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Deportes 28 de junio de 2018

El festejo mexicano en Katiusha, el Palacio de Invierno interminable

Un Mundial que necesita noches blancas de 90 horas. Ver fútbol, escribir, salir por la radio y la tele, y no perderse nada de una ciudad y un país fascinante. San Petersburgo no duerme, nosotros tampoco.

Un coreano levantado en andas por los hinchas mexicanos.

por Vito Amalfitano
Desde San Petersburgo, Rusia

“Coreano, hermano / ya eres mexicano”, empiezan a cantar los hinchas vestidos de verde que llenan el restaurant tradicional Katiusha,-como la famosa canción rusa-,para ver un partido y terminan pendientes de otro.
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El principal restaurant de la cadena Katiusha en San Petersburgo está enfrente a la catedral de Nuestra Señora de Kazán, en pleno corazón de la calle Nevstky, la verdadera “Quinta Avenida” de la ex Petrogrado-Leningrado.
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Allí, en sus amplios y tradicionales salones, con un decorado bien ruso, hay dispuestos varios televisores. Los mexicanos se ubican, obviamente, para ver el partido ante Suecia, pero en la medida que llegan los goles escandinavos ya pasan a depender impensadamente,-para un equipo que había ganado los dos primeros partidos-, del encuentro que se podía ver en el salón contiguo, Alemania – Corea. Allí justamente estamos almorzando nosotros y de repente llega la ola mexicana. Sufren mucho y al final gritan los goles de asiáticos como propios. Y de repente improvisan un cántico risueño: “coreano, hermano / ya eres mexicano”.

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Después salen a festejar por la Nevstky y se mezclan con los miles de argentinos que aprovechan hacer turismo por San Petersburgo el día después de la victoria sobre Nigeria y la clasificación. Después de sufrir también , disfrutan / disfrutamos de una jornada de distensión, -en medio de nuestro trabajo-, en una bellísima ciudad…Tratando de “exprimirla” al máximo, conocer lo más posible, aunque vamos a volver en semifinales, ojalá otra vez con Argentina…
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Es que, en efecto, las horas en el país más grande y fascinante de los mundiales, no alcanzan, incluso en San Petersburgo, dónde hay más de 20 horas de luz diurna por estas fechas. Hasta los días de 22 horas son insuficientes. Necesitamos más, queremos días de 96 horas por lo menos. Pasa que además de hacer todo el trabajo de cobertura del Mundial deseamos conocer más, “exprimir” esta ciudad y todo este viaje al máximo, y la vez lo que vamos viendo, la Rusia atravesada por el Mundial, lo queremos contar también por acá. Y en el medio están los viejes, y los trenes, y los subtes…
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Vista del Palacio de Invierno.

Vista del Palacio de Invierno.

En las últimas horas en San Petersburgo-Leningrado, aprovechamos para “tomar” el Palacio de Invierno, como los revolucionarios de hace 100 años y, como turistas apurados, hacer un paseo en barco por el río Neva, visita las iglesias de Kazán, nos falta ver con más detenimiento la de la Sangre Derramada y la Catedral de San Class. También queremos ver el partido de Brasil-Serbia, y Suiza-Costa Rica y queremos llegar a cenar antes del viaje de regreso…
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Todo no se puede, los números son abrumadores. El Hermitage tiene 1786 puertas, 1945 ventanas, 3 millones de obras. Dicen los que sacaron cuentas, que si uno le dedicara medio minuto a cada una de ellas, en jornadas de 8 horas, se tardaría 5 años y medio en verlas todas. Se necesita tiempo y paciencia para ver avanzar en la fila de 200 metros después de haber pagado 700 rublos (poco más de 10 dólares). Entramos por fin, nos encandilamos con el lujo de los techos, los ventanales con vista al río, los pisos tallados, los caireles de las arañas y las obras de arte que empezó a coleccionar Catalina la Grande, hace dos siglos y medio.
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Hay que subir y bajar (117 escaleras recorrían los zares) hay que meterse por laberintos o mirar el mapa de las 1500 habitaciones, convertidas en 400 salas, hay que abrir los ojos para quedarse con algor algo, aunque sea un poco de todo lo que se ofrece. Un Rembrandt por acá, un Bruegel jóven del otro lado, un Picasso allá enfrente, esculturas, sarcófagos egipcios, joyas….Y llegamos por fin al lugar exacto en el que se concretó la Revolución de Octubre. Emocionante.
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Alberto y Martín Scornaienchi, padre e hijo, celebraron el agónico gol de Rojo en el estadio Krestovski. Un momento que guardarán para siempre.

Alberto y Martín Scornaienchi, padre e hijo, celebraron el agónico gol de Rojo en el estadio Krestovski. Un momento que guardarán para siempre.

Al final de todo eso y mucho más, hay que volver en tren. En la terminal, a mil, mandamos el material al diario, porque sabemos que ya en viaje perderemos conexión. En el camarote del vagón 2 rumbo a Moscú nos toca un croata de acompañante, con quien nos comunicamos en inglés. Está ansioso por llegar a la capital como escala y seguir en viaje a Nizhny, para el choque de octavos ante Dinamarca. La ruta que le hubiera tocado a Argentina si terminaba en primer lugar en su grupo. El croata se duerme rápido, y profundamente. Y se sienten fuerte los ronquidos. No tanto como nuestras salidas al aire para LU6 Radio Atlántica y Canal 2 de Mar del Plata que ponen nervioso a varios de los viajantes. Después, otra vez a escribir, ya este envio, y se vuelve a hacer de día rápidamente. El tiempo no para. Nosotros tampoco. Así es el Mundial. Fascinante desde todo punto de vista, aunque necesitemos noches blancas de 90 horas…

Federico Guixa, con un buzo con el escudo de Aldosivi, en la Iglesia Salvador sobre la sangre derramada. El profesor marplatense disfruta de sus dos pasiones: el fútbol y la historia.

Federico Guixa, con un buzo con el escudo de Aldosivi, en la Iglesia del Salvador sobre la sangre derramada, en San Petersburgo. El profesor marplatense disfruta sus dos pasiones: el fútbol y la historia.

 

@vitomundial