, en tiempos distintos, entrenaron de niños en la canchita de Malvinas de Newell’s, lugar donde Scaloni se sacó aquella foto de la contratapa, a los 9 años.

“Y, como si fuera poco, el primer pase de Messi en la Selección se lo da a Scaloni. Y Messi se la devuelve”, recuerda. Desde entonces hay un hilo invisible que los conecta, “como si el destino hubiese querido que se encontraran”, piensa Borinsky.

Entre estos y otras coincidencias sorprendentes, de lugares, fechas y personas que unen a Scaloni con la Selección y el campeonato del mundo, que se fueron dando en la vida del DT, el autor dice con frecuencia: “creer o reventar”.


Un regalo para los argentinos

Una vez publicado el libro, Borinsky cuenta que Scaloni “no quiso saber nada con la presentación”, pero sí subió un video de 30 segundos para promocionarlo, que empieza diciendo: “No es un libro para hablar de mí”. “Es tan perfil bajo que no quiere que nadie crea que está presumiendo”, dice el autor, quien le escribió para agradecerle: “Pensá este libro como un regalo para los millones de argentinos a los que hiciste felices”.

Ese es, en definitiva, el corazón del proyecto: no solo narrar cómo se construyó un ciclo glorioso, sino compartir la historia de ese chico de Pujato que entrenaba con una camiseta desteñida de la Selección; del futbolista que interrogaba obsesivamente a sus entrenadores, y del DT que lidera, escucha, respeta, pero que también se muestra vulnerable. En definitiva, un retrato íntimo, contado desde diversas voces, del hombre que inesperadamente terminó escribiendo una de las páginas más felices del fútbol argentino.

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