CERRAR

La Capital - Logo

× El País El Mundo La Zona Cultura Tecnología Gastronomía Salud Interés General La Ciudad Deportes Arte y Espectáculos Policiales Cartelera Fotos de Familia Clasificados Fúnebres

Fabián Vena, un profesor clandestino para “descontaminar” pensamientos

Actúa y dirige en "Quién soy yo...". Con gran convocatoria de público, el artista sube al escenario del Payró todos los martes, con una propuesta que invita a hacerse preguntas, mirarse al espejo, reflexionar y divertirse. Las funciones son a las 19.30 y a las 21.

Arte y Espectáculos 22 de enero de 2024

“Si me acusan de no enseñar a pensar, me declaro culpable. No construimos pensamiento. Somos pensados. Somos un delivery de conceptos ajenos” dice el profesor Lisandro, protagonista de “Quién soy yo… filosofía clandestina”, el unipersonal con el que Fabián Vena volvió a Mar del Plata esta temporada. ¿Una verdad? ¿Una provocación? ¿Una invitación?

El actor compone a este profesor que, en la puesta, cuenta que por esas declaraciones fue despedido de la Facultad de Filosofía y declarado persona no grata, pero que continúa dando sus clases de manera clandestina y no deja de señalar “la belleza intrínseca de la clandestinidad”.

Tras presentarse a sala llena en las primeras semanas, la obra agregó funciones y continúa, durante lo que queda de enero y en febrero, los martes, a las 19.30 y a las 21, en la sala Roberto J. Payró del Teatro Auditorium.

Acostumbrado a sus exitosas clases pseudosecretas, en los lugares más insospechados, llega en este caso a un sótano de la Facultad de Medicina, para proponer un temario sobre “las cinco virtudes humanas” que revolucionarían la “moral social”.

Desde ejemplos cotidianos, contando parte de su historia, compartiendo anécdotas concretas, va desarrollando conceptos e ideas en torno a la templanza, la prudencia, la fortaleza y la justicia, hasta llegar al “plus”, a la principal virtud de los seres humanos.

“Es totalmente subjetivo, cada uno se inventa su propio mundo, cada uno tiene su propia manera de ver las cosas, ahí está parte del corazón de la obra” analiza Fabián Vena en una charla con LA CAPITAL, en medio de un traslado de escenografía, que repite cada semana.

-Con eso de no pensar, en realidad Lisandro provoca, invita…

-Claro, el tipo dice, primero hay que aprender a no pensar. Hay un viaje, un vuelo filosófico en el que te pone de cara a encontrarte con tus propias creencias y despejar todo lo que se piensa alrededor.

-Desintoxicarse…

-En definitiva siempre va a lo mismo: “Desintoxíquense, mírense al espejo, pregúntense quiénes son”. Con sus palabras, con la banda de sonido extraordinaria, con ejemplos cotidianos, te hace dar cuenta de que todo el tiempo estamos distorsionados y que hay que tener coraje, templanza para poder preguntarse a uno mismo ¿Quién soy? y lo hace con la fuerza de la creencia y de la convicción y sobre todo con las décadas de clases clandestinas de manera exitosa que le permiten que no le importe nada y atacar.

vena (2)

“Si le toca en una ferretería, da la clase con ejemplos de tornillos y en una panadería, enseña con flautitas. La idea es que lo que hay es lo que hay y eso es la esencia de la filosofía” analiza Fabián Vena sobre su entrañable personaje.

-No tiene nada que perder…

-Todo es ganancia, da una clase, y no hay nada más lindo que dar una clase. Y si le toca en una ferretería, da la clase con ejemplos de tornillos y en una panadería, enseña con flautitas. La idea es que lo que hay es lo que hay y eso es la esencia de la filosofía. Todos tenemos acceso a la filosofía en la medida que pensamos. Ahora hacia dónde, cómo, por arriba o profundo, por los costados, a dónde vas a llegar, eso depende de vos.

Está todo el tiempo dándole vuelta a eso para lograr limpiar esos pensamientos, ver qué tienen de contaminación y, a partir de ahí, generar de alguna forma el propio pensamiento, la propia verdad.

-¿Qué es, hoy, lo que más nos contamina el pensamiento?

-Te puedo decir algunas cosas y me vas a dejar pensando. Y me lleva a algo que me pasa cuando doy clases de teatro. Te diría que estoy más de un 50% del tiempo limpiando preconceptos.

Creo que hoy la contaminación tiene que ver muchísimo con la moral. Y en el teatro no existe la moral. Es muy difícil sacársela de encima, pero es el único lugar donde uno puede mentir con tranquilidad.

Luego está la contaminación cultural fagocitante, enorme, tan grande, que creemos que la vida es así. Tenemos el modelo yanqui, pero no tenemos nada que ver con ellos.

Ni hablar de todo lo que tiene que ver con los tiempos. Cada 40 segundos se distorsiona la concentración. En este espectáculo trato, cada 40 segundos, de que cambie la idea, escenográficamente, con luz, con la música, con giros del texto, en el ritmo, en los tiempos, en lo que sea, para ver si te quedás.