Cultura

El jardín de Villa Victoria, un bien patrimonial que también se resguarda

Mantiene su diseño original desde 1912, fecha en que se construyó la casona y se planificó su jardín. Contiene especies centenarias. Desde hace treinta años, una entidad se dedica a cuidar cada planta sembrada en los alrededores de la mansión, que perteneció a la intelectual argentina Victoria Ocampo.

Arboles centenarios y especies exóticas que fueron sembrados en otro siglo para embellecer la casona forman parte del extenso jardín de Villa Victoria. Jazmín del cielo, robles, tilos, plátanos, agapantos, azareros, hortensias y magnolias, entre muchas otras variedades vegetales, alientan la vida natural de ese espacio, siempre tan vinculado a la historia cultural de Mar del Plata y convertido en el símbolo de una época del país.

Declarado un bien patrimonial de la ciudad, el jardín recibe constantes cuidados y es el objeto de una detallada labor de preservación. Desde hace treinta años, esa tarea recae en la Sociedad Marplatense de Horticultura, una entidad que trabaja ad honorem y que financia su accionar a partir de cursos que ofrece en esa misma casa, todos los martes y los jueves, en diversos niveles, de marzo a noviembre y con un cuerpo docente especializado.

La entidad invitó a los y las marplatenses a conocer el jardín, que mantiene su diseño original desde 1912 y que se hizo popular porque se convirtió en el lugar para espectáculos al aire libre, en el verano, o en el entorno fotográfico de quinceañeras o parejas a punto de formalizar su unión, durante todo el año.

“Tratamos de mantener el jardín tal como Victoria Ocampo lo tenía, no ponemos plantitas nuevas porque quedan lindas… sino que nuestra tarea es mantener el jardín y las especies, porque es un jardín patrimonial y no podemos hacer otra cosa. Es lo mismo que ocurre con la casa, no se la puede modificar porque también es patrimonio histórico municipal”, comenta la presidenta de la entidad, Lidia Cuerelli a LA CAPITAL.

“Hay árboles que son muy antiguos, de más de cien años, que se secan y que se van cayendo, entonces al lado nosotros ponemos la misma especie para que vaya creciendo y así mantenemos el jardín, lo preservamos con la misma impronta que le dio Victoria”, indicó.

“Le gustaban mucho las plantas perfumadas”

Casa de veraneo de esta escritora e intelectual argentina y fundadora de la revista Sur, por la villa pasaron amigos poetas, músicos y pensadores centrales del siglo XX. La casa, que en sus mejores épocas se extendía a lo largo de dos manzanas, desde la calle Matheu hasta Saavedra y entre Lamadrid y Arenales, tenía un jardín que era delicia de invitados y de la misma anfitriona.

“Victoria adoraba las hortensias”, comentan Lidia y Coca Cabrales, otras de las históricas fundadoras de la entidad. “Y le gustaban mucho las plantas perfumadas”, agregan.

Francisca Ocampo de Ocampo, madrina de Victoria, mandó a construir esta residencia. Fue traída desde Inglaterra en 1912 y está hecha en base a hierro y madera. Desde entonces, fue la casa de los veraneos aristocráticos de la familia. Pero su amplio y bello jardín no se quedó atrás: en él transcurrieron las extensas jornadas de vacaciones los miembros de la clase alta nacional.

“Desde siempre fue una casa de puertas abiertas, que alentó la vida cultural”, coincidieron Lidia y Coca. Ambas recordaron que fue Victoria la que heredó la mansión y quien siguió con esa impronta de espacio capaz de albergar a amigos y amigas intelectuales y de organizar largas tertulias.

Tras el deceso de Victoria, la casa pasó a la Unesco y más tarde, la comuna de General Pueyrredon decidió adquirirla y la convirtió en un centro cultural de intensa vida durante los doce meses del año.

