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Opinión 9 de junio de 2017

Elecciones en el Reino Unido: el precio de la arrogancia

por Denise Castello

El pasado 18 de abril Theresa May sorprendió a todos con el anuncio de que adelantaría las elecciones generales, entonces previstas para mayo de 2020, fijando como nueva fecha el 8 de junio de 2017. Aprovechando la notable superioridad del Partido Conservador en los sondeos de opinión (más de 20 puntos por delante de los Laboristas, su principal oposición parlamentaria, a los cuales doblaba en intención de voto), la Primera Ministro (PM) del Reino Unido (RU) apostó a quedarse hasta 2022, aumentar la actual mayoría en la Cámara de los Comunes para apoyar la implementación de un Brexit “duro” y consolidar su liderazgo entre los tories (Partido Conservador), aspirando a convertirse en la nueva Margaret Thatcher.

Los estrategas conservadores y los analistas políticos consideraban a Jeremy Corbyn, líder ocasional del Partido Laborista, demasiado izquierdista para el gusto del electorado británico. Ademas era bastante resistido dentro de su propio partido por su ambigüedad respecto del Brexit y por lo tanto calcularon que sería un rival bastante fácil de derrotar.

Pero en terrenos tan resbalosos como la política, muchas veces se cometen errores de cálculo y esta vez May cometió el error de creer que obtendría una victoria demoledora, tal como indicaban las encuestas, en lo que ella insistió en presentar como una suerte de referéndum sobre su liderazgo y habilidad para negociar el Brexit.

Corbyn realizó una campaña electoral mucho mejor de lo que se esperaba. Su sólida retórica, sus promesas de re-nacionalizar el correo, los ferrocarriles y la energía, aumentar los impuestos a los más poderosos, hacer gratuita la matrícula universitaria y aumentar el gasto social fueron muy bien recibidas en el electorado joven, mientras May esquivaba los debates y cometía torpezas como su propuesta de aumentar el monto que deben pagar los adultos mayores por los servicios sociales.

Su obsesión por reducir la inmigración la llevó a buscar un Brexit duro, llegando a afirmar que “más vale ningún acuerdo que un mal acuerdo” sin explicar las repercusiones de esta última opción sobre los aranceles, el comercio, las inversiones, el empleo y las finanzas.

Justamente llamó la atención la absoluta falta de debate sobre el Brexit y las difíciles opciones que enfrentará el Reino Unido fuera de la Unión Europea (UE), dado que es el tema que dominará la agenda del próximo gobierno. Y estas elecciones le demostraron a May que la oposición a su impopular versión del Brexit dentro del RU (incluso dentro de su propio partido, donde no hay acuerdo al respecto) será mucho más implacable de lo que ella había previsto.

En las elecciones del Reino Unido se renueva la totalidad de la Cámara de los Comunes, y los diputados del partido que obtiene la mayoría de miembros eligen al Primer Ministro, que es nada menos que quien negociará la salida del RU de la UE.

En este sistema electoral se elige un diputado por cada una de las 650 circunscripciones, por un período máximo de cinco años. De esta manera, un partido tiene que ganar 326 escaños para obtener la mayoría en la Cámara de los Comunes. Si ninguno de los partidos obtiene una mayoría propia, debe aliarse a otro partido para formar un gobierno de coalición, situación a la cual llaman “Hung Parliament” (parlamento suspendido). Dado que antes de estas elecciones el Partido Conservador tenía una cómoda mayoría de 330 miembros del parlamento obtenidos en los comicios de 2015, el resultado de estas elecciones (318 escaños) es un importante traspié para los tories.

Incertidumbre política

El desenlace de esta aventura electoral es un “parlamento suspendido” en manos de los conservadores. Esto dará paso a un período de gran incertidumbre política, sobre todo para May, quien ya no tendría mandato ni legitimidad para seguir con su “Brexit duro” y a quien ya varios miembros del parlamento y de su partido le han pedido que renuncie como PM, lo cual se niega a hacer, quedando en una posición mucho más débil y vulnerable que antes y muy lejos de su pretendido liderazgo.

Para alcanzar una mayoría en la Cámara de los Comunes, ahora los tories tendrán que formar un gobierno de coalición con otro partido. Para esto, el ultraderechista Partido Unionista Democrático (PUD) del Ulster (Irlanda del Norte), negador del cambio climático y contrario al matrimonio gay y el aborto, ha ofrecido sumarle sus 10 escaños a May a través de un “acuerdo de confianza” –una coalición informal – con el fin de que ésta pueda mantenerse en el gobierno y evitar el avance del socialista Corbyn y los otros partidos de la oposición. De esta manera el PUD aprovechará una oportunidad única de obtener un poder e influencia inesperados, que le servirán para imponer su agenda y promover sus propios intereses a pesar de ser uno de los partidos más pequeños del Parlamento.

Para empezar, si bien el PUD ha sido un firme partidario del Brexit, seguramente querrá evitar una situación de “Brexit duro” que resulte en una frontera “dura” con Irlanda y ponga en peligro una paz alcanzada con muchísimas dificultades –y sin el apoyo del PUD. Por lo tanto usará su posición para exigir formar parte las conversaciones del Brexit, probablemente proponiendo una modalidad más flexible –sobre todo en su frontera-, y reclamará más recursos económicos para Irlanda del Norte que compensen los ingresos que dejarán de percibir por parte de la UE a causa del Brexit, en concepto de políticas agrícolas y otros beneficios.

El nuevo Parlamento se reunirá por primera vez el 13 de junio y las negociaciones del Brexit deberán iniciarse el 19 del mismo mes. Las condiciones en las cuales se llevará a cabo todo esto están por verse, pero sin duda diferirán mucho de los ambiciosos planes originales de Theresa May.

A modo de conclusión, May ha repetido el error de Cameron de fiarse demasiado de las encuestas y el ánimo social. Si bien esto significa una derrota tanto para May como para los que pretendían un “Brexit duro” (de hecho el partido ultranacionalista UKIP, propulsor del Brexit, no obtuvo ni un solo diputado), para los laboristas es una victoria decisiva que deja a Corbyn como el gran ganador de la jornada, tanto en su partido como en el Reino Unido.

En “La tragedia de Macbeth” de William Shakespeare, el personaje de Hecate planea la destrucción de Macbeth. Sosteniendo que el peor enemigo de la humanidad es la excesiva seguridad, en el sentido de confiarse o creerse invulnerable, urde en él una confianza exagerada que lo torna cada vez más arrogante hasta conducirlo a su desenlace fatal. “Y como todos saben, la seguridad es el peor enemigo de los mortales.” Shakespeare dixit.

(*):  Lic. en Relaciones Internacionales.



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