“Entre rememorar y olvidar, el pasado tiene un porvenir”. Así tituló su intervención en La Noche de las Ideas el doctor Juan Eduardo Tesone, ex consul de Francia de Mar del Plata, quien valora el clima descontracturado y el uso de lenguaje accesible a todo público que se da en el marco de este importante acontecimiento cultural.
Por Juan Eduardo Tesone
Los días 30 y 31 de enero en Ostende y el 1º y 2 de febrero en Mar del Plata, se realizará en la sede del Museo del Mar la tercera edición de la Noche de las Ideas, evento mundial que tiene lugar en más de 50 países simultáneamente, impulsado por el Ministerio de Relaciones Exteriores de Francia, que este año propone como eje temático las experiencias y memorias personales y colectivas, para, desde el presente, proyectarse, construir, imaginar y soñar el futuro.
En nuestra ciudad tiene la particularidad de durar dos días. El lema es: “De cara al presente Revisitar el pasado, imaginar futuros inéditos”, para lo cual participarán más de 40 invitados, intelectuales y artistas, tanto de nuestro país como extranjeros.
En un clima descontracturado con un lenguaje apto a todo público, se podrá participar de manera interactiva, libre y gratuita de un evento único en la costa atlántica. El año pasado participaron más de 7000 personas en un clima de gran estímulo y efervescencia.
El encuentro, en el cual confluyen varias disciplinas funciona como un hervidero de ideas que funcionan como desencadenante de múltiples reflexiones enriquecidas por el aporte del público.
Personalmente, desde el psicoanálisis, intitule mi intervención que tendrá lugar el sábado 2 de febrero a las 18 hs, “Entre rememorar y olvidar, el pasado tiene un porvenir”. Para el psicoanálisis el recuerdo no es una entelequia inmutable, sino que a medida que pasa el tiempo se van resignificando los recuerdos y rescribiendo.
Cada recuerdo es una construcción entre una rara alquimia entre el olvidar y el recordar. El sujeto no tiene una historia que un observador podría desintricar y describir, él es su historia, artesano de la misma dada su actividad de rememoración en la cual pasado, presente y futuro se recrean como tiempos en interacción mutua.
El recuerdo de un hecho no es una simple reproducción del hecho, como tampoco el recuerdo de la cosa es la cosa.
Para recordar y resignificar el pasado hay que estar dispuesto a olvidar y recordar simultáneamente; que permita deconstruir y reconstruir una nueva trama simbólica que logre desanudar un eventual síntoma.
El escritor Felisberto Hernández dice: “Yo he deseado no mover más los recuerdos y he preferido que ellos duerman, pero ellos han soñado…” O sea que nuestros recuerdos sueñan por sí mismos y nos vuelven transformados, quizá revitalizados. Los recuerdos, sin nuestro permiso, bailan, se entrecruzan, y como el tango, van cambiando de pareja de recuerdos.
Borges, ese gran clínico del alma humana, decía en el Aleph: “modificar el pasado no es modificar un solo hecho; es anular sus consecuencias, que tienden a ser infinitas”.
El aparato psíquico funciona como una conflictiva alquimia de recordar y olvidar. Pero los dos elementos de esa alquimia son necesarios para mantener el sentimiento de identidad y la capacidad de pensar. Perpetuo balanceo entre la imaginación de la memoria y la capacidad creativa del olvido. Recuerdo y olvido, construyo- deconstruyo-reconstruyo, por lo tanto soy.