“Eugenia, calmate”, una novela con una protagonista en el borde, “está loca, pero no tan loca”
Carolina Bugnone dio vida a un personaje femenino que se desajusta de la vida que tiene y entra en un túnel oscuro. La escritora quería investigar sobre el insomnio y terminó, en plena pandemia, con una novela sobre una mujer que "romper los lugares que le fueron asignados".
Bugnone es escritora, poeta y psicoanalista.
La vida de Eugenia entra en un embudo, en una suerte de vereda oscura que no controla, o que controla a medias. La docente de secundario, la madre, la esposa, la hija, la vecina… no hay sistema social que permanezca intacto en la cotidianeidad de esta mujer de entre 30 y 40 años que tiene mucho sueño y duerme en los lugares más inconvenientes, la sala de profesores, por ejemplo.
Así es la trama de “Eugenia, calmate” (Qeja Ediciones), la nueva novela de la escritora radicada en Mar del Plata Carolina Bugnone. “Yo quería escribir un ensayo sobre el insomnio”, disparó la autora, que también es psicoanalista y poeta. En pleno 2020, en medio del extrañamiento que produjo la pandemia de Covid-19, la autora decidió “soltar la mano”, tal como ella misma contó en una entrevista con LA CAPITAL.
Podés ver la entrevista acá:
Y a medida que se soltó, la protagonista se desajusta más de todo aquello que parece contenerla, apretarla, oprimirla, asfixiarla. Mientras siente que vive en un permanente borde, la novela muestra cómo se va cayendo de ese lugar tan incómodo y cómo aparecen los sueños cada vez más reales. ¿Qué es realidad, qué fantasía? La relación que mantiene con una personas sin techo que duerme en la calle, la relación con su madre, el trabajo de la maternidad se llevan al extremo.
“Cuando empecé a escribir (el ensayo), se fue para otro lado y le di espacio, apareció un personaje, fue realmente sin querer, yo quería escribir sobre el insomnio. Y cuando vi que en las primeras dos o tres carillas apareció este personaje dije ‘bueno, vamos a ver de qué va'”.
A contrapelo de otros textos que suelen salir más planificados, “Eugenia, calmate” se fue armando desde ideas un poco más caóticas. “Yo empecé y no sabía dónde iba a terminar, si iba a ser un cuento, un cuento largo y fue creciendo y lo demás se fue metiendo sin querer, el atravesamiento del sistema laboral, del sistema familiar: ella y su madre, su marido, la hija… hay varios sistemas que se van metiendo en la historia y que estallan también en un punto”, reflexionó.
-Hacés un trabajo muy minucioso sobre la escritura, es una novela escrita en primera persona y en algunos momentos con un monólogo interior muy florido, lleno de imágenes, ¿cómo fue este trabajo? ¿Aparecieron juntos el argumento y el cómo contarlo, o eso estuvo disociado?
-Para mí es muy importante el cómo, es casi lo que más me gusta cuando leo algo, casi que me gusta más el cómo que el qué. A veces puedo leer historias super chiquitas, pero si están escritas con poesía, con espacios, cuando me refiero a poesía es que no todo se explique, que no todo se entienda, que haya huecos, eso me encanta, me cautiva. Y lo que sí me propuse cuando escribí fue tratar de soltar la mano todo lo posible, porque uno cuando escribe está sujeto a algunos prejuicios: qué voy a escribir esto, cómo, no sé si me saco mucho, o cómo se va a leer…. entonces eso sí me lo impuse, tratar de soltar la mano y en esa suelta apareció más la proliferación poética.
-¿Como escritora también estás sujeta a un sistema, tal como el pasa a la protagonista?
-Me parece que Eugenia se liberó. La escritora Bibiana Ricciardi, con quien hice la clínica de este texto, me iba haciendo las devoluciones y me ayudó. Cuando leyó el segundo capítulo me dijo ‘qué te pasa cuando estás escribiendo esto?’ Le contesté: ‘todas las noches me siento en la compu a ver qué hizo hoy Eugenia’ Y esa era la sensación, es un poco un lugar común pero te juro que me pasó eso, sentía que iba solo el personaje que yo me sentaba a ver qué pasaba.
-Hay una referencia directa a Murakami, la prtagonista lo lee y dice que no tendría que leerlo tanto, ¿por qué Murakami?
-En el primer capítulo hay una referencia directa a una obra de Murakami. Yo no soy fanática, pero hay un cuento que se llama Sueño. El personaje de Sueño es una japonesa joven, más joven que Eugenia, que tiene una especie de parálisis del sueño. Se le presenta un viejo, no una vieja, que le moja los pies, pero además tiene una situación, no diría que es un problema, descubre que puede vivir sin dormir, puede prescindir del sueño. Hay cosas que tiene prohibidas durante el día que les empieza a hacer a la noche. Y a mi eso me encantó. Lo leí varias veces, las referencias son muy directas, es un homenaje directo porque quien leyó Sueño encuentra esa escena en el primer capítulo de “Eugenia, calmate”.
-La gran pregunta de la novela parece ser ¿dónde está el deseo de Eugenia? ¿Te parece correcta esta interpretación?
-Todas las interpretaciones me parecen correctas, porque todas las interpretaciones completan lo que está escrito, lo que está escrito solo no vale por sí mismo. En realidad, Eugenia se lo pregunta, no sé si encuentra una respuesta. El deseo es serpenteante y se escabulle, en general como definición. Y ella lo que hace es romper los lugares que le fueron asignados y que siempre cubrió.
-¿Lo que se espera de ella?
-Totalmente, lo que se espera como esposa, como docente, como hija, como madre, hasta como vecina, si se quiere. Yo creo que si hay una pregunta, no está respondida, está más respondido lo que no, que lo que sí. O en todo caso, si hay una respuesta acorde a lo fantástico, tiene que ver con estos sueños, con este linyera que está en la esquina de su cuadra, la cuestión de escape, hay una cosa de desasirse, de salirse de los lugares.
-¿Te atrevés a dar un diagnóstico de Eugenia, desde lo psicológico?
-No, primero porque la quiero mucho y después porque (el libro). Yo sé que el psicoanálisis en lo que me formé desde muy joven y que lo ejerzo hace 25 años, de alguna manera está, pero no de esa manera. No me propuse hacer un personaje que sea una psicótica, una histérica de borde, una borderline, tiene elementos de todos esos diagnósticos. Si querés también es una neurótica. La verdad que las miradas de las propias colegas son diferentes y eso me encanta porque si fuera un texto que una colega o un colega lee y dice ‘ah mira, está describiendo una … (patología psicológica)’ para mi pierde la gracia, para mí parte lo rico de Eugenia es que no la puedes terminar de diagnosticar, está loca, pero no tan loca, sus sueños son disparatados, pero va hacia algún lugar. Esa cosa onírica creo que también se tiene que trasladar a la interpretación del que la lee.
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