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Policiales 11 de agosto de 2020

El crimen olvidado del productor marplatense de Soda Stereo

"Eddie" Symons vendía discos importados en Mar del Plata durante la década del '80. Conoció a Cerati y compañía en sus comienzos, fue uno de los mentores de la mega gira del grupo y en 2002 lo mataron en su departamento. Zeta Bosio lo recordó en el 30º aniversario de Canción Animal.

Esos raros peinados nuevos. Charly Alberti, Fabián "El Zorrito" Von Quintiero y Gustavo Cerati junto a "Eddie" Symons en el Festival de Glastonbury, el 22 de junio de 1986. Foto: Archivo personal Zeta Bosio.

Por Bruno Verdenelli
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¿Cómo no me voy a acordar del Súper Domo de Mar del Plata? Tengo para escribir un libro del Súper Domo de Mar del Plata. Era algo que hacíamos todos los años. De hecho, ‘Eddie’ Symons, con quien fuimos a Londres y fue uno de los creadores de esa Gira Animal, además de haber hecho Rock in Bali, era un genio y era nuestro amigo, y él era el que nos llevaba al Súper Domo. Siempre era un placer ir a tocar ahí, estaba todo bien”, dice Zeta Bosio, mientras su mujer, Estefanía Iracet, sostiene el teléfono celular mediante el cual el bajista de Soda Stereo lleva a cabo una charla de Instagram en vivo con fans y periodistas.

El encuentro tuvo lugar en el escenario virtual el jueves pasado, en el marco de los festejos por el 30º aniversario de la salida de Canción Animal, el álbum que catapultó a la banda liderada por Gustavo Cerati y completada por Charly Alberti a la categoría de legendaria en toda América Latina. Cuando en determinado momento, sobre el final de la comunicación, uno de los seguidores del grupo le preguntó a Zeta sobre sus recuerdos de la famosa carpa que en aquella época se levantaba en la avenida Juan B. Justo, su respuesta fue obvia y escueta. Sin embargo, desencadenó el comentario evocativo de “Eddie” Symons, un viejo amigo al que conoció en los comienzos de Soda Stereo que era marplatense y llegó a trabajar para la BBC.

Para los más jóvenes, “Eddie” es un completo ignoto. Pero aquellos que tenían entre 15 y 35 años en la década del ’80 saben muy bien de quién se trata. O mejor dicho, de quién se trató: porque Symons fue asesinado despiadadamente el 30 de septiembre de 2002 en un departamento de la zona de Plaza Colón, hecho que motivó la condena a reclusión perpetua de dos hombres, en diciembre de 2004.

El personaje

Eduardo Oscar “Eddie” Symons era un marplatense descendiente de ingleses que se dedicaba, en esos días, a la venta de discos importados, cuando conseguirlos en Argentina, y más aún en Mar del Plata, resultaba una tarea titánica. Como su familia había emigrado de Gran Bretaña, Symons solía viajar a Europa bastante más seguido de lo que podía hacerlo la mayoría de los habitantes de estos sitios, y eso le daba la posibilidad de abastecerse de obras musicales internacionales que luego comercializaba a los disc jockeys y melómanos locales.

De esa forma, “Eddie” Symons estaba vinculado a otros jóvenes de su misma generación que disfrutaban de la vuelta de la democracia y la primavera alfonsinista. En determinado momento, su cercanía con dueños de boliches y empresarios artísticos locales lo llevó a convertirse en productor de shows y programas radiales. Y fue en ese contexto como, a mediados de la década citada, conoció a Cerati, Bosio y Alberti, tres veinteañeros que apenas habían iniciado su camino en medio de la transformación del fenómeno llamado rock nacional.

Desde el comienzo, la relación prosperó en base a trabajos de producción de los primeros recitales de Soda en Mar del Plata, cuando todavía el mítico grupo no movilizaba multitudes. Así, los cuatro hombres se hicieron amigos. Y a tal punto se vincularon que en junio de 1986 viajaron a Europa, junto a Fabián “El Zorrito” Von Quintiero.

En su libro “Yo conozco ese lugar”, editado por Planeta en 2016, Zeta Bosio lo recuerda así: “El contacto con los chicos que nos alojaron (en Inglaterra) nos lo había pasado ‘Eddie’ Symons, nuestro productor ocasional de shows en Mar del Plata, con quien después organizaríamos la Gira Animal. ‘Eddie’ hablaba muy bien inglés y -creo- tenía el negocio de viajar a comprar discos afuera y traerlos a la Argentina para venderlos en distintas disquerías. ‘Eddie’ nos acompañaba y también, en ese mismo viaje, hizo posible que nos encontráramos con Lene Lovich, una compositora norteamericana radicada en Inglaterra que había conseguido un par de hits a fines de los años ’70”.

Los Soda y Symons junto a Lene Lovich.

Los Soda y Symons junto a Lene Lovich.

