Cultura

Diego Golombek: “Necesitamos una ciudadanía con más pensamiento científico y menos pensamiento mágico”

En charla con LA CAPITAL, el doctor habla de por qué la ciencia es parte de nuestra vida cotidiana y por qué nos sirve para entender el mundo que nos rodea; aconseja en la decisión de elegir el camino de la ciencia; se apasiona cuando habla de su tarea como divulgador y afirma que cada día se le puede robar "un pequeño secreto a la naturaleza".

 

Por Dante Galdona

Diego Golombek, doctor en Ciencias Biológicas y divulgador, sostiene que hacer ciencia y contarla son partes del mismo trabajo. Sus conceptos claros, su estilo cercano al público y su profesionalismo despiertan atracciones hacia un campo que no hace mucho tiempo estaba reservado a un pequeño círculo. En entrevista exclusiva con LA CAPITAL, sus conceptos y respuestas al mundo que nos rodea.

-En tus palabras, ¿de qué se trata el libro?

-“La ciencia de las (buenas) ideas” trata sobre la creatividad, la innovación, la generación de ideas pero tal vez lo que tiene de original es que intenta mostrarlo desde un costado científico. Obviamente, hay muchos textos y muchos libros sobre ideas y creatividad, pero lo que yo trato de hacer es dar una serie de perspectivas, consejos, novedades sobre el tema, pero que están en todos los casos, avalados por experimentos, por un método científico para ver cómo es que pensamos y cómo es que se nos ocurren cosas.

-¿Cuál es la ciencia que te interesa contar?

-Yo, por un lado, soy científico, dirijo un laboratorio, hago experimentos, hacemos tesis, hacemos papers, pero, por otro lado, la ciencia que a mí me interesa compartir y contar es la de todos los días, la ciencia que te pasa aun cuando no te das cuenta, como diría Jhon Lennon, la que te pasa “mientras estás ocupado haciendo otros planes”. Por eso, el camino que fuimos haciendo: hablar de la ciencia de la cocina, de la ciencia de la parrilla, la ciencia del sexo, la que te ocurre y realmente vale la pena detenerse para que no pase de largo porque te puede ir mucho mejor, además de divertirte en el camino.

-¿Cómo fue tu camino hacia la ciencia, cómo llegaste?

-Fue un camino atípico porque yo no soy un niño naturalista, de esos que salen a perseguir mariposas o levantar piedras a ver qué bichos hay abajo. Yo venía por otro lado, trabajando más en cuestiones artísticas, humanísticas, hacía periodismo, teatro, música, pero de pronto me encontré en la Facultad de Ciencias de la Universidad de Buenos Aires y no me gustaba, no me iba bien realmente. Pero algo hizo click, de pronto apareció el cerebro, apareció lo funcional, aparecieron mis compañeros y mis profesores que realmente son deslumbrantes y apareció el tiempo del lado de adentro. Nuestro cerebro también es una máquina del tiempo y desde entonces es que me dedico a buscarme, a buscar ese tiempo perdido. Tuve la gran suerte de que pudieron juntarse los dos caminos, el de hacer ciencia y el de contar ciencia. En este momento, me dedico casi por igual a los dos. Ahora me llena mucho esta posibilidad de poder hacer y contar, me sentiría rengo si solamente hiciera ciencia sin contarla o si solo la contara sin hacerla.



“Desde hace muy poquito, aparecen mujeres en ese imaginario y la verdad es que las mujeres son la mitad de la gente que hace ciencia. Es cierto que no solían alcanzar, hasta muy recientemente, lugares de liderazgo y eso hay que mejorarlo, hay que cambiarlo con políticas específicas”.

 

-Sos distinto al científico típico que uno tiene en el imaginario, el ermitaño enfrascado en sus investigaciones que no sale a contarlo al mundo.

