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Deportes 22 de junio de 2018

El tren que se transformó en la popular de Argentina

El increíble viaje de Nizhny a Moscú. El triunfo de Nigeria desató un festejo “prestado”. La partida desde la ciudad de la derrota más vergonzante de Argentina. Reminiscencias de la Unión Soviética, sopas deliciosas, el paisaje de la confluencia del Volga y el Oká, el Kremlin que nos falta. ¿Nos dará revancha?

Los hinchas de Argentina en el tren de Nizhny a Moscú, con amigos japoneses que se sumaron a un festejo "ajeno", el de la victoria de Nigeria, justamente el equipo al que hay que ganarle el martes para seguir en viaje.

por Vito Amalfitano

NIZHNY NOVGOROD, Rusia.- Dejamos Nizhny Nóvgorod. No alcanza el tiempo para conocerla profundamente. Nos sorprende las reminiscencias a la Unión Soviética. Algunas postales, algunas “pantallazos” en caminata a la terminal parece transportarnos a los tiempos pre-caída del muro. En el fondo las construcciones de aquella época, los edificios en monoblocks de la vieja URSS. Por el delante el paso de tranvías y buses muy antiguos y deteriorados. Claro que también está la Nizhny moderna, que no reniega de aquella, con los bares y negocios del capitalismo avanzado, en la pintoresca y siempre muy concurrida peatonal Bolshaya Pokróvskaya.

Volvemos al “bodegón” tradicional del primer día, repetimos la sopa “shi”, los “pelmeni” (especie de capelettis rellenos de carne) y agregamos “Kartofen”, con papa, carne y queso gratinado. Muy rico todo.

Nos impactó el paisaje de la confluencia del Volga y el Oká, los dos grandes ríos de esta región de Rusia. Nos quedó por conocer el Kremlin, donde se encuentra el “Fuego Eterno, el símbolo del heroísmo de los soldados soviéticos en la Segunda Guerra Mundial, y en memoria de los caídos. Nizhny pasa a ser la ciudad de la más vergonzante derrota de la historia del fútbol argentino. Quisieramos que, por todo lo que vimos y todo lo que nos quedó por conocer, haya “revancha” pronto para volver. Eso sería posible de clasificar Argentina y si llegara a cuartos de final de este Mundial.

El desquite en Gelsenkirchen llegó mucho más tarde. Treinta y dos años después. La ciudad alemana de otra de las más deshonrosas derrotas de la Selección, el 0-4 ante Holanda, en la Copa del Mundo de 1974. Pero también, en un alto contraste, la sede de la más brillante victoria, la exhibición y el 6 a 0 a Serbia y Montenegro de Riquelme y compañía en el Mundial 2006.

Todavía no nos dio revancha Dallas, otra de las ciudades peor recordadas en la historia de la Selección. La del “me cortaron las piernas” de Diego.

“Nos suben a un tren, siento que nos llevan a un gulag”, escribe el colega Alejandro Wall en su cuenta de Twitter en la madrugada post desastre de Nizhny Nóvgorod, a la vuelta del Argentina 0 – Croacia 3.

Tarde de viernes. Después del paseo por la postal de la vieja URSS y el almuerzo tradicional, ahora nos toca a nosotros el “gulag”. Por primera vez nos subimos a un tren en Rusia. El regreso de Nizhny (en el camino futbolístico a Siberia) a Moscú es un viaje lleno de misterios e incertidumbres, como todo el periplo de esta Selección por el Mundial. Cuando arranca el convoy empieza Islandia y Nigeria. En ese partido, aunque parezca mentira, se dirime gran parte del sueño de Argentina. O al menos se abre la puerta para ganar de una buena vez o volverse a casa. También, mientras el tren llega a casa, continúan las especulaciones y probablemente también las reuniones y las discusiones en el seno mismo de la Selección.

Subimos al tren, tomamos un libro por primera vez en Rusia, pretendemos fugarnos unas cinco horas de esta agonía futbolera y no saber más nada hasta bajar en Skhodnya. Homero Manzi fue tan genio que escribió un tango hace más de 80 años para un viaje en el que quedaríamos en la vía o nos acercaríamos a una nueva estación de esperanza. El misterio del adiós que siembra el tren.

Pero resulta que el fútbol es dinámica de lo impensado hasta afuera de la cancha. El tren tenía horario de salida 17.55. Cinco minutos antes del inicio del partido en …. Salió 17.56. Puntualidad rusa-suiza. El horario de vuelta, 22.06, llegó 22.08. En el medio un viaje increíble. Con diez vagones, con capacidad para unas 120 personas cada uno, calculamos que entre 800 y 900 pasajeros son argentinos. Camisetas de la Selección, de Boca, de River, de otros clubes, mate, charlas de bronca futbolera. Y los nervios y ansiedad porque vuelva el wi fi en cada estación de paso para saber qué pasa con Nigeria. El primer gol de Musa, que quizá llega en diferido, porque recién lo vemos cuando vuelve internet, lo grita todo el tren. Ni que hablar el segundo. Se palpita minuto a minuto, como antes los partidos por radio. Pasa Ariel Senosian, de TyC Sports, nos dice que la algarabía en el otro vagón es aun mayor. Terminan todos cantando por la Selección. Ya cientos siguen viaje directo a San Petersburgo. Rumbo a una nueva ilusión. Después de haber transformado un tren ruso en una cabecera popular argentina para gritar goles de Nigeria. Surrealista.