 

Lo cierto es que del archivo personal del bajista que figura en el libro también surgen las únicas fotos públicas en las que aparece Symons. Son tres: en la primera junto a Charly, “El Zorrito” y Cerati, que lo está tomando del hombro, en pleno campo del legendario Festival de Glastonbury al que todos asistieron para ver a las mejores bandas de entonces. En la segunda, se encuentra con el cantante, la novia de éste por aquellos días, Noelle Balfour, el propio Zeta y Lene Lovich, quien ayudó al grupo a traducir al inglés el tema “Juegos de Seducción”. Por último, en la tercera los mismos personajes figuran despidiéndose de la artista anglosajona y su pareja, en la campiña británica.

Al regresar de Europa el grupo comenzaría a lograr repercusión nacional e internacional con la publicación de los discos Signos y Doble Vida, presentados ambos en el Súper Domo de Mar del Plata con la producción de Symons. Y en 1990 el lanzamiento de Canción Animal consagraría a Soda Stereo como la mejor banda de la historia del rock hispanoamericano, lo que motivaría la realización de la denominada Gira Animal, en cuyo armado participaron Symons y otros jóvenes marplatenses de gran futuro laboral como Pablo Baldini.

Durante la década siguiente, el productor emigró a Londres con su primera esposa y trabajó, como se explicó antes, para la BBC. Luego, se divorció y volvió a Mar del Plata, donde además de crear varios programas de radio y organizar nuevos shows musicales, volvió a formar pareja e invirtió en una constructora.

En el inicio de su nueva actividad, la situación marchaba bien pero luego el país se vino a pique, se produjo la crisis de 2001 y “Eddie” Symons se fundió. En el mismo contexto, volvió a separarse y vivía, solo y con lo justo, en un departamento que era propiedad de su madre, en la zona de la Plaza Colón.

Despedida en la campiña británica.

Despedida en la campiña británica. Foto: Archivo personal Zeta Bosio.

 

Final impensado

En la primavera de 2002, cuando ya su tiempo de diversión junto a las estrellas del rock nacional e internacional había quedado muy atrás, a “Eddie” Symons lo asesinaron durante un robo en aquel inmueble de Tucumán al 2200, y su historia fue increíblemente olvidada por casi todos en la ciudad y en el ambiente artístico.

Tal como se mencionó antes, su economía -como la del resto de los argentinos- estaba desecha. A los 41 años, vivía en el séptimo piso de un edificio ubicado a escasos metros de Tribunales, se mantenía con pocos ingresos que le proporcionaba la tarea del copiado de CD’s para diversos clientes y hasta habían llegado a cortarle los servicios de gas y electricidad. También tenía una novia dos décadas menor y un espacio en un programa radial junto a un socio, Adrián Roediger, pero la caída de la venta de publicidad y la incredulidad de los avisadores en torno a su historia de fama casi que lo habían sumido en la pobreza.

Según la reconstrucción de la Justicia, que figura en las crónicas que atesora el archivo de LA CAPITAL, el productor y amigo de los Soda fue traicionado vilmente por sus homicidas, identificados posteriormente como Adrián Echeverría y Gustavo Larrea. Al primero lo conocía del barrio, ya que era una especie de electricista que vivía en un edificio tomado, ubicado a la vuelta manzana; mientras que al segundo, que era “patovica”, lo había frecuentado algunas veces en un bar de Hipólito Yrigoyen y Avellaneda.

Pasado el mediodía del domingo 30 de septiembre de 2002, los asesinos -el vínculo entre sí nunca estuvo claro- fueron al departamento de “Eddie” Symons bajo el pretexto de que querían que les copiara unos discos. Una vez en su interior, lo golpearon con una mancuerna, lo asfixiaron con un cable, y luego huyeron robándole su computadora y sus equipos de música importados (los únicos objetos de sumo valor que había en el lugar).

Con celeridad y casi sin dificultades, el entonces fiscal Alfredo Deleonardis y su instructora judicial, María Laura Solari, reconstruyeron el caso y en menos de un mes lo habían esclarecido: Larrea y Echeverría -que tenía antecedentes penales por el delito de “facilitación de la prostitución”- fueron detenidos luego de que el dueño de un local de la Galería 2001, en la zona del Casino, los incriminara por haberle comprado a ellos los equipos sustraídos a “Eddie” Symons hallados por la policía en ese comercio.

Tras un juicio oral realizado en diciembre de 2004, los asesinos fueron condenados por un tribunal a la pena de reclusión perpetua. En la actualidad, ambos siguen presos: a Echeverría le negaron, recientemente, el beneficio del arresto domiciliario solicitado por temor a contagiarse de coronavirus en la cárcel de Batán, mientras que Larrea ha logrado obtener salidas transitorias.

La historia y el crimen de “Eddie” Symons, el productor marplatense de Soda Stereo, habían quedado llamativamente en el olvido. Hasta el último jueves, cuando a un fan de la banda se le ocurrió preguntarle a uno de sus ídolos por el Súper Domo de Mar del Plata.