CERRAR

La Capital - Logo

× El País El Mundo La Zona Cultura Tecnología Gastronomía Salud Interés General La Ciudad Deportes Arte y Espectáculos Policiales Cartelera Fotos de Familia Clasificados Fúnebres
Cultura 4 de marzo de 2025

“En el campo, la oscuridad nace del suelo”: una lectura de “La Circunstancia” de Jorge Consiglio

La última novela de Consiglio es una de las exploraciones más sutiles y agudas sobre el peso de la herencia, la memoria y la identidad en la literatura contemporánea.

Jorge Consiglio, autor de "La Circunstancia". Foto: Néstor Grassi.

Por Carlos Aletto

Desde sus orígenes, la literatura argentina ha dialogado con la idea de la imposibilidad de escapar a un destino trazado por el linaje, el territorio o la historia. Desde “El matadero” de Esteban Echeverría hasta “Los suicidas” de Antonio Di Benedetto pasando por “Los siete locos” de Roberto Arlt y “Santa Evita” de Tomás Eloy Martínez, la narrativa argentina ha hecho de la fatalidad un motivo recurrente, un nudo en el que el pasado se encarna con fiereza en la vida de los personajes. Jorge Consiglio, en “La Circunstancia”, retoma este motivo con una precisión estilística y una inteligencia estructural que hacen de su novela una de las exploraciones más sutiles y agudas sobre el peso de la herencia, la memoria y la identidad en la literatura contemporánea.

En esta obra, Consiglio construye un relato que desafía la linealidad clásica y se adentra en una narración fragmentaria, donde el tiempo es un flujo que avanza y retrocede sin perder su cohesión. La protagonista reconstruye su vida a través de recuerdos dispersos, pequeños gestos que devienen señales y marcas indelebles. Desde su infancia en la llanura pampeana hasta su adultez en Buenos Aires, la historia avanza en un movimiento elíptico, en el que cada anécdota resuena con una carga simbólica que trasciende su aparente trivialidad. Así, la narradora nos introduce en un mundo donde el campo y la ciudad no son solo escenarios, sino verdaderas fuerzas en tensión que moldean el carácter y determinan los destinos.

El campo como espacio de crudeza y aprendizaje

La estancia La Circunstancia, ubicada en Gahan, un pueblo de la provincia de Buenos Aires, es mucho más que el territorio de la infancia de la protagonista. Es un biosfera donde se exhiben con nitidez las estructuras de poder, la violencia soterrada y la brutalidad de un mundo en el que la lógica del más fuerte se impone sin escrúpulos.

La tradición literaria argentina ha representado el campo de diversas maneras: como un espacio de civilización o barbarie, como un territorio de resistencia o de sometimiento, como el escenario de una épica o de un drama. Consiglio inscribe su novela en esta genealogía, pero lo hace con una sensibilidad que esquiva los binarismos. En La Circunstancia, el campo es, ante todo, un espacio de aprendizaje brutal, donde la protagonista descubre desde niña que la violencia no es excepcional, sino parte de un orden naturalizado.

Las escenas en las que los peones torturan animales por diversión, la indiferencia con la que se manejan los crímenes entre paisanos o la forma en que la protagonista es testigo de la rudeza de su padre en la administración de la estancia construyen un relato donde el campo es un escenario de domesticación tanto para los animales como para los seres humanos.

La protagonista no se presenta como una víctima de este entorno, sino como alguien que lo observa con una mezcla de fascinación y distancia.

El tema de la oposición entre campo y ciudad se matiza en esta novela: la protagonista no idealiza ni demoniza ninguno de los dos espacios. Si en la estancia domina una violencia rústica, en Buenos Aires las reglas del juego son igual de implacables, aunque con un ropaje más sofisticado. La mudanza a la ciudad no es solo un cambio geográfico, sino una transformación en su forma de percibir el mundo, un tránsito en el que la crudeza del campo se superpone con los códigos de la urbe.

LA CIRCUNSTANCIA

La fatalidad de la sangre

Desde el inicio, “La Circunstancia”, como en las obras de Eugenio Cambaceres, está atravesada por el peso de la herencia. La narradora pertenece a la cuarta generación de argentinos en su familia, un linaje que no solo le deja propiedades y nombres, sino también gestos, actitudes y silencios que la marcan de manera indeleble. La relación con su madre y su abuela se vuelve clave en la novela, porque en ellas se inscriben las huellas de una genealogía que se debate entre el privilegio y la angustia existencial.

El personaje de la madre es una figura compleja. Elizabeth Santamarina proviene de una familia de refinamiento intelectual y social. Es elegante, afectuosa en ciertos momentos, pero también distante y ensimismada. Su paso por Europa y su obsesión por las antigüedades refuerzan su condición de mujer que busca un lugar propio en la historia. La abuela materna, en cambio, representa el arraigo, la transmisión de tradiciones y valores que no siempre encuentran un reflejo en la protagonista.

En este contexto, el padre ocupa un lugar ambiguo. Alfonso Kendell es un hacendado de porte imponente, amante de los caballos, que parece moverse con seguridad en el mundo rural, pero que también deja entrever un costado vulnerable. Su pragmatismo y su relación con los caballos lo convierten en un personaje que encarna una masculinidad tradicional, aunque con fisuras que se revelan en ciertos momentos de intimidad con su hija.

Consiglio trabaja con gran habilidad la idea de la herencia como un peso ineludible, pero también como una construcción en la que cada personaje intenta rebelarse a su manera. La protagonista no puede escapar del legado familiar, pero al mismo tiempo lo reinterpreta, lo desafía y lo resignifica a lo largo de su vida.

En su paso por Europa, por ejemplo, la aparición de Goya y su serie “Los disparates” no es un mero detalle decorativo, sino un punto de inflexión en la formación estética y emocional de la protagonista. “Su violencia me fascinó y me aterró al mismo tiempo. Quedé obsesionada con Goya”, afirma la narradora, quien encuentra en estos grabados del pintor español un espejo perturbador en el que descubre una afinidad inesperada con su propia experiencia vital. En la novela aparece la figura de Goya para reflexionar sobre la manera en que el arte confronta y traduce el caos interno, transformando lo monstruoso en revelación. Así, el arte no aparece en la escritura de Consiglio como un refugio o una distracción, sino como una forma de comprender y domesticar el horror latente en la vida cotidiana.

Los animales como testigos y víctimas

Uno de los aspectos más turbulento de la novela es el lugar que ocupan los animales. Si bien en la estancia cumplen una función utilitaria —los caballos como símbolo de estatus, los perros como guardianes del orden, el ganado como parte del negocio—, su presencia en el relato tiene una dimensión más profunda.

La escena en la que la protagonista es atacada por una gansa y le queda una cicatriz en el mentón es clave para entender su relación con la violencia. El animal no actúa con maldad, sino por instinto, y en ese gesto brutal se esconde una verdad esencial: en el mundo natural, no hay justicia ni castigo, solo supervivencia.

Del mismo modo, los actos de crueldad de los peones hacia los animales reflejan una lógica de poder que atraviesa todas las relaciones en la estancia. La muerte, la mutilación y el sufrimiento no son eventos extraordinarios, sino parte del día a día. Esta visión se mantiene en toda la novela, incluso cuando la protagonista ya no vive en el campo, lo que refuerza la idea de que los aprendizajes en “La Circunstancia” son imposibles de desaprender fuera de la estancia.