Cultura

Entretextos, literatura de acá: poemas de Ramiro Alfaya

El psiquiatra y poeta nacido en Mar del Plata comparte una serie de textos que se encuentra trabajando para la publicación de un libro.

El único desgarro

Hoy me separé.

Una corriente casi innata me obliga

a seguir mintiendo

Ni fue hoy, ni me separé.

Nos separamos.

Porque es de a dos el ejercicio

que sobrecarga el cuerpo

y sin descanso lo empuja hasta su muerte.

Ver los músculos de su cara

que se arrugan

se contraen y se dilantan

se cargan de moco, de sangre,

de lágrimas

mientras nuestro espacio

se vuelve mecánico y torpe

hedoroso y desgarrado.

¿Despúes de cuántas lesiones

se vuelve el cuerpo irremontable?

El amor infinito

Es una tarde totalmente aburrida.

El movimiento circular de la bombilla

genera un brebaje verdoso

similar al vómito hepático

de comida y alcohol escasamente procesados.

Para distraerme de viejos hedores

reparo en el ventanal de un edificio vecino

donde se produce una extraña danza.

Un tipo habla y realiza ademanes

(parece un presidente enojado).

Se para y luego se sienta.

Se tira los pelos y se exalta.

Por la contracción de sus facciones

debe estar gritando.

Una mujer sentada en el sillón,

de aspecto felino, inmutable

presenta hacia él movimientos más sutiles.

Nunca exagera. Espera cada pausa

del acalorado discurso

y se va quitando una prenda a la vez.

La vehemencia del hombre se volvió fogosidad,

un avance animal sobre la chica

que abrió sus brazos y sus piernas

para recibirlo.

Ahora se arañan, se escupen,

entre golpes gritan en una violenta cópula.

Pienso que quitar una vida

a veces puede ser un acto de amor.

Entomología

Este texto tiene que existir

en orden de que el gesto duela menos.

No soporto ver más rostros llorando

cuerpos torpes que muestran su dolor

como si fueran un gusano de carne y piel

con prolongaciones y apéndices raros

que se revuelcan y se retuercen

intentando adivinar los movimientos

que ilustran el dolor de una pérdida.

Hoy me miro en el espejo y el gusano soy yo.

Me tortura pensar hace cuánto tiempo soy esto.

¿Por qué el dolor ajeno no me moviliza?

Y cuando mi amada rompe en llanto y me dice

que ya no puede estar conmigo

desvío la vista como quien no quiere ver un accidente

me mantengo ajeno al momento

y me escondo en las pieles de un cuerpo

que todo lo rechaza.

Lucidez terminal

Las flores crecen

con sus tiempos elípticos

aún para el luto o el afecto.

El polen y el viento me funden con la pendiente.

El niño lleva un ramo

que adornará la tumba de su padre

o que tímidamente posará

sobre el lecho de su amor infantil.

A lo lejos el campo se pliega

como hojas en blanco.

Las flores contienen la tinta

con la que el niño dibujará hilos

que cerrarán el paso de antiguos desgarros.

Hombres modernos

Hay un hombre viviendo

en una caja

adentro de mi pecho.

Su juicio, binocular

computa imágenes

que en su mente estallan como fractales.

Imprime los conceptos

y talla en las paredes internas de mi cráneo

“tu madre no es tu madre”.

La documentación del expediente que me declara incapaz

aguarda oculta en los cajones de otro cuerpo.

El desterrado

Pisa tierra blanda

en incesante búsqueda

de ser salvado por reliquias ajenas

que nunca tuvo su familia.

Se hunde en la arena fría

y siente lo mismo que al mirar los rostros

de personas ordinarias:

una incómoda mezcla de dos totalidades.

Al impactar marca una herida

y la arena, deforme, imita su figura

que el agua incesante recompone

transformando ese suelo en una víctima imposible.

Lo impulsa un desproporcionado deseo

por joyas imaginadas que ha perdido

y que cuando las encuentre

va a saberse duplicado

como quien observa desde fuera su propio nacimiento.

Portales

Pienso en una palabra

al mismo tiempo que pierde su sentido:

agujero.

Noción de vacío

que evoca incorrectos círculos

y conecta dos espacios.

La realidad es un cúmulo de nada

interrumpida por objetos.

Ahora tiemblo ante su poder:

el de hacer presente

la incontable verdad.

¿Vio alguien más

la sangre que brotaba de ese agujero?

O fue una inconsistencia,

un error del entramado físico

como una herida de otra realidad.

Rendición

Mi existencia es solo la continuidad de otra

y la tuya, única, se erige sobre mí.

Nos recubre un esmalte adolescente

pero el ardiente brillo de tu nervio

avanza plomizo y debora los recuerdos

mientras que yo, tendido en abandono

solo espero que me alcance

la gracia de tus cenizas

Tiempo muerto (Barcelona)

¿A qué acontecimiento someto mi espera?

En un día que transita sobre otro

continuando su trecho sinusoide

deja su piel en los caminos del pasado

delatando al tiempo y su crueldad

una serpiente famélica

puede incluso realizar su propia muerte


Ramiro Alfaya es psiquiatra (graduado de la Universidad Nacional de La Plata) y poeta nacido en Mar del Plata. Actualmente se encuentra trabajando en un libro de poemas, en los que indaga su particular enfoque con pacientes con patologías graves.

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