Roberto Delbueno, con 62 años, tuvo una vida vinculada al delito hasta que en 2013 terminó de cumplir una condena por robo en la Unidad Penal 15 de Batán, donde ahora está alojado uno de sus hijos.

Desde hace 8 años que Delbueno no era arrestado por robar en la calle, ni acusado de cometer algún delito, ni su nombre se repetía en las comisaría marplatenses. A vista de todos, se había alejado del delito y había empezado a trabajar como procurador para abogados, tanto de San Martín, como La Plata y Mar del Plata.

En esos años era la persona encargada de rastrear expedientes en Tribunales para diferentes abogados, chequear las notificaciones y recopilar la documentación. Hasta que la pandemia frenó la actividad judicial y su trabajo quedó interrumpido.

Desempleado, Delbuono se las ingenió para subsistir en la habitación que alquilaba en un hotel de Arenales al 2700, pero la pandemia duró más tiempo del previsto y su actividad laboral no se reactivó. Sin trabajo, sin dinero y con un consumo problemático de drogas, el hombre de 62 años volvió a lo que le había dado de comer durante tantos años de su  vida: robar.

El pasado martes, a las 17 de la tarde, Delbueno tomó una cuchilla y fue al centro en busca de dinero. Entró en la pescadería Pier, ubicada en Santiago del Estero al 2000, amenazó a una empleada y se llevó el dinero que había en la caja, unos 4000 pesos.

Al intentar escapar, fue perseguido por un vecino del comercio y a las dos cuadras, en Colón y Córdoba, fue derribado por un policía federal que estaba de civil. En el suelo, rendido, no opuso resistencia y fue detenido.

A la policía y en Tribunales sorprendió la detención de Delbuono, por su avanzada edad y porque había estado 8 años sin cometer delitos -o que se  conocieran-. El hombre no declaró en la causa que le inició el fiscal Fernando Berlingeri por “robo agravado” y fue trasladado a la Unidad Penal 44 de Batán.