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Salud 20 de mayo de 2016

El ensayo clínico: esperanza de una mejor calidad de vida

La ciudad tiene un centro de investigaciones a la altura de las mayores exigencias internacionales.

La doctora Georgina Sposetti, especialista en diabetes, una de las responsables de la investigación clínica en Mar del Plata.

Una de las claves del éxito para la medicina suele tener estrecha relación con las opciones disponibles al momento de prescribir y utilizar determinados fármacos. Y en ese sentido, adquiere vital importancia la investigación clínica, acaso una de las actividades menos conocidas y difundidas en el ámbito de los profesionales de la salud.

Precisamente hoy se conmemora el Día Internacional del Ensayo Clínico. Se trata, ni más ni menos, que de la evaluación experimental de un medicamento, a través de su administración o aplicación en seres humanos, con la rigurosidad del método científico.

En Argentina existen varios centros de investigación en diferentes ciudades, entre las que se cuenta Mar del Plata. Desde hace exactamente diez años, tres médicos, Georgina Sposetti (diabetóloga), Ignacio MacKinnon (clínico) y Jesús Vázquez (clínico) fundaron el Instituto de Investigaciones Clínicas (IIC). En la actualidad, en el IIC se desarrollan 10 especialidades médicas y ya se han realizado más de 150 estudios de investigación.

“Muchas drogas que ya están a la venta pasaron por etapas de su desarrollo en este Instituto. Algunas curaron una enfermedad, otras mejorar la calidad de vida de los pacientes. Para nosotros eso es buenísimo. Y también lo es que se sepa que esto se hace acá. En los centros de investigación de todo el país hay unos 32.000 pacientes voluntarios incorporados en los ensayos clínicos en Argentina”, explicó a LA CAPITAL la doctora Sposetti.

“Nuestro principal objetivo es crear conciencia en la gente. Si no se involucra, nadie va a tener nuevos medicamentos, porque es imposible sin voluntarios. Hacemos una actividad que se hace en todo el mundo y es fundamental para que aparezcan nuevos medicamentos”, agregó la facultativa, quien le asignó a la tarea de investigación una importancia central. “Esto debería tener una difusión similar al transplante de médula o a la donación de sangre. Porque la única forma de disponer de un determinado medicamento nuevo, es pasar antes por los ensayos clínicos”, dijo.

Desde que se descubre una molécula en un laboratorio hasta que los médicos puedan recetarlo y se venda en las farmacias, el desarrollo de un nuevo medicamento demanda entre 10 y 15 años.

“Es un proceso que se completa en varias fases. La primera etapa es en el laboratorio, luego se prueba en animales y una vez que se comprueba que esa medicación es segura, aparece lo que llamamos fase clínica”, indicó Sposetti, antes de ampliar. “La primera de esas fases, es la de voluntarios sanos, pero en Argentina prácticamente no se hace. En la segunda fase se empieza a buscar pacientes con características determinadas, muy específicas para la seguridad del paciente, se prueba con ellos esa nueva droga y se los sigue muy de cerca”, completó.

“Una vez que pasa esa fase, con cientos de pacientes en diferentes lugares, las entidades regulatorias obligan a la industria farmacéutica a tener una muestra representativa del mundo para aprobar un medicamento. Es necesario tener datos de personas de todos los continentes, de diferente razas, sexo, peso y edades”, aseveró la doctora Sposetti.

Y añadió: “A la altura de la fase tres, ya son miles de pacientes alrededor del mundo. Es la última antes de que ese medicamento sea aprobado, aunque puede pasar que una industria farmacéutica invierta millones y millones de dólares y diez años de trabajo, pero si los datos obtenidos no son adecuados, ese medicamento no se aprueba”.

Otra cuestión que no se conoce es que en Argentina hay centros de investigación que trabajan con la misma calidad que en el resto del mundo. Porque los protocolos empiezan y terminan en el mismo momento en todos lados.

“Para que la gente se involucre, tiene que conocer de qué se trata. Por ejemplo, tiene que saber que para ingresar a un ensayo clínico no tiene que pagar absolutamente nada. Ni tampoco debe recibir dinero por hacerlo. A cualquier paciente voluntario para un ensayo clínico se le provee atención, la medicación y los análisis gratuitos, siempre y cuando cumpla con todos los criterios de inclusión y exclusión para poder ingresar”, explicó Sposetti.

“El paradigma de los ensayos clínicos -aclaró MacKinnon- es el HIV. Cuando la enfermedad se expandió, en 1982/83, no había cura. Rápidamente, tanto los investigadores como las asociaciones de pacientes presionaron mucho para desarrollar los ensayos clínicos. Y hoy, el HIV se convirtió en una enfermedad crónica gracias al avance -en muy poco tiempo- de las investigaciones clínicas y, sobre todo, de los pacientes voluntarios, ya que sin ellos, seguiría siendo una enfermedad mortal”.

Para mayor información sobre los ensayos clínicos, dirigirse a Colón 3364 o visitar www.iic-mardelplata.com.ar