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Opinión 31 de marzo de 2023

El Marquesado: construyamos una solución estratégica contra conflictos coyunturales

Por Guillermo Eciolaza

¿Qué pasaría si el gobierno nacional cediera “El Marquesado” a una multinacional? Suena a disparate, ¿no? Pero imaginémoslo posible por un minuto. Imaginemos también que nos aseguran que sólo elaborarían allí alimentos orgánicos, creando cientos de puestos de trabajo directos e indirectos, que nos prometen los más altos estándares de calidad bromatológica, un modelo laboral distributivo, una aldea de trabajadores pintoresca, una porción del paraíso sobre la tierra. ¿Creeríamos sin la menor duda?, ¿No nos parecería una discrecionalidad, un abuso, un privilegio injustificado? ¿No nos preguntaríamos con qué criterio se otorgan tierras públicas? ¿Al primero que las pide?, ¿Y si las pide más de uno cómo se decide a quien le toca? ¿Acaso si es en nombre de la ecología y de la creación de trabajo no importa que se lucre con terrenos públicos? Sería difícil desacreditar la versión que se trata de un negociado.

Lo que en verdad ocurrió es otra cosa, pero instala los mismos interrogantes. Una ONG llamada “Asociación civil tercer tiempo, escuela de futbol y huerta comunitaria”, firmó un convenio de cesión con la Agencia de Administración de Bienes del Estado (AABE), para disponer de 140 hectáreas frente al mar con el objetivo de instalar una granja agroecológica, viviendas y un camping balneario.

Quienes suscriben, el presidente de la AABE, Eduardo Albanese, y el representante de la Asociación Civil, Marcos Santucho, concretamente acordaron la cesión para que se realicen trabajos de limpieza con el objeto de instalar una granja, viviendas y un camping balneario. Luego, en la cláusula tercera, se estipularon 180 días de plazo, prorrogables a 270, para que la justicia convalide la cesión. No hay otra cosa. Curiosamente Albanese y Santucho son los que menos han hablado públicamente del tema.

A partir de allí lo que se confrontan son dos sistemas de creencias que agrupan las adhesiones y los rechazos: los que creen que habrá un proyecto -todavía en elaboración- que convertirá en realidad un sueño luminoso de esfuerzo y progreso que venga a reparar en parte las desigualdades sociales, contra los que creen que se trata de una oscura pesadilla: otro emprendimiento socio-comunitario que fracasará dejando instalado un asentamiento informal que depreciará toda la zona; perjudicando principalmente a los vecinos más próximos y en consecuencia a toda la ciudad.

Los voceros de la iniciativa añaden que la UNMdP y el CONICET participan del proyecto en elaboración. Una entelequia. Me consta que, a la fecha, cualquier vínculo que hayan establecido carece de institucionalidad. Ni los que aparecen en los medios como voceros de la iniciativa, ni los centros de investigación forman parte del convenio. La manipulación de los prejuicios y las expresiones partidarias, que se amplifican cada vez con peores modos, no hacen más que profundizar los recelos preexistentes. Presentado así es un episodio sin solución. Quedará en manos de lo que determine la justicia.

Evidentemente la ciudad no cuenta con una tradición técnico-política, ni con un organismo que articule con otras esferas del estado las cuestiones del desarrollo urbano, entonces cada funcionario provincial o nacional, mientras sea legal, puede hacer con Mar del Plata lo que le parezca sin estar obligado a concertar sus decisiones ni con el intendente ni con nadie. Se improvisa permanentemente y toda novedad, como es espasmódica, requiere de exagerar un andamiaje argumentativo que disimule su discrecionalidad. Generalmente no lo consigue.

A partir de las observaciones y análisis que impulsamos en el Instituto de Estudios para una Nueva Generación [I-GEN], consideramos que Mar del Plata, por su escala y complejidad, necesita un organismo estratégico municipal que medie, regule y promueva el planeamiento de su desarrollo urbano; que se anticipe a los problemas, que conduzca con un amplio consenso ciudadano el conjunto de acciones transformadoras que la ciudad requiere, que coordine los programas de las áreas municipales y que se ocupe de concertar las iniciativas de las áreas nacionales y provinciales que gravitan en su jurisdicción.

Más allá del nombre que le pongamos, instituto, ente, o agencia, la ciudad necesita un área institucionalizada que pueda actuar en la esfera gubernamental local como una gran motivadora y conciliadora de las transformaciones urbanas. Un organismo de coordinación del desarrollo urbano de este tipo requiere del acuerdo de 2/3 del Honorable Concejo Deliberante para aprobar su estatuto, sus informes de avance y para designar periódicamente a sus autoridades, quienes además no debieran coincidir con los períodos de las intendencias, sino solapándose entre ellas para alcanzar avances consolidados a largo plazo.

Su agenda prioritaria debe ser ocuparse de gestionar el crecimiento del periurbano, procurando dotarlo de infraestructura y servicios, (y en muchos casos también de derechos), reparar la falta de una normativa actualizada que promueva la densificación y la recalificación de sectores del ejido deprimidos y el déficit de vivienda; debe articular obras públicas y privadas generando un círculo virtuoso que mejore integralmente las atracciones inimitables de nuestra ciudad; debe intervenir en los temas ambientales, en los temas de logística y movilidad, así como fortalecer el modelo productivo con acciones de estímulo a las inversiones en infraestructuras que viabilicen objetivos mensurables de crecimiento económico.

Sin expansión del Producto Bruto Geográfico no hay progreso posible ni se pueden revertir los crecientes niveles de pobreza, exclusión y marginalidad que nos preocupan a todos.

Vivimos en una ciudad intermedia que se está metropolizando rápidamente con una espontaneidad desregulada; lo que implica grandes contradicciones que auguran mayores problemas. El plan estratégico no es una receta, sino un sistema de objetivos establecidos que podría evitarlos, o al menos disminuirlos. Porque fueron buenos procesos participativos y de síntesis, tanto los de la primera, como los de la última etapa del plan. Es un capital con el que contamos para salir adelante que no tiene en sí mismo ninguna operatividad si continúa archivado sin un instrumento que coordine e incentive su desenvolvimiento.

Si no somos capaces de crear el dispositivo que lo movilice nos seguiremos encontrando para comentar noticias, dificultades reales o inventadas que nos escandalicen; continuaremos asistiendo al espectáculo de las opiniones confrontadas inconsecuentemente, a los malos-entendidos y a los disensos irresolubles. Sólo se afianzarán, en consecuencia, los perfiles competitivos de los dirigentes enfrentados. Pero luego de las declaraciones y las mediciones de imagen, incluso luego de los resultados electorales o los fallos judiciales, no se habrá solucionado nada.

El futuro es inevitable. Tenemos la oportunidad de saber qué hacer con él. No la desperdiciemos en disputas estériles. Seamos inteligentes, creativos y responsables para hacer lo mejor para la ciudad sin excluir a nadie. Mar del Plata lo merece.

(*) Fue Decano de la Facultad de Arquitectura, Urbanismo y Diseño de la Universidad Nacional de Mar del Plata (Período 2014-2021). Actualmente es Docente e Investigador de la UNMdP y coordinador del I-GEN MdP