El Papa pidió desde Marsella “hechos y no palabras” frente a los naufragios en el Mediterráneo
En el décimo año de su pontificado, cuidando sus relaciones con la monarquía francesa, desembarcó en Marsella por mar para celebrar el matrimonio del futuro rey Enrique II con Catalina de Médicis, su sobrina
Desde Marsella, el Papa dijo que salvar a los migrantes en el mar "es un deber de civilización".
El papa Francisco pidió que haya “hechos y no palabras” frente a lo que denominó como la “tragedia de los naufragios” en el Mar Mediterráneo, al recordar en Marsella a las personas “que no sobrevivieron” en su búsqueda de llegar a Europa por vía marítima.
Al iniciar una visita de dos días centrada en echar luz sobre la situación migratoria en Europa, el Papa calificó además como un “gesto de odio” que se impida a las ONGs salvar a las personas en altamar, ya que consideró que socorrer a los náufragos es “un deber de civilización”.
“Ante nosotros está el mar, fuente de vida, pero este lugar evoca la tragedia de los naufragios, que provocan muerte”, planteó el pontífice al homenajear a los migrantes muertos junto a líderes de otras religiones en un monumento emplazado al pie de la Basílica de Marsella.
“Estamos reunidos en memoria de aquellos que no sobrevivieron, que no fueron salvados”, desarrolló luego Jorge Bergoglio.
“No nos acostumbremos a considerar los naufragios como noticias y a los muertos como cifras; no, son nombres y apellidos, son rostros e historias, son vidas rotas y sueños destrozados”, convocó el Papa, en un marco en el que en diversos países europeos han aumentado las tensiones por la acogida de las personas que llegan a los puertos del sur del continente.
En ese marco, el pontífice recordó a “los numerosos hermanos y hermanas ahogados en el miedo, junto con las esperanzas que llevaban en el corazón”. “Frente a semejante drama no sirven las palabras, sino los hechos. Pero antes, hace falta humanidad: silencio, llanto, compasión y oración”, reclamó Bergoglio, que con 86 años emprende este fin de semana su viaje 44 como Papa fuera de Italia desde su elección en 2013.
Con un aumento sostenido de las personas llegadas al continente desde el norte de África y Medio Oriente, el tema migratorio se ha convertido en uno de los ejes centrales del pontificado de Francisco, que en 2013 hizo su primer viaje como Papa fuera de Roma a la isla italiana de Lampedusa, convertida ya entonces en un símbolo mundial de las migraciones.
De hecho, en diálogo con los periodistas a bordo del avión papal, el Papa planteó que espera que el viaje de este fin de semana tenga el mismo éxito que el de hace una década.
“Así este espléndido mar se ha convertido en un enorme cementerio, donde muchos hermanos y hermanas se ven privados incluso del derecho de tener una sepultura, pero la única a ser sepultada es la dignidad humana”, denunció el Papa.
“No podemos resignarnos a ver seres humanos tratados como mercancía de cambio, aprisionados y torturados de manera atroz; no podemos seguir presenciando los dramas de los naufragios, provocados por contrabandos repugnantes y por el fanatismo de la indiferencia”, reclamó Francisco, que otras veces ya había denunciado la existencia de “campos de concentración” en algunos países de origen de los migrantes, como Libia.
Para el Papa, en definitiva, “deben ser socorridas las personas que, al ser abandonadas sobre las olas, corren el riesgo de ahogarse”.
Esa misión, según sentenció en lo que fue leído como un fuerte apoyo a las ONGs que trabajan en el Mediterráneo, “es un deber de humanidad, es un deber de civilización”.
Luego, en un respaldo explícito, agradeció a quienes hacen rescates.
“Veo tantos de ustedes que van al mar a salvar a los migrantes y que a veces les impiden ir. Son gestos de odio contra el hermano, travestidos de equilibro. Gracias por lo que hacen”, les dijo a los participantes del homenaje a migrantes.
A la cabeza de un encuentro interreligioso que sirvió de antesala a la reunión con obispos católicos y jóvenes que tendrá mañana, el Papa sostuvo: “Nosotros los creyentes, por tanto, debemos ser ejemplares en la acogida recíproca y fraterna”.
“A menudo las relaciones entre los grupos religiosos no son fáciles, pues la larva del extremismo y la peste ideológica del fundamentalismo corroen la vida real de las comunidades”, analizó en esa dirección.
“Hermanos, hermanas, afrontemos unidos los problemas, no hagamos naufragar la esperanza, ¡formemos juntos un mosaico de paz!”, convocó luego el Papa.
Antes del encuentro interreligioso de homenaje a los muertos en el mar, Francisco pidió a la Iglesia de Marsella que se abra a los migrantes, al dar su primer discurso en la ciudad del sur de Francia.
“Abramos las puertas de las iglesias y las casas parroquiales, pero sobre todo las del corazón, para mostrar el rostro de Nuestro Señor a través de nuestra mansedumbre, amabilidad y hospitalidad”, planteó el pontífice al encabezar una oración mariana con el clero diocesano en la Basílica Notre Dame de la Garde.
“Que cualquiera que se les acerque no encuentre distancias y juicios, sino el testimonio de una humilde alegría, más fructífera que cualquier capacidad ostentosa”, agregó el pontífice de cara a los sacerdotes locales en una ciudad a la que definió antes de llegar como una “ventana” al Mediterráneo.
El año pasado, el pontífice había reclamado que Europa “no deje solos” a los cuatro países que reciben más personas, Italia, España, Grecia y Chipre y que se cumplan las cuotas de reparto de migrantes.
El pedido de Francisco es compartido especialmente por Italia, que denuncia que países del norte cierran sus fronteras y la obligan a gestionar a todas las personas llegadas por el Mediterráneo, especialmente en el caso de Francia en la zona de Ventimiglia y Austria en la región alpina del Brennero.
En el vuelo hacia Marsella, de hecho, el Papa calificó como “una crueldad, una terrible falta de humanidad” la situación en Lampedusa, donde se han aglomerado miles de migrantes llegados en las últimas semanas que no encuentran sitio en otros países de Europa.
Por la gravedad de la situación, la presidenta de la Comisión Europea, Úrsula von der Leyen, visitó la isla la semana pasada y prometió una “respuesta común” del bloque regional, como pide el Gobierno italiano con apoyo del Papa.
Si bien este fin de semana Francisco no irá a la capital París, el Papa sí se reunirá con el presidente francés Emmanuel Macron en Marsella, con el que tendrá un encuentro privado hoy, la cuarta reunión bilateral desde la asunción del mandatario en 2017.
Bergoglio regresará a Roma hoy, luego de despedirse de Marsella con una misa en el Velódromo local, en la que se espera también la presencia de Macron, pese a las críticas que recibió el presidente francés de sectores que consideran que su presencia no corresponde con el espíritu laico del país.
Francisco y su recuerdo de Fernando Botero
Durante el tradicional saludo a los periodistas que lo acompañan en el viaje, el papa Francisco tuvo esta vez un recuerdo especial hacia el artista colombiano Fernando Botero, fallecido la semana pasada a los 91 años.
A través del periodista Néstor Pongutá, el pontífice recibió un caluroso saludo de la familia del escultor y devolvió el gesto con un rezo por la memoria del también pintor y dibujante. “Les doy la bendición y rezo por esas intenciones”,
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