-Un experimento que se hace incluso en jardines de infantes es “imaginá a alguien que haga ciencia” y, en general, los chicos, las chicas y todo el mundo imaginan a un hombre con guardapolvo, con anteojos, con moscas en la cabeza que abre la boca y no se entiende nada, salen fórmulas. De hecho, desde hace muy poquito aparecen mujeres en ese imaginario y la verdad es que las mujeres son la mitad de la gente que hace ciencia. Es cierto que no solían alcanzar, hasta muy recientemente, lugares de liderazgo y eso hay que mejorarlo, hay que cambiarlo con políticas específicas. Pero, volviendo a tu pregunta, yo soy mucho más extremo en ese sentido porque considero que contar lo que hacemos es parte de lo que hacemos, contar la ciencia es parte de hacer ciencia, es parte de nuestro trabajo contarlo, aunque sea un cachito, aunque sea en el bar con los amigos o en el club o ir a la escuela de tus hijos, pero es parte de tu trabajo. Hay gente que no está de acuerdo, a mí me parece fundamental que sea así.

-¿Cuáles son las trabas que encontraste como divulgador en medios de comunicación o en la sociedad en general?

-En principio, no estamos formados para contar, estamos formados para hacer ciencia. Entonces, me parece importante que tanto viniendo desde la ciencia como desde la comunicación tengamos acceso a formarnos como este híbrido de contadores de historias científicas. También es cierto que no se evalúa por contar la ciencia, sino por hacerla por los carriles tradicionales. No te digo que haya que poner puntaje por contar la ciencia pero sí que podamos hacerla como parte del trabajo de científicos y científicas. También hay un cierto prejuicio, sacar mucho los pies del plato, exponerte mucho al público, no necesariamente le gusta a la comunidad científica, hay cuestiones de celos, se piensa que si uno se va tanto del laboratorio, no debe ser tan bueno. Hay prejuicios que hay que superar pero la verdad es que está mucho mejor ahora, las nuevas generaciones lo entienden mucho más, entienden que es parte de presentarnos frente a la sociedad tanto con aplicaciones de la ciencia como con historia de la ciencia, eso es parte de nuestro trabajo científico.

-¿Es necesario el aprendizaje formal e institucional en ciencia?

-Tendríamos que separar un poco los conceptos de ciencia e investigación un poco artificialmente, pero vale la pena la separación. Pensando en que la investigación, la ciencia profesional, la que yo hago en mi laboratorio, la que hace una inmunóloga en su laboratorio, la que hace un sociólogo cuando va al campo a investigar qué está sucediendo, eso claramente requiere una formación, una enseñanza formal, requiere un curso que puede ser terciario, universitario o lo que fuera. Pero también está la ciencia como actitud, la ciencia en general, la ciencia como una actitud curiosa, preguntona, de querer saber de qué se trata y eso está mucho más allá de la profesionalización. Eso es algo que tiene que estar presente en la educación formal sin duda, en la básica, en la educación inicial, primaria y secundaria, esta actitud científica, esta naturaleza de la ciencia. Y es fundamental hagas lo que hagas, seas científico o seas mecánica o seas carnicero, es importante esta actitud en tratar de entender el mundo, tratar de sacudir a la naturaleza a “preguntazos” para ver por qué ocurren las cosas y por qué vos hacés las cosas, por qué somos como somos. Esto no requiere una carrera científica, requiere una actitud científica que debe ser parte de la educación formal. También tenés muchas instancias no formales de educación, visitar un museo, ir a un club de ciencias, que también son parte de este camino de mirar la vida o la naturaleza con ojos científicos.

-¿Qué científicos necesitamos hoy en día?

-Necesitamos de todo. Científicos y científicas formales, investigadores que realmente se formen y sepan que hay un montón de carreras científicas que tienen ocupación plena. Si vos estudiás ciertas carreras técnicas o científicas, asegurás trabajo. Eso lo necesitamos, pero también necesitamos una población, una ciudadanía, con miradas científicas, una mirada con menos pensamiento mágico, con menos prejuicio, con más idea de entender de qué se tratan las cosas y en el camino no comerse cualquiera. Una persona que tiene este pensamiento científico obviamente va a ser un mejor ciudadano, va a elegir mejor, va a ser una mejor persona porque va a analizar las opciones de otra forma, así que es necesaria la ciencia más allá de la investigación profesional.

