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Opinión 16 de mayo de 2019

En homenaje al único aviador marplatense caído en Malvinas

La fragata británica "Ardent" tras ser averiada por el ataque aéreo argentino, el 21 de mayo de 1982. Al día siguiente se hundía.

El 21 de mayo se cumplirán 37 años de la muerte en acción de guerra, durante el conflicto del Atlántico Sur, del teniente de navío (aviador naval) Marcelo Márquez. Se trata del único aviador marplatense desaparecido en Malvinas en 1982. En su memoría, este sábado 18 a las 11 en el Aeroclub Mar del Plata, Ruta 88 kilómetro 9,5, se realizará un acto de homenaje. Tendrá lugar ante la réplica, allí instalada, del avión Douglas A-4Q Skayhawk que el teniente Márquez pilotaba sobre el archipiélago.

Teniente de navío (post mortem) Marcelo Márquez.

Teniente de navío (post mortem) Marcelo Márquez.

A continuación, un artículo en recordación realizado por el corresponsal naval y permanente colaborador de este medio Oscar Filippi
Los Aviadores Navales son, por los medios que tripulan, marinos que vuelan, guerreros modernos de la Armada Argentina y herederos legítimos del legado browniano. Nuestros aviadores navales, junto a los de la Fuerza Aérea, el Ejército, la Prefectura Naval y los aviadores civiles, fueron los cinco dedos de una mano, que juntos y fuertemente cerrados, se convirtieron en el puño que la Nación Argentina blandió en el aire para mostrar al mundo, nuestros indeclinables derechos soberanos sobre las Islas Malvinas.

Sus acciones en los cielos de Malvinas en aquellos días de 1982, asombraron al mundo. Su profesionalismo, su arrojo y entrega, fueron el firme mensaje de la determinación soberana argentina. A tal punto que, el general de la Aviación Francesa Pierre Clostermann, quien derribara 33 aparatos alemanes durante la Segunda Guerra Mundial, escribió una carta en la que demostraba su admiración por las proezas, coraje y valentía de los aviadores de combate argentinos. Esta carta finalizaba diciendo: “… hay de este mundo que sólo cree en aquellas causas en las que sus protagonistas se hacen matar por ellas.”

Hoy queremos evocar a uno de esos protagonistas que entregó su vida por esta causa, el Teniente de Navío (post mortem) Aviador Naval, Marcelo Gustavo Márquez.

El 21 de Mayo de 1982, dos secciones reforzadas de la Tercera Escuadrilla Aeronaval de Caza y Ataque, integradas por el Capitán de Corbeta Alberto Jorge Philippi, Teniente de Fragata Marcelo Gustavo Márquez, Teniente de Navío José César Arca, Teniente de Navío Benito Italo Rotolo, Teniente de Navío Carlos Alberto Lecour y Teniente de Navío Roberto Gerardo Sylvester atacan unidades de superficie británicas estacionadas en el estrecho de San Carlos, hundiendo a la fragata H.M.S. “Ardent”. Los aviones pertenecientes a los tres primeros pilotos son derribados por aviones “Harrier” ingleses que escoltaban al buque, falleciendo el Teniente de Fragata Marcelo Gustavo Márquez.

Evocar una presencia

Pero no queremos en este artículo, evocar la ausencia del Teniente Márquez. Queremos evocar su presencia. Desde hace nueve años, su nombre en letras de bronce impreso, forma parte también de la Base Naval Mar del Plata.
En el desempeño de nuestra actividad como aviadores, fue que tuvimos la oportunidad de conocerlo primero y disfrutar de su amistad en el poco tiempo que, las circunstancias de la historia, nos lo permitió.
A sus relevantes capacidades profesionales se anteponía siempre su gran valor como ser humano y persona de bien. Del trato diario, puedo asegurar, que a Marcelo Márquez lo acompañaban las dos virtudes que solo acompañan a los Grandes… la humildad y la generosidad.

Humildad que le permitía descender de la cabina de un caza reactor de altas prestaciones y sentarse en la cabina de un avión civil.

Generosidad para contestar las mil y una preguntas que su presencia profesional provocaba y para ayudar a pulir una maniobra de vuelo. De mirada segura y sonrisa cómplice, cuando aún, fuera del programa, enseñaba a volar y evolucionar en perfecta formación cerrada.

Generosidad que quedaría demostrada en su último acto de servicio, advirtiendo a sus dos camaradas del ataque inminente.

Educado en el crisol de una familia cuyos principios en el amor, la rectitud moral, el sacrificio y el progreso en el trabajo digno, forjaron en él, valores de carácter que se afirmarían aún más con su formación profesional.

Para quienes tuvimos la dicha de acompañar a nuestros hijos, en su ingreso a la Escuela Naval Militar, recorriendo con ellos sus instalaciones, vimos con orgullo que el embarcadero lleva su nombre, la foto de Marcelo está a la entrada del Gimnasio. En ese gran Instituto de formación están inscriptos sus méritos académicos y sus logros deportivos. Integrante destacado del Equipo de Vela, aprendió desde el principio a dominar el viento, pero quería más, quería dominar el cielo mismo. Marcelo Márquez sigue estando en la misma Escuela Naval, es farol y guía de las nuevas promociones de oficiales.

Mérito académico y profesional

Así como brilló con mérito académico en sus estudios, se destacó como oficial del comando naval. A tal punto que su distinguido desempeño, casi le impide el ingreso a la Escuela de Aviación Naval. La Flota de Mar lo requería también como oficial de operaciones. Sólo su carácter y determinación por el objetivo completo de su vocación, le permitieron ser, lo que el quería ser… aviador naval.

Gracias al espíritu aeronaval de los integrantes del Aero Club Mar del Plata, desde 1987, el avión A-4Q Skyhawk, que en réplica perpetúa su memoria, se mantiene como ejemplo de valor y profesionalismo de nuestros hombres de la Aviación Naval, a todos los jóvenes que año tras año llegan con la misma vocación de elevarse que forjó el espíritu del Teniente de Navío Marcelo Gustavo Márquez.

Esa es su presencia en la Base Naval Mar del Plata. El ejemplo, para los cabos, los suboficiales y oficiales más modernos. El nos demostró que la Vocación Naval es elevarse cada día, personal y profesionalmente. Sólo así se alcanza a completar la verdadera vocación militar, que no es otra cosa más, que la sublime vocación de servicio a la Patria. Como la del Teniente de Navío Marcelo Gustavo Márquez.

Todo lo expuesto es lo que nos permite afirmar que no cayó, sigue en vuelo, como guardián eterno de una guerra inconclusa. No vencido, con el mismo pabellón pintado en la deriva, con las mismas anclas, aun brillando en sus alas.