CERRAR

La Capital - Logo

× El País El Mundo La Zona Cultura Tecnología Gastronomía Salud Interés General La Ciudad Deportes Arte y Espectáculos Policiales Cartelera Fotos de Familia Clasificados Fúnebres
El País 4 de noviembre de 2023

Familia de una víctima vincula el triple crimen de General Rodríguez a los servicios de inteligencia

"Operación Crystal", de Agustín Ceruse y Diego Ferrón, recopila tres teorías relacionadas al autor intelectual de los asesinatos de Sebastián Forza, Leopoldo Bina y Damián Ferrón, el cual nunca pudo establecerse.

Por Ian Werbin

Una hipótesis que involucra a los servicios de inteligencia con el triple crimen de General Rodríguez, en el que fueron asesinados Sebastián Forza, Leopoldo Bina y Damián Ferrón por sus vínculos con el tráfico de efedrina, es uno de los ejes fundamentales de un nuevo libro de investigación que presentó el hermano de una de las víctimas, a 15 años de ocurrido el hecho.

El libro “Operación Crystal, el expediente secreto del triple crimen“, escrito por Diego Ferrón junto al periodista Agustín Ceruse, fue presentado en el barrio porteño de Palermo y recopila tres teorías relacionadas al autor intelectual de los asesinatos, el cual nunca pudo establecerse.

La ruta de la efedrina en Argentina se acabó después del triple crimen: ¿A quién le sirvió que no se hagan más negocios con efedrina en la Argentina? Creemos que la clave del triple crimen pasa por la respuesta a esa pregunta e intentamos hacerlo en este libro”, explicó durante la presentación Ceruse, quien se desempeña como director de Encripdata, un portal de noticias especializado en crimen organizado.


OPERACION CRYSTAL


De esta manera, Ceruse y Ferrón desmenuzan cada una de las hipótesis a partir del análisis de las 36.000 fojas que posee el expediente de la causa, de la cual solo se lograron las condenas a prisión perpetua en 2012 de los hermanos Cristian y Martín Lanatta, y Víctor y Marcelo Schillaci, al ser considerados partícipes necesarios del secuestro y asesinato de Forza, Bina y Ferrón.

“Justamente el libro está dividido en tres partes. Allí van a encontrar el expediente completo, lo que se investigó, el por qué, pero también lo que no se investigó y su justificación”, indicó el periodista que trabajó en Perfil, TN y La Nación.


Pérez Corradi y los narcos Pozas Iturbe y Martínez Espinoza

La primera de las teorías analizadas es la que apuntaba al empresario Ibar Esteban Pérez Corradi como el autor intelectual del triple crimen con la intención de quedarse con “el negocio de la efedrina”, en el cual “no quería competencia”.

Sin embargo, los autores del libro desestiman esta versión basándose en la investigación de la jueza María Romilda Servini, quien señaló que las tres víctimas “no eran competencia para Pérez Corradi”, ya que “existían otras personas que traficaban efedrina o que le debían plata y se encontraban vivos”, sumado a que se encontraba intensamente monitoreado por la Drug Enforcement Administration (DEA), la Policía Federal (PFA) y la ex Secretaría de Inteligencia del Estado (SIDE).

La segunda hipótesis reconstruye “la ruta de la efedrina” en la Argentina, donde se efectuaba el contrabando del precursor químico, utilizado para la elaboración de antigripales, descongestivos y la producción de drogas de diseño como el éxtasis, -también llamado “crystal”-, el cual luego era transportado hacia México y Estados Unidos.

A partir de ello, surgió la teoría de que el triple crimen estuvo asociado con una supuesta venganza del narcotraficante mexicano Rodrigo Pozas Iturbe, quien trabajaba con Leopoldo Bina en el tráfico de efedrina, donde algunos investigadores sospecharon que el mexicano se sintió traicionado luego de que el publicista pretendiera “jugar a dos puntas” con un competidor en el rubro, el narco Jesús Martínez Espinoza.