-¿Qué opinás de la dicotomía entre ciencias blandas y ciencias duras?

-La ciencia es una sola, no hay ciencias aplicadas, ni básicas, ni duras, ni blandas. Hay distintos métodos para entender la realidad y ahí es donde se trazan ciertas distinciones. Por ejemplo, la distinción entre básicas y aplicadas. No es que vos estudiás las alas de las mariposas o estudias cómo hacer una vacuna. Vos estudiás el mundo, la naturaleza y si lo hacés metódicamente, en el camino te va a surgir una aplicación. Qué método usás para entender esa naturaleza depende de dónde vengas. Alguien que viene de las ciencias sociales va a utilizar determinados métodos para entender el mundo. Si venís de las ciencias naturales o de las sociales, vas a usar otros métodos. Muchas veces esta distinción blando-duro se ha utilizado despectivamente, como decir “los que entendemos el mundo somos los que hacemos experimentos, los que usamos tubos de ensayo o hacemos cuentas en el pizarrón, los otros son más blandos”. No. Realmente, necesitamos todas las perspectivas científicas para entender el mundo y en particular en nuestro país, un país con cierta riqueza de recursos naturales, con cierta historia de formación, de educación, pero necesitamos aplicarlo en el campo todo eso, aprovechar esos recursos naturales, revertir ciertas cuestiones en un camino hacia el desarrollo y eso no se puede hacer ajeno a la ciencia y la tecnología.

“Una persona que tiene este pensamiento científico obviamente va a ser un mejor ciudadano, va a elegir mejor, va a ser una mejor persona porque va a analizar las opciones de otra forma, así que es necesaria la ciencia más allá de la investigación profesional”.

-Uno tiene a veces la idea de que los científicos se la pasan quizás toda la vida detrás de un laboratorio y no obtienen demasiados resultados. ¿Es frustrante el camino del científico?

-Todos los días en el laboratorio descubrís algo, muy chiquitito, le robás un pequeño secreto a la naturaleza, algo que posiblemente no le interese más que a vos y a tus estudiantes. Ese momentito del pequeño descubrimiento es extraordinario, cuando analizás datos y ves las cosas de otra manera es lo que hace que la cosa valga la pena. Pero sí, es un camino largo, es un camino en el cual se repiten las cosas, fallan, van para adelante y atrás, a veces no tenés los recursos para hacer la ciencia del modo que quisieras. Así que sí, por supuesto que hay frustraciones, hay mucho papeleo también, hay informes, hay pedidos de subsidios, hay escrituras, pero a la larga me parece que es lo que elegimos, esto de tratar de ver el mundo así. A veces uno está mucho más limitado por los recursos que por las ideas. Uno tiene grandes ideas que no las puede hacer después, pero es parte de un camino y me parece que más allá de las frustraciones obvias que puede haber en la profesión, está bueno, realmente el camino es fascinante. Con respecto a resultados, lo que por ahí no encontrás necesariamente es un gran resultado, algo de eso que en los dibujitos animados el científico dice “dominaremos el mundo”, un “con esto sí, con esto llegué”. Y sí, esto cuesta muchísimo más, a veces no llega, a veces la aplicación de lo que vos querés se ve mucho más adelante, porque nosotros no hacemos descubrimientos puntuales o espectaculares, no generamos noticias, tenemos historias, historias largas, que a veces heredás de tu mentora y van a heredar tus estudiantes. Eso puede verse como algo frustrante, siempre ir buscando esa zanahoria que a medida que vas caminando se va corriendo. Como diría Galeano, “¿para qué sirve la utopía? Para caminar”. ¿Para qué sirve la ciencia? También para caminar.

-¿Qué le dirías a un chico que está pensando en elegir ese camino?