“Victoria murió en el ’79, y ya hacía años que no venía a Mar del Plata. Entonces había un jardinero que era de la casa y que mantenía el jardín. Cuando falleció Victoria, se fue y empezó a trabajar un jardinero de la Municipalidad, era amoroso pero no sabía del tema, había planteado gladiolos… Por eso hubo que empezar a renovar lo que estaba mal y hacer florecer lo que ya estaba”, cuentan ambas mujeres.

Y recuerdan que la planificación original del jardín incluía un sector en el que se sembraban las plantas cuyas flores admitían ser cortadas para embellecer los floreros del interior de la antigua casa. “El jardín fue diseñado pero después de tantos años los árboles toman un porte específico y empiezan a meterse unos adentro de los otros, uno calcula pero en cien años toman una envergadura…”, señala Coca.

“Son todas especies raras, todas son exóticas”

– ¿Cómo empieza a funcionar la Sociedad Marplatense de Horticultura?

– Coca: En 1989 el director de la Villa Victoria era Nino Ramella. Nosotras estábamos en la villa haciendo nuestras exposiciones de los clubes a los que pertenecemos y él nos dijo: “Esto se está cayendo, ¿cómo se lo puede mantener?” Se le venía abajo el jardín, porque si no lo cuidás se deteriora. Entonces formamos la Sociedad Marplatense de Horticultura, con la que armamos los cursos para poder sostener el trabajo en el jardín. Y además, donamos lo más importante que tenemos y que no tiene precio, que es nuestro tiempo.

– ¿Qué balance hacen de estas tres décadas de trabajo?

– Coca: Por año podemos hacer un trabajo grande, más el mantenimiento del jardín, con un jardinero de la Municipalidad y un equipo que pagamos nosotros. Logramos hacer riego por aspersión, porque es una manzana de tierra y eso lleva tiempo. Además, arreglamos el tanque cisterna, restauramos las columnas de luz porque se caían, pusimos la cartelería específica de cada especie, hicimos las veredas nuevas…

– Lidia: Y ahora hay un problema de desagüe fluvial, se acumula la granza para el lado de la calle Quintana que tapa los zócalos de piedra. Y pedimos asesoramiento técnico para ver de qué manera podemos mejorar eso, es un trabajo grande el que tenemos que hacer.

– Coca: Y como tenemos muy buena tierra, estamos haciendo un proceso de purificación. Estamos sacando las especies que crecen porque voló la semilla. A veces se hace un árbol pero no es un árbol de tu misma especie, y se come a otro.

– ¿Cómo son las especies del jardín, hay alguna exótica?

– Coca: Son todas especies raras, todas son exóticas. No son gramíneas, especies de la pampa no hay nada, porque en la época en que se creó el jardín (las variedades) se traían de afuera, no son nativas. Lo raro es que tengan más de cien años. Creo que con un poco de buena voluntad podemos mantener este jardín que consideramos que es de todos.

– Lidia: Las dos vivíamos cerca de la villa, la villa tiene una cosa mágica, te hace querer estar ahí, mis hijas iban a pintura por ejemplo, siempre tratábamos de estar en la villa.

– Coca: Como el parque Primavesi o el San Martín, yo veo que la gente los disfruta y eso me encanta. Para eso están los espacios públicos, para eso los arreglamos, estos espacios son de todos y a veces se cree que si son de todos son de nadie. Y no es así.

– ¿Cuántas personas asisten a los cursos?

– Coca: Más de setenta personas hay en el curso de los jueves y en el otro, que es más avanzado, tendremos unas sesenta personas. Estamos chochas. Hubo inviernos en que hemos tenido menos gente. Y este año pensamos que no iba a venir tanta gente, teníamos miedo pero llegamos a tener una lista de espera. Muchas personas que los hacen se dedican después a mantener balcones o los patios de las oficinas, las entradas de los edificios. Ex alumnos nuestros tienen sus empresas. Y hay personas que los hacen porque consideran que la jardinería es una asignatura pendiente. O los arquitectos vienen, porque el jardín pasó a ser parte del plano de las casas. Antes no, pero ahora el jardín es un lugar más de la casa que se usa. Ha cambiado el concepto.

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