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La Ciudad 15 de diciembre de 2018

En Mar del Plata, la ordenanza de los limpiavidrios no se cumple

Fue aprobada en enero de 2003. No incluía a los trapitos. En una época les secuestraban los elementos, pero horas después volvían a las calles.

“Nuestras autoridades deben reaccionar prontamente ante esta prohibición en CABA. Caso contrario la ciudad se va a convertir en refugio de estas bandas organizadas como sucede cada temporada”, pidió el ex jefe de la Policía Local, Fernando Telpuk, a través de Twitter. “Hay una ordenanza prohibiendo esta actividad, sancionada hace como diez años, que no se cumple”, le respondió el concejal radical Mario Rodríguez.

Algo de eso hay. En rigor, Mar del Plata no prohibió a los trapitos, sino solo a los limpiavidrios. Fue en enero de 2003 y el proyecto de ordenanza había sido impulsado por el entonces intendente, Daniel Katz.

La norma prohíbe el desarrollo de la actividad de los limpiavidrios o similar “en la intersección de las calles semaforizadas o no, avenidas o en toda arteria de circulación en zonas urbanas”.

La misma ordenanza, Nº 15213, prohíbe la venta ambulante “de artículos de diversos origen o naturaleza” en las mismas zonas.

También establece multas y el decomiso de los elementos utilizados. Por último, puntualiza que el Departamento Ejecutivo “gestionará ante las autoridades nacionales, provinciales y sectores privados la incorporación de las personas que estuvieran desarrollando la actividad denominada ‘limpia vidrios’ a los distintos planes de empleo”.

La norma fue elaborada en un momento en que los limpiavidrios no preguntaban a los automovilistas si querían una limpieza: directamente la hacían y esperaban cobrar a cambio.

Por momentos, Inspección General buscó hacerla respetar y secuestró baldes y escobillas, pero en pocas horas los limpiavidrios volvían a las calles.

“El problema es que si realizamos un operativo en horas de la mañana, nos encontramos con que por la tarde los limpiavidrios se encuentran nuevamente emplazados en el lugar. Pese a tener una presencia activa, el control exige un esfuerzo muy importante en recursos y horas de trabajo”, explicaba en 2010 a LA CAPITAL Adrián Alveolite, subsecretario de Control de la gestión de Gustavo Pulti.

Pero también advertía que había que tomar en cuenta el factor social: “Hay que admitir que detrás de esto existe una problemática social de la que la Municipalidad no se puede desatender. Por eso se intenta siempre gestionarles a estos trabajadores informales una posibilidad de capacitarse en oficios”.

Lo cierto es que los controles modificaron, en gran parte, la forma en que los limpiavidrios se dirigen a los automovilistas: ahora preguntan antes de hacer la limpieza. Hay excepciones, claro, pero el automovilista tiene la posibilidad de decir que no.

La ley sancionada en la ciudad de Buenos Aires hizo resurgir el debate. Esa norma, a diferencia de la local, también prohíbe a los trapitos, de intensa actividad durante el verano.

“Se trata de una actividad ilegal que se observa a diario en Buenos Aires. Su ejercicio va en desmedro del ciudadano que desea estacionar su vehículo en un lugar público en el que no existe obligación alguna de abonar”, dice ahora el Código Contravencional porteño. Y alerta que el impacto es mayor cuando la damnificada es una mujer: “El hecho de requerir dinero u ofrecer el cuidado del vehículo puede transformarse en una intimidación o extorsión”.