-Le diría que no lo dude pero que elija bien. El abanico de posibilidades científicas en las últimas décadas se ha abierto enormemente, hay cualquier cantidad de carreras, de especializaciones e, insisto, muchas de las cuales tienen una salida laboral inmediata, además de que tenés un camino científico fantástico en el medio. Si estudiás ciencias de la computación, ciencia de datos, si estudiás geología, muchas de las ingenierías, ingenierías de energía y en petróleo o si estudiás varias ciencias químicas, ciencias de materiales, además de una mirada científica que va a ser extraordinaria tenés trabajo asegurado y muy buen trabajo. Con lo cual también tendríamos que dividir a las carreras científicas en las tradicionales y las menos tradicionales porque muchas veces se dice a los pibes que no elija una carrera tradicional, medicina, derecho, economía o psicología porque no necesariamente te garantiza inmediatamente un trabajo. Con ciencia también, metete bien, hablá con la gente, sé muy caradura, andá a los institutos, andá a ver de qué se trata ese mundo científico y no te vas a equivocar.

-¿Existen las epifanías en ciencias?

-Eso tiene mucho que ver con el libro. La respuesta es sí, existe ese momento Eureka, pero no viene de la nada, no existe la inspiración, no hay una musa que te sople una gran idea al oído. Si hay una receta para la creatividad y para las buenas ideas, es básicamente trabajo y disrupción. Tenés que obsesionarte, ser experto en un tema pero en algún momento tenés que correrte. El trabajo te vuelve experto, te vuelve realmente un depositario de todos esos datos, de toda esta información sobre un tema en particular, pero la disrupción, el salir a dar una vuelta e ir a tomar algo con los amigos, irte a dormir, una serie de cuestiones que yo obviamente cuento con mucho más detalle en el libro, tal vez permitan que todas esos datos e información que fuiste acumulando en el cerebro se combinen de cierta manera, se asocien de cierta manera y eso genera una nueva idea. Ejemplos de estos en ciencia hay muchísimos, ejemplos Eureka. Personas que soñaron con algo y al día siguiente encontraron algo totalmente nuevo, pero ese sueño viene del trabajo previo, de haber estado obsesionado con un problema. Eso lo podemos aplicar a la vida cotidiana y realmente trabajar y obsesionarte, ser muy experto en algún problema de todos los días y luego al correrte, aunque no es algo exacto, tal vez se asocien tus conceptos para que hagan una idea nueva, una epifanía.

-Picasso decía que la inspiración te tiene que encontrar trabajando.

-Es exactamente igual, la actitud es la misma. Vos ves un manuscrito de Borges y no ves algo terminado y maravilloso, es corrección sobre corrección sobre corrección, y tal vez después se iba a cenar con Bioy y al día siguiente encontraba la idea que seguía. Así como Picasso decía eso que referís, el gran científico Luis Pasteur decía “la inspiración solo viene a las mentes preparadas”, o sea, podés inspirarte en algún momento pero solo si estás preparado para recibir esa inspiración.

-En tu caso particular, ¿con qué descubrimiento o con qué idea más precisamente sentiste que estabas ante algo realmente revelador, algo que podría cambiar una parte de tu mundo o el mundo?

-Eso que te decía que todo el tiempo pasa en chiquito. Decís “ah, mirá, entonces va por acá la cosa”. Por suerte sí, hicimos algunos descubrimientos en nuestro campo que es la cronobiología y el estudio de los ritmos y relojes biológicos, que tuvieron cierta trascendencia. El experimento más famoso que hicimos, un poco divertido también, me parece que por eso es famoso, es que descubrimos que el Viagra sirve para tratar el jet lag, o sea, la desincronización por vuelos transmeridianos, al menos en laboratorio y en hamsters. Todo esto tiene una base científica detrás, un montón de experimentos, pero eso nos hizo famosos de un día para otro, hasta nos dieron un premio maravilloso que se llama Ig Nobel, que se dan a aquellos descubrimientos que primero te hacen reír y después pensar (NdR: junto a Patricia Agostino y Santiago Plano, en el año 2007).

-¿Existen las malas ideas en ciencia?