“Estos narcotraficantes mexicanos fueron investigados por jueces, fiscales y tribunales. Ni ellos ni Servini hallaron pruebas que los relacionaran con los hermanos Cristian y Martín Lanatta, y Víctor y Marcelo Schillaci. Los asesinatos de Forza, Bina y Ferrón perjudicaron a Pérez Corradi, Pozas Iturbe y tantos otros: el Gobierno restringió al máximo la importación de efedrina”, sostuvieron Ceruse y el hermano de Damián en un fragmento del libro.


Los hermanos Lanatta y Schillaci fueron condenados por ser los autores materiales del crimen.

Los hermanos Lanatta y Schillaci fueron condenados por ser los autores materiales del crimen.


“Eso no lo hace ninguna banda de narcotráfico. Tampoco lo hacen bandas mexicanas que no conocen el territorio. Ni mucho menos van a quedarse los cuerpos casi una semana dentro de una heladera. De personas que están siendo buscadas por todo el país y que luego pasearon los cuerpos por el conurbano bonaerense. Los tres fueron víctimas de una emboscada“, agregó.


La tercera teoría: los servicios de inteligencia

Es por eso que, en el tramo final del libro, los autores se inclinan por una tercera versión, que relaciona a servicios de inteligencia nacionales e internacionales con el hecho, aunque advierten que la idea de la publicación es que “el lector saque sus propias conclusiones”.

“Los Lanatta y los Schillaci contaron con apoyo institucional y obviamente, faltaban individualizar a otros intervinientes del triple crimen. Tal vez fue al revés, tal vez los condenados fueron los que dieron apoyo a personas vinculadas con instituciones para que ellas nunca fueran descubiertas”, señalan Ferrón y Ceruse.

Más precisamente, los autores ligan con el hecho a Julio César Pose, exagente de la SIDE e informante de la DEA, que tenía un vínculo con Ferrón, a quien contactaba con frecuencia.

Pose, apodado como “El Gitano”, tenía antecedentes de haber colaborado como informante de la agencia norteamericana en una operación conocida como “Flor de Acero” en 2003 y conoció a Forza a mediados del 2007, a quien le ofreció ejercer como intermediario frente a sus acreedores debido a los múltiples problemas económicos que poseía, señalaron.

De hecho, la noche anterior al triple crimen, según señala la investigación que se publica, Pose le envió un mail a un agente especial de la DEA en el que le refería la existencia de “una buena oportunidad de dar un buen golpe”, a la vez que describía la existencia de al menos tres grupos de traficantes de efedrina radicados en Argentina.

“Necesito ganar el premio”, remarcó en el correo “El Gitano”, quien se comunicó al menos 24 veces por teléfono con Forza durante la mañana en la que ocurrió el triple asesinato.

Finalmente, el 5 de septiembre de 2008, casi un mes después de los crímenes de Forza, Bina y Ferrón, el Gobierno nacional prohibió la importación de efedrina y pseudoefedrina para las droguerías y las restringió a los laboratorios.

Según Ceruse, ese hecho explica el por qué tuvo lugar el triple crimen de General Rodríguez: “Una de las respuestas posibles y más probables es que quien haya ordenado el triple crimen, quería eliminar el tráfico de efedrina a México y Estados Unidos“.

En ese sentido, el periodista agregó: “Es una de las teorías menos exploradas por la Justicia. Como íbamos a mencionar a personas que hasta este momento no fueron mencionadas, las convocamos para darles el derecho a réplica. La ley periodística así lo marca. Esas personas, gente de los servicios de Inteligencia y de la DEA, no quisieron hablar con nosotros”.

El triple crimen ocurrió el 7 de agosto de 2008, cuando Forza (34), Ferrón (37) y Bina (35) desaparecieron tras haber ido a una reunión en el hipermercado Walmart de Sarandí, para participar de un encuentro vinculado con la venta ilegal de efedrina.

Se cree que, desde el supermercado, los tres hombres fueron llevados hasta la casa de Cristian Lanatta, ubicada en la localidad bonaerense de Quilmes, en base al análisis de la ubicación de los celulares de los imputados y de las víctimas.

Los cuerpos aparecieron a los seis días a un costado de la ruta 6 en un zanjón del camino hacia Navarro del partido de General Rodríguez.

Télam.