-Hay ideas que no terminan en nada, ideas que te distraen más que mostrarte el camino. La ciencia no es mala ni buena, ni linda, ni fea, la ciencia es una forma de mirar el mundo, las aplicaciones de esa ciencia obviamente sí tienen el costado humano, la ciencia la hacen personas, por lo tanto de esa manera hay aplicaciones que pueden ser mejores o peores.

-Pensaba en la dinamita, en la bomba atómica, nacieron de ideas también.

-La dinamita es un gran ejemplo, por supuesto que tiene aplicaciones nefastas, pero al mismo tiempo te permite destapar una cueva para rescatar gente. Es un poco cómo aplique la ciencia y no la ciencia en sí.

 

“La ciencia no es mala ni buena, ni linda, ni fea, la ciencia es una forma de mirar el mundo. Las aplicaciones de esa ciencia obviamente sí tienen el costado humano, la ciencia la hacen personas, por lo tanto de esa manera hay aplicaciones que pueden ser mejores o peores”.

-Tengo una buena idea, ¿por dónde empiezo?

-Bueno, por comprar el libro, por supuesto (risas). En el libro hay un capítulo que es un poco la receta de las ideas, habla de lo que muchos autores han dicho, han experimentado, sobre cómo recorrer ese camino. Entonces, básicamente es tomar toda la información posible, no quedarte con la punta, sino ir más abajo para realmente entender ese concepto y después ponerte a experimentar y eso va a ir perfilando la idea de otra manera. En el camino, si vos lo hacés bien, y puede ser un camino largo, nadie dice que sea inmediato, puede aparecer el costado aplicado de esa idea. Lo que en general no ocurre es al revés, hay casos en que sí, pero en ciencia en general vos recorrés ese camino y aparece esta aplicación.

-¿Cómo hago para no procrastinar?

-Procrastinar es humano. La naturaleza nos ha hecho un poco así, pero hay un montón de técnicas que están contadas también en el libro. Una de las más sencillas es ser menos ambicioso, mucho más realista en lo que realmente podés hacer durante el día y ponerte metas muy claras, muy concretas, incluso en forma de lista y después cuando lográs cumplir eso, no solamente lo vas a ver hecho, sino que ese hecho de chequear una tarea que tenías, te va a dar placer, va a encender ciertas áreas, ciertos circuitos de placer del cerebro con esta idea del deber cumplido y te va a hacer sentir mejor todavía y al día siguiente, seguramente, te vas a poner otra meta chiquitita y la vas a cumplir de nuevo. Si querés cambiar el mundo de pronto, ahí seguro no lo vas a lograr muy bien.

-Inteligencia o creatividad: ¿con cuál de las dos te quedás a la hora de entrar a un laboratorio?

-No sé si son tan diferentes porque todavía no sabemos muy bien qué es la inteligencia, tenemos un montón de test de inteligencia, pero son test de laboratorio, como el IQ, cuestionarios que se hacen y después te dan un número. Y después por ahí salís a la cancha y sos un nabo, no te sirvió de nada ese número enorme. Entonces, me parece que la combinación de los dos conceptos de inteligencia y creatividad en la vida real, que te vaya razonablemente bien cuando vas al almacén, cuando vas a jugar al fútbol, es la combinación de las dos cosas, no sé si ir demasiado hacia una o hacia otra sería saludable.

-El libro está lleno de referencias al arte. ¿El punto de contacto entre un artista y un científico es más grande de lo que creemos o son básicamente lo mismo en cuanto a la forma en que llegan al resultado de sus trabajos?

-Los objetivos, los métodos no son necesariamente los mismos aunque el punto de contacto es enorme. Si vos vas a cualquier facultad de ciencias levantás una baldosa y salen poetas y pintores, distintos artistas. Y a veces el artista también tiene una mirada más bien científica sobre el mundo por las técnicas que utiliza, los materiales que utiliza, hay un punto de contacto enorme en el cual el arte y la ciencia son hermanos. Hay un disco de Gilberto Gil que dice exactamente esto: “El arte y la ciencia son hermanas, ambas hijas de un dios fugaz